Con la ayuda de mi ángel






Vassula Ryden, nacida en 1942, es ortodoxa griega, aunque su director espiritual es católico. Tuve la suerte de conocerla y hablar con ella en Lima y me dejó una gratísima impresión. Desde 1987 se ha establecido en Suiza y visita distintos países del mundo para dar sus conferencias y difundir los mensajes que recibe de Jesús y que están publicados con el título "La verdadera vida en Dios". Ella dice que durante más de 30 años no se había preocupado de Dios, hasta que un día de noviembre de 1985, estando en Bangladesh haciendo la lista de las compras del día, sintió en su cuerpo una extraña vibración sobrenatural y, como guiada por una fuerza superior, escribió: "Soy tu ángel custodio y me llamo Daniel". Durante tres meses estuvo recibiendo, de vez en cuando, mensajes interiores del ángel, hasta que empezó a hablarle ya definitivamente Jesús.

Pierre Jovanovic le hizo una entrevista y le preguntó: ¿Cómