Argentina: Aborto, con la imposición del Banco Mundial y del FMI


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Este artículo lo escribimos ayer, antes de que se aprobara el proyecto de legalización del aborto en Argentina.

Después de 23 horas de discusión en la Cámara de Diputados de la Nación, en Buenos Aires, la misma dio vía libre al proyecto de ley de legalización del aborto, es decir, de la implementación de la pena de muerte para los niños por nacer, que se convertirían así en el único sector de la población que sufría la aplicación de sentencias de muerte, sin haber cometido ningún delito y sin poder defenderse en lo más mínimo. Determinaciones fueron los votos de los indecisos (que se decidieron después de recibir un sobre) y de los tránsfugas que siempre hay en las cada vez más desprestigiadas organizaciones política. Hubo 129 votos a favor de la aprobación contra 125 en contra, con una sola abstención. Ahora la pelota pasa al Senado. Pero es una ley que el presidente “católico” Macri ha debido “aceptar”, por cobarde, a causa de las imposiciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que son los principales acreedores del país. También la Iglesia se ha mostrado tímida, con la excepción de obispo como monseñor Héctor Aguer.

Hoy miércoles 13 de junio se debate en el Parlamento Nacional, por iniciativa del presidente Macri, un proyecto de ley que impulsa la legalización del aborto en Argentina, presentado bajo el eufemismo de “interrupción voluntaria del embarazo”, que de aprobarse convertiría en un derecho incuestionable la decisión de matar a un hijo concebido y gestado porque no se desea su existencia.

El señor Macri dice que personalmente es contrario al aborto, en alguna ceremonia religiosa leyó una oración en la que ratificó su convicción que el ser humano comienza su existencia desde la concepción, pero por presiones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional envió al Parlamento el proyecto, reafirmando que si el aborto a petición se convierte en ley, él como presidente no vetará la ley, aunque no esté de acuerdo.

Como es habitual en los católicos tibios, procedería de este modo, a pesar de haber recibido educación primaria, secundaria y universitaria en el ámbito de la Iglesia Católica (fue alumno del Colegio Cardenal Newman y es egresado de la Universidad Católica Argentina).

Durante dos meses se organizó en Cámara de Diputados unas jornadas de debate y discusión, en las que más de 700 expositores expusieron argumentos a favor de una postura favorable y de una postura contraria.

Este proyecto nace con un defecto insanable e incorregible, ya que en la Constitución Nacional (ley suprema de la Nación) y del Código Civil y Comercial vigente desde el año 2015, está afirmado y reconocido explícitamente que “la persona humana existe desde el momento de la concepción”.

Tal como está presentado el proyecto, legalizaría la implantación de la pena de muerte en el país, aplicada exclusiva y únicamente sobre los niños por nacer, vulnerando la Constitución Nacional y sus códigos civil y comercial.

Desde el año 2005 las fuerzas políticas izquierdistas y progresistas han presentado iniciativas a favor de la despenalización del aborto, mediante proyectos de ley que siempre eran acompañados por los fundamentos que pretendían justificar su aprobación.

En este caso en particular, el proyecto de ley que hoy se discute parlamentariamente contiene solamente los artículos que afirmarían el aborto como derecho, sin ninguna fundamentación que lo justifique.

En esencia, este proyecto y su intento de implementación constituye, como pieza jurídica, un mamarracho injustificable. Lo cual muestra que esta iniciativa pro-aborto es un mandato e imposición del Banco Mundial en particular, que oficialmente pidió su aprobación en la reunión preparatoria del G-20 que se celebró en marzo pasado en Buenos Aires.
Como no podía ser de otra manera, los históricos partidarios del aborto como derecho han salido a aprobar la iniciativa gubernamental, en un extraño caso de maridaje político ideológico de liberales y progresistas-marxistas que es inexplicable doctrinal e ideológicamente.

Lo bueno de toda esta malicia es que ha habido por parte de una gran parte del pueblo argentino la decisión de enfrentar no sólo en la discusión académica, sino también en las calles, esta ofensiva genocida con raíces en los grandes centros de poder mundial, anclados en el poder financiero mundial.

Dos grandes marchas masivas en más de 150 ciudades del país el 25 de marzo y el 20 de mayo, más una gran manifestación en muchas ciudades del interior del país, además de Buenos Aires, mostraron que en el corazón y el alma del pueblo argentino se percibió lo monstruoso de esta iniciativa, que viene a cumplimentar y perfeccionar el despojo y el saqueo de las riquezas nacionales, consagrando como “derecho” la eliminación de los niños por nacer.

Como otras tantas veces, quedó en evidencia el gesto tibio y ambiguo de gran parte de la jerarquía eclesiástica argentina, quizás imitando esferas jerárquicas más elevadas, que no pasaron de declaraciones formales de respeto a la vida humana desde la concepción, pero con conductas de cercanía y acompañamiento, en otros ámbitos, de dirigentes políticos y sindicales pro-abortistas.

Mientras el pueblo fiel creyente y gran parte del movimiento político justicialista, reafirmando su identidad humanista y cristiana, salió a defender la vida, la casi totalidad de la dirigencia política y eclesiástica se quedó a mitad de camino. Hubo excepción a este proceder tibio y timorato fue la actitud de monseñor Héctor Rubén Aguer, el renunciado obispo de la arquidiócesis de La Plata, quien apoyó y alentó las iniciativas pro-vida.
Muy seguramente su coherente conducta de obispo y pastor pro-vida fue lo que decidió su jubilación, en la forma inmisericorde y brutal que se realizó.

Extraño fue también que la mayoría de los legisladores que hoy debaten el proyecto ya se habían definido de antemano, a favor y en contra, mucho antes de tener en sus manos el proyecto, redactado recién el jueves 7 de junio, sin ninguna fundamentación.

En síntesis, hoy en Argentina, por decisión e imposición del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, principales acreedores del país y de las políticas económicas sociales y económicas aplicadas durante las dos últimas décadas, se debate la implementación de la pena de muerte para los seres más indefensos de todos, que no han cometido ningún delito.


Gracias a Dios, las mejores reservas espirituales y religiosas del pueblo argentino han renacido, y han salido a enfrentar el delirio genocida del abortismo, impulsado por el poder financiero internacional, a través de las instituciones que hemos mencionado.
EN ÚLTIMA INSTANCIA, la voluntad de Dios se cumplirá, por más que las fuerzas del mal y de la muerte pretendan imponerse.

La traducción al italiano publicada el 14 de junio de 2018, en www.lanuovabq.it/it/primo-via-liber…