Benedicto apoyó a Caffarra en las Dubia




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(...)La amistad (con Caffarra) se volvió cada vez más estrecha en los últimos años; viéndonos, o hablándonos por teléfono, de la Iglesia, el Sínodo sobre la familia, los acontecimientos actuales ... 

Yo, como muchos otros, le bombardeábamos con preguntas, para entender (lo que pasaba).

Cada frase suya era un tesoro a guardar (....) Caffarra era un hombre de Dios totalmente: no pronunció palabra ni juicio, sin mirarlo a la luz de la fe, de la caridad, de una visión sobrenatural de las cosas. Si el juicio era necesario, siempre era por el bien, la Verdad: nunca con una sombra de fastidio y resentimiento humanos.

Un día me confió a mí y a su amigo común Lorenzo Bertocchi, que durmió muy mal durante el Sínodo sobre la familia que acababa de terminar; que sufrió muchísimo al ver que alguien estaba tratando de desechar la Familiaris consortio, Humanae Vitae y Veritatis Splendor: "Yo quería tomar el tren - nos dijo - y escapar a Bolonia, dejando el Sínodo ...".

Le pregunté cómo era posible que la Iglesia discutiese lo que no era cuestionable (el matrimonio indisoluble) y cómo había llegado a tener obispos y obispos favorables a los matrimonios homosexuales. También él estaba estupefacto, pero seguro. ¿Está tranquilo, le pregunté? "Humanamente: no veo una solución a la crisis, desde el punto de vista espiritual estoy sereno, porque la Iglesia es de Cristo y no la abandona".


También en esa ocasión, nos dijo que durante el Sínodo había solicitado una reunión urgente con Benedicto XVI. "Su secretario me dijo que era imposible tenerla de inmediato, pero insistí. Entonces él dijo que sí al día siguiente, y pude ver a Benedicto.

Imagine el lector nuestra curiosidad: Le preguntamos cuál era la opinión del pontífice alemán acerca del giro que llevaban hasta entonces los padres sinodales, Kasper en primer lugar. Pero Caffarra se detuvo.  Tuvo un grande pudor, la discreción que es natural en los grandes espíritus. Quiso hablar en las conferencias, en las catequesis, pero supo tener un autocontrol increíble en las demás ocasiones. Sin embargo su rostro dejó filtrar cuanto bastó para entender que el encuentro con Benedicto le dio ánimos para continuar en su batalla contra los innovadores.

 Así, después de los Dubia y todo lo que ha sucedido después, le sustraje, en otra ocasión, casi a fuerza, una admisión: Caffarra ha seguido también viendo a Benedetto después de los Dubia. ¡Y ciertamente no "fue reprendido", al contrario! 

Cuando salió la noticia de la audiencia negada por Francesco, le pregunté a Caffarra por qué el pontífice, que no se sustrae incluso ni a las llamadas ni a los recibimientos, no hubiera encontrado todavía, después de meses, tiempo para recibir a los 4 cardenales que también pedían audiencia en nombre de millares de sacerdotes y fieles. Me pareció una bien extraña falta de respeto.  

 Caffarra me recordó solamente que la Tradición y la Ley de la Iglesia preven que los cardenales no "son sólo personajes que llevan los calzette rojos", sino que son llamados por Dios a estar "a lado del papa": "Por esto hemos actuado según las leyes de la Iglesia, según disposiciones no inventadas por nosotros, sino previstas y esperamos...". Nada más.