El Vaticano prepara la abolición del celibato


Todo empieza por unos casos excepcionales, como comenzaron a abrirse las puertas al aborto por malformación fetal o peligro para la vida de la madre. Ya saben estos astutos que las costumbres no se pueden cambiar de un día para otro, y la introducción de leyes perversas necesita una preparación previa de las mentes de los ciudadanos para que no se rebelen.

Sus estrategias funcionan perfectamente,  ya sea persiguiendo el fin del celibato, como la comunión a adúlteros ("en algunos casos") para instalar sus crímenes, sacrilegios o lo que sea, en la sociedad y hasta dentro mismo de la Iglesia, definitivamente y sin marcha atrás.

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El prefecto de la Congregación para el Clero, el Cardenal Beniamino Stella (imagen), un partidario ciego del Papa Francisco, anunció que el Vaticano está "estudiando" la ordenación de hombres casados para un sacerdocio a tiempo parcial. Hablando en contradicciones, afirmó al mismo tiempo que "el celibato no está en discusión".

Stella hace sus declaraciones en una entrevista para el libro de Fabio Marchese Ragona, "Tutti gli uomini di Francesco" (Todos los hombres de Francisco). Según Stella, la abolición del celibato no solo afectaría a la región amazónica sino también a "algunas islas del Pacífico, y no únicamente".

Como de costumbre, cuando se introducen novedades que contradicen la regla de la fe, Stella afirmó que "se restauraría una estructura que ya existía en la Iglesia de los orígenes", aunque muchos estudios han demostrado que esto no es cierto.

El cardenal invoca una "emergencia sacramental", otro mito que no se corresponde con la realidad. Es cierto que en los países donde la Iglesia ha caído presa del liberalismo teológico, el número de sacerdotes está disminuyendo, pero las liturgias restantes, sin embargo, están bien atendidas, y refutan la "emergencia sacramental" de Stella.

Stella cultiva el mito absurdo de que los sacerdotes casados se harían cargo de parroquias que son casi "inalcanzables" para los sacerdotes célibes. En realidad, los sacerdotes casados tendrían tendencia a mudarse a las grandes ciudades, con sus familias para cubrir sus necesidades. En Alemania mantendrían, al menos por un tiempo, una Iglesia totalmente podrida que colapsaría sin necesidad de una renovación.