Normas de convivencia cristiana con familiares adúlteros y pecadores públicos


http://adelantelafe.com/author/lucasprados/

3.- Examinemos algunas situaciones concretas “paradigmáticas”

3.1 Cuando la hija se va a vivir con un hombre sin estar previamente casados
Los padres cristianos han de tener paciencia cuando una hija se va a vivir con un hombre sin que haya matrimonio de por medio; pero al mismo tiempo no pueden aprobar esa conducta porque es pecaminosa.
Cuando la hija venga a la casa de los padres, con cariño y caridad, le tendrán que “afear” su acción; no podrán permitir que traiga a su hombre e invitarle a formar parte de la familia como si fuera uno más. Los padres tendrán que establecer fronteras que continuamente le recuerden a la hija que lo que ha hecho va en contra de la Ley de Dios; pero tampoco la pueden arrojar al infierno.
¿Qué hacer si hasta ahora he estado permitiendo que esas personas vinieran a mi casa y deseo ahora cambiar y actuar como Cristo espera?
Siempre y cuando la pareja que vive en concubinato reconozca su situación de pecado y estén dispuestos a cambiar, se les puede dar un voto de confianza y esperar un tiempo prudencial a que ese cambio se produzca; pero si pasando más o menos un año, no se ve cambio alguno, tendríamos que ponernos firmes y establecer límites claros. Ya hemos tenido paciencia, hemos sido misericordiosos y caritativos, pero ahora el Señor nos pide que seamos firmes y busquemos realmente el bien de esta pareja, bien que pasa por una actitud firme, determinada y concreta, que podría ser algo así: “Si no me prometéis que vais a arreglar vuestra situación matrimonial, sintiéndolo en el fondo de mi corazón, buscando vuestro bien y el mío, os tengo que rogar que de momento os abstengáis de venir a esta casa”.  
La hija (sola o con los nietos) serán siempre bien recibidos en la casa, pero no el hombre que hace de “falso marido”[2]. Y así habrán de mantenerse hasta que él y ella, arrepentidos de su conducta, decidan formalizar a través del sacramento del matrimonio su relación; o al menos, cuando prometan poner solución al problema cuanto antes.
Lo que en ningún momento podrán permitir es que vivan en la casa de los padres como esposo y esposa compartiendo habitación; pues eso sería condonar el pecado y como consecuencia aceptar una situación gravemente pecaminosa. Si en alguna ocasión tuvieran que dormir en la casa de los padres sin haberse casado todavía pero con el propósito de hacerlo, deberían dormir en habitaciones separadas.
Esta solución podrá parecer un poco exagerada, pero será realmente efectiva pues para la pareja será un buen recordatorio para que tengan siempre en la mente que están viviendo en pecado. Hacer la vista gorda y permitirles vivir como esposos en la casa de los padres, incluso en el caso de falta de trabajo o penuria económica, sería un grave pecado de los padres.
Si la situación se alargara o no desearan corregirla, podrían recibir a la pareja con los nietos para comer en casa, pero no a vivir allí como si no pasara nada.
3.2 Cuando una madre se tiene que ir a vivir a la casa de su hijo que no está casado por la Iglesia
En alguna ocasión podría ocurrir que una madre (padre) se quedara viuda y por motivos de la edad, la salud o por razones económicas se tuviera que ir a vivir a la casa de un hijo que no estuviera casado por la Iglesia. Este caso es muy diferente al anterior. No es lo mismo recibir a una pareja no casada en la casa de uno, que tenerse que ir a vivir (porque no queda más remedio) a la casa de un hijo que vive mal casado. En este caso podría hacerlo, pero tendría que saber balancear adecuadamente su actitud como cristiana (no aceptación de la situación matrimonial de esa pareja), con el debido respeto al hogar ajeno y la conducta propia de la caridad. En ningún momento debería aceptar a través de sus comentarios o conducta que acepta la situación en la que está viviendo su hijo, pero tampoco puede estar recordándole día y noche que vive en pecado. La prudencia y la caridad iluminarán a la madre cristiana para saber comportarse debidamente si se lo pide a Dios.
3.3 Asistencia a un matrimonio civil o cualquier tipo de unión no sacramental
