Cómo Dios nos ve: tuve una visión espantosa





Mary MacKillop Chapel, Parramatta

Después de que la Santa Misa terminó, me quedé en la capilla para rezar. En muchas ocasiones, nuestro Señor me enseñó que después de la bendición final al final de la misa, debería permanecer de rodillas y rezar the Divine Praises (alabanzas divinas).

Cuando terminé mis oraciones salí a la calle principal de Parramatta (Australia). Comencé a caminar hacia la plaza principal de la ciudad, hacia el centro comercial y decidí ir recitando la Divina Misericordia. Decidí dedicar esta oración a la gente de Parramatta.
Entonces, nuestro Señor me dijo: "¿No me vas a preguntarme si voy a bendecir a toda esa gente que pasa a tu lado? "

De repente, un olor horrible me invadió. Inmediatamente miré a mi alrededor para ver si otras personas reaccionaban a este olor a podrido como yo, y para ver de dónde venía.

Pude ver que la gente a mi alrededor no estaba preocupada o afectada por este olor podrido.
Era tan terrible que cogí un pañuelo de papel de mi bolso y lo sujeté firmemente a mi nariz.

Nuestro Señor dijo: "Hija Mía, no te alarmes por este olor desagradable que te rodea. Estás caminando entre cadáveres. Están vivos, pero espiritualmente están muertos. Están tan corruptos por el pecado que la carne de sus cuerpos está descompuesta y está podrida. "

Mientras Nuestro Señor me estaba diciendo todo esto, la escena de la calle se transformó repentinamente. La gente que pasaba junto a mí y a mi alrededor se transformaron en cadáveres ambulantes. Era una visión horrible.
Nuestro Señor dijo: "Te permito ver a través de Mis Ojos, cómo veo a la gente que camina hoy en el mundo".

¡El olor era tan nauseabundo!. Era el olor de cadáveres podridos y descompuestos.
Jesús quería mostrarme cómo nuestros pecados, a Sus ojos, son tan horribles. Son como la putrefacción de los cuerpos en descomposición. Tanto visualmente como a través de los sentidos.

Cuando la gente pasaba a mi derecha y a mi izquierda podía ver su piel colgando de sus brazos. Pude ver huesos, trozos de piel muerta, de color marrón, colgando de sus cuerpos. ¡Fue tan espantoso!.
Yo dije, "Oh mi Señor, mi Dios, ten piedad de ellos".
Sus caras se deformaron y desfiguraron con rasgos descompuestos en putrefacción. Parecían monstruos.
Esta visión continuó hasta que llegué a la entrada del Centro Comercial Westfield y luego se desvaneció lentamente.
Después de ver todo eso, no pude comer nada por un tiempo.
Toda la putrefacción y decadencia de los cadáveres es el pecado que las personas llevan dentro de sí mismos y de los que nunca se han arrepentido.
Nuestro Señor dijo: "Orad siempre por los no creyentes y pecadores. Al recitar la Coronilla de la Divina Misericordia, que es tan poderosa, pueden arrepentirse de sus pecados y así ser salvados ".
Estaba tan sorprendida al ver y experimentar lo que nuestro Señor ve a través de Sus ojos espirituales.
Señor, ten piedad de ellos. Debemos orar por la gente, orar por los extraños que pasan por nuestro lado por la calle.