2 nuevos asaltos a Humanae Vitae

HV

Humanae vitae" bajo asedio. Dos nuevos asaltos y un contrataque


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El asedio a la encíclica "Humanae vitae", promulgada en 1968 por Pablo VI, registró en los días pasados dos nuevos asaltos. Pero también un enérgico contrataque.
El primero y más notable asalto lleva la firma del cardenal Walter Kasper. En un folleto publicado contemporáneamente en Alemania y en Italia exalta el “cambio de paradigma” inaugurado por el papa Francisco con la exhortación "Amoris laetitia". Un cambio de paradigma – escribe Kasper – que no se limita a consentir la Comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, sino que “se refiere a la teología moral y, por lo tanto, tiene efectos sobre muchas situaciones análogas", entre las cuales, precisamente, se encuentra el recurrir a los métodos artificiales de regulación de los nacimientos.
Kasper no encuentra en "Amoris laetitia" el pasaje – efectivamente inexistente – que en modo explícito legitime el uso de anticonceptivos. Pero hace notar que Francisco, cuando cita la encíclica de Pablo VI, "alienta a utilizar el método de la observancia de los tiempos de la fecundidad natural, pero, por el contrario, no dice nada de otros métodos de planificación familiar y evita toda definición casuística". De lo cual Kasper deduce que "en 'Amoris laetitia' también lo no dicho dice algo", esto es, de hecho da vía libre a los anticonceptivos, confiando el uso en la “decisión consciente de conciencia” del individuo en particular.
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El segundo asalto es menos noble y para nada autorizado. Es la acrobática recensión, publicada en página completa el domingo 4 de marzo en el diario “Avvenire”, de la Conferencia Episcopal Italiana, con la firma de su especialista en cuestiones de moral familiar, Luciano Moia, del importante libro, recién impreso:
Entre los documentos publicados por primera vez en este libro, Moia aparta una carta escrita por Karol Wojtyla a Pablo VI en 1969, después que numerosas conferencias episcopales se habían pronunciado críticamente contra la "Humanae vitae". En esa carta, el arzobispo de Cracovia pedía al Papa que publicara urgentemente una instrucción contra las “opiniones nocivas” que circulaban, reafirmando con más fuerza todavía la enseñanza de la encíclica.
Pablo VI no hizo lo que Wojtyla le había pedido. Le bastó mantener firme lo que había escrito en la "Humanae vitae", sin retroceder un solo paso. Pero apalancándose en este silencio, Moia contrapone la "rigidez" de Wojtyla a la presunta “apertura” de Pablo VI a las contestaciones de varios episcopados, todas “caracterizadas – según la prosa de Moia – por el respeto, la recepción y la comprensión".
En realidad, el docto libro de Galuszka documenta no sólo el importante aporte de Wojtyla a la redacción de la "Humanae vitae", sino también la extraordinaria profundización ofrecida a continuación por él, como Papa, a la comprensión de esa encíclica, tanto con el ciclo de catequesis sobre la teología del cuerpo, entre 1979 y 1984, como con la encíclica "Veritatis splendor" de 1993.
Una profundización, la ofrecida por Juan Pablo II, que también Benedicto XVI reconoció en esta sincera anotación autobiográfica suya, en el libro-entrevista publicado después de su renuncia al papado:
"En mi situación, en el contexto del pensamiento teológico de entonces, la 'Humanae vitae' era un texto difícil. Era claro que lo que decía era sustancialmente válido, pero el modo en el que se argumentaba, para nosotros en ese entonces e incluso para mí, no era satisfactorio. Yo buscaba una aproximación antropológica más amplia. Y de hecho el papa Juan Pablo II integró posteriormente el corte iusnaturalista de la encíclica con una visión personalista".
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Y aquí el contrataque en defensa de la "Humanae vitae", que se expresó con la publicación del libro antes mencionado, tanto con la presentación que se hizo el miércoles 7 de marzo en la Pontificia Universidad Lateranense, con el cardenal Gerhard L. Müller, con el filósofo polaco Stanislaw Grygiel y con el teólogo italiano Livio Melina, además del autor del libro mismo, el polaco Pawel Stanislaw Galuszka.
Melina, ex decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, también es autor del prólogo de libro. Su intervención del 7 de marzo se reproduce íntegramente en otra página de Settimo Cielo.
Y éstas son sus frases finales, en las que apunta inmediatamente tanto a Kasper como a Moia, para hacer después una interesante referencia a la carta "Placuit Deo", publicada hace pocos días por la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la aprobación del papa Francisco.
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QUIÉN MANIPULA A PABLO VI
por Livio Melina
Hoy se siente hablar equivocadamente de un “cambio de paradigma” epocal, el cual sería necesario aplicar a la moral sexual católica. Para imponerlo está en vías de ejecución un intento discutible de relectura histórica, que contrapone las figuras de Pablo VI y de Juan Pablo II, viendo en el segundo un tradicionalista intransigente y rígido, que habría comprometido la actitud abierta y flexible del primero.
En realidad, esta gruesa y arbitraria falsificación es sólo funcional a una manipulación ideológica del magisterio del papa Pablo VI. La puesta entre paréntesis de la enseñanza de Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo y sus fundamentos de la moral, de sus catequesis y de "Veritatis splendor", en nombre del nuevo paradigma pastoral del discernimiento “caso por caso”, no nos hace dar ningún paso adelante, sino solamente un paso atrás hacia la casuística, con la desventaja que al menos aquélla estaba sostenida por un sólido contexto eclesial y cultural de vida cristiana, mientras que hoy no podría más que resolverse en la subjetivación total de la moral.
El papa Francisco aprobó recientemente la publicación, por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la carta "Placuit Deo", que pone en guardia, entre otras cosas, frente a un resurgente neo-gnosticismo. ¿No es quizás éste el veneno escondido en estas sedicentes relecturas y actualizaciones de la "Humanae vitae", que más allá de la letra aprobada querrían captar el espíritu, o que negando con arrogancia la relevancia normativa ("El problema de la 'Humanae vitae' no es píldora sí o píldora no”) exaltan un vago y vacío profetismo antropológico, una afirmación de valores, dejados más a la interpretación subjetiva, según sean las circunstancias?
Contra estas tendencias, el libro de Pawel Galuszka es un poderoso fármaco que nos permite respirar la buena teología moral de Karol Wojtyła, primero hijo devoto y fiel del papa Pablo VI y posteriormente su gran sucesor en la cátedra de Pedro.