Un milagro eucarístico en el Camino de Santiago












El "Santo Grial" gallego, por Daniel Esparza |

Un número interminable de leyendas rodean al cáliz de la Última Cena que, dicen algunos, el Apóstol Santiago trajo consigo al norte de la Península Ibérica. Ese cáliz, o Grial, está representado en el escudo de armas del Reino de Galicia. Pero en medio de todas estas historias -una combinación de devoción popular, cuentos apócrifos y un poco de superstición- persiste una tradición a lo largo del Camino de Santiago de otro Santo Grial gallego: un milagro eucarístico que ha atraído a los fieles por más de 700 años.

A unos 9 días de Compostela, siguiendo el Camino, se encuentra el pequeño pueblo de O Cebreiro. Su principal tesoro es una iglesia construida por monjes benedictinos a principios del siglo IX con el inconfundible estilo románico ibérico de tres naves sobrias, un ábside rectangular y un campanario. 

Pero, de hecho, el tesoro no es la iglesia misma, sino lo que la iglesia alberga: el Santo Grial de Galicia.

Una tradición profundamente arraigada en el norte de España nos dice que en una cruda mañana de invierno, a principios del primer año del siglo XIV, un sacerdote celebraba la Eucaristía en el altar de una de las capillas laterales de la iglesia. La nieve y el viento hicieron casi imposible el acceso a la capilla, y el sacerdote asumió que nadie llegaría a la Misa. Para su sorpresa, un campesino llamado Juan Santín viajó desde Baixamayor hasta O Cebreiro, deseando recibir la Comunión.

Según el relato, el sacerdote (que había perdido su fe en la Presencia Real) preguntó al campesino: "¿Tanto sacrificio por un poco de pan y vino?" En ese momento el pan y el vino consagrados se convirtieron en carne y sangre, restaurando la fe de el cura. El plato que llevaba la carne ensangrentada permaneció en exhibición, intacto, durante más de cien años; 

La reina Isabel hizo una peregrinación a la iglesia a finales del siglo XV, y atestiguó su autenticidad. El milagro eucarístico de O Cebreiro se hizo famoso gracias a las historias que los peregrinos extendieron por el Camino y más allá.

El cáliz y la patena milagrosos se conservan en la iglesia de O Cebreiro, donde también hay un mausoleo con los restos del sacerdote y del campesino, descansando uno al lado del otro. Es una visita obligada no sólo para los peregrinos, sino también para los amantes de las tradiciones e historias medievales.