Una anécdota sobre el Purgatorio



Esta es la historia (de entre numerosísimas similares) del Padre Estanislao Choscoa, dominico (Brovus, Hust. de Pologne, año 1590). Un día, mientras este santo religioso rezaba por los difuntos, vio un alma completamente devorada por las llamas, y le preguntó si aquel fuego era más penetrante que el de la tierra:
- "Ay de mí -respondió el alma gritando- todo el fuego de la tierra, comparado con el del Purgatorio es como suave brisa.  El religioso dijo ¿Cómo es posible?, quisiera probar, a condición sin embargo que me sirviese para descontar en parte las penas que deberé sufrir en el Purgatorio".
El alma agregó - "Ningún mortal podría soportar la mínima parte de aquel fuego, sin morir al instante, sin embargo, si tú quieres convencerte, extiende la mano".
El Padre sin vacilar extendió la mano, sobre la cual el alma hizo caer una gota de su sudor o de un líquido que se le parecía. Ante aquel contacto el religioso emitió un agudo grito y cayó al suelo desvanecido por el dolor que sintió.
Acudieron los hermanos, los cuales le prodigaron todas las atenciones para que volviera en sí.  Él lleno de terror, les contó lo que le había sucedido, y mostró sobre la mano una dolorosísima llaga. Tuvo que acostarse, porque no resistía estar en pie y después de un año y medio de increíbles sufrimientos, murió, exhortando a sus hermanos a rehuir las pequeñas culpas, para no caer en aquellos terribles tormentos.