Un cristiano no puede asistir a ese tipo de celebraciones, pues su sola presencia en ellas es una “aprobación” de las mismas. Tampoco puede mandar regalos o felicitaciones. La conducta del cristiano deberá mantenerse caritativa pero distante. Sólo en el caso de que esa pareja deseara arreglar su situación matrimonial, es cuando el cristiano podría aceptar establecer relaciones de franca amistad con las mismas. Mientras que eso no ocurra, la relación deberá mantenerse en los límites que la caridad exige, pero nada más.
3.4 Ser padrinos del hijo de una pareja que no está casada sacramentalmente
Si en alguna ocasión se nos pide ser padrino del hijo de una pareja que vive junta sin estar casada sacramentalmente, yo no me opondría; ahora bien, sí les insistiría en que tienen que arreglar cuanto antes su situación matrimonial. En el supuesto de que no aceptaran tal condición, entonces yo me abstendría de ser padrino en ese bautismo.
3.5 Ser padrinos del “hijo” de una pareja que es homosexual
Si se trata de ser padrino de bautismo del “hijo” de una pareja homosexual; salvo casos muy excepcionales, mi criterio es que un buen cristiano no puede actuar de padrino en esa situación, pues ello supondría la aceptación de ese tipo de uniones.
Algunos padrinos me han dicho que lo hacen para que los niños puedan recibir una buena formación cristiana, formación y ejemplo que nunca recibirán de sus padres. Esa afirmación no es razón ninguna. Si ese fuera el caso, rece por el niño, intente darle buen ejemplo…, pero nunca se implique en ese tipo de situaciones.
3.6 Trato con una “pareja homosexual”
El trato con una pareja que sea homosexual ha de quedar reducido a lo mínimo que la caridad exige, pero en ningún momento se debe permitir que esa pareja (aunque sea su hijo) venga a casa; y mucho menos, cuando en su casa usted todavía tuviera hijos pequeños; el daño que les podrían hacer sería irreparable.
Si viniera solo el hijo que vive con otro en unión aberrante, usted lo deberá atender con cariño y caridad, pero que a través de sus acciones en ningún momento pueda traducirse que usted está de acuerdo con lo que él ha hecho. Este pecado, en la mayoría de las ocasiones ya no es sólo de debilidad sino que lleva mucha malicia dentro. Estas personas tienden a justificar su conducta pecaminosa, se ensoberbecen (orgullo gay) en su forma de proceder y pueden hacer mucho daño con sus actitudes y comentarios.
3.7 Convivencia extraordinaria con varias familias en tiempo de vacaciones…
En contadas ocasiones una persona o familia se verá en la situación de tener que convivir durante unos días, por motivo de vacaciones, celebraciones familiares…, con personas que no están casadas como Dios manda. La situación es muy diferente si estas personas vinieran a la casa de uno (para lo cual tendríamos ya la respuesta en el punto 3.1) o si nosotros tuviéramos que ir a la casa de otro (la situación sería semejante a la explicada en el punto 3.2).
Por otro lado, también hay que tener en consideración si hay niños por medio y la edad de los mismos. Si estos niños fueran ya adolescentes, habría que hablarles con claridad, delicadeza y respeto para explicarles la situación moral en la que están viviendo esas parejas. Si fueran meramente niños, habría que cuidarlos de un modo especial si se comprobara que el trato con estas personas que viven en pecado les pudiera hacer daño. De todos modos, si éste último fuera el caso, lo mejor sería evitar ese tipo de “reuniones familiares” pues los niños pueden ver, oír… muchas cosas que van en contra la moral cristiana.
3.8 ¿Qué hacer y decir a sus hijos cuando hay que visitar a una pareja que no está bien casada? 
Todo depende de la edad de los niños y de la relación con esa pareja. La prudencia tendrá que guiar la conducta. Por un lado no se puede dar la impresión a los hijos de que esta pareja es igual a cualquier otra que esté bien casada; pero por otro lado, quizás debido a la edad de los niños, tampoco se pueda explicar la situación de pecado en la que vive esa pareja. Saber mantener una cierta distancia con esa pareja y no sobreabundar en el trato sería lo más conveniente.