Matteo estaba en las manos de Dios y así lo entendían sus padres. María Lucía Ippolito, la madre, desde la noche del día 20 cuando su hijo fue internado de urgencia, había participado en una vigilia suplicando a Padre Pío su mediación para que Dios interviniese sanando al pequeño.
A pesar del fatal desenlace de aquella mañana del día 21, los padres de Matteo no se rendían y tampoco los fieles de Padre Pío quienes a instancia de fray Modestino, el portero del convento de San Giovanni Rotondo, habían iniciado una campaña de oración que se extendía a varios cientos de personas pidiendo la mediación... Para animarlos, el buen fraile capuchino le escribió a los padres de Matteo: “Tengan fe, no se rebelen a la voluntad de Dios. Yo le dije ya al Padre Pío: «Reza por Matteo, haz que esto sea el milagro para tu santificación. Tú necesitas un milagro para llegar a ser santo, ayuda a Matteo, sube al altar con él»”.
Transcurrían las horas y el niño no fallecía, permanecía estable en su condición crítica. En un acto de fe María Lucía fue a orar al santuario sobre la tumba del fraile de los estigmas. Conmovido el padre Guardián del convento le abrió la celda (habitación personal) de Padre Pío para que también orase allí. Así recuerda María Lucía -en un escrito que hoy se conserva en el Santuario- lo que oró… “Yo había entrado en la celda de Padre Pío el día de mi matrimonio para pedir a su corazón inmenso proteger y bendecir la familia que estaba naciendo. Ahora venía a pedirle presentar nuestras pobres oraciones al Señor, llevarle al Omnipotente nuestro llanto, no llevarse a mi ángel… Mientras rezaba, estando con los ojos cerrados, vi a un fraile con barba que se acercó decidido a una cama y con las dos manos levanta de golpe el cuerpecito rígido de un niño para ponerlo de pie… fue un instante. Abrí y cerré los ojos, pero ya no vi más imágenes”.
Tras algunos días el niño Matteo Pio Colella despertó del coma y su condición fue mostrando constantes signos de mejoría que sus médicos, y quienes evaluaron posteriormente los antecedentes, confirmaron como un milagro. Los exámenes de evaluación realizados algunas semanas después informan que no hay secuelas en órganos vitales. Esta intervención extraordinaria de Dios permitió a la Iglesia canonizar a Padre Pío el 16 de junio del año 2002.
De aquellas horas en estado de coma Matteo guarda un solo recuerdo que
narró a sus padres nada más despertar y fue parte del testimonio para la causa de canonización: “Yo estaba cerca de las máquinas y un anciano con la barba blanca y el vestido largo y café me dio la mano derecha y me dijo: «Matteo, no te preocupes, te curarás muy pronto», y me sonreía. También vi tres ángeles que tenían alas, uno blanco con las alas amarillas, dos rojos con las alas blancas. No vi sus rostros porque eran luminosos…”
Fuentes: Libros ‘Il miracolo di Padre Pio’ de Edit. Mondadori y ‘Milagros. Cuando la ciencia se rinde’ de Edit. San Pablo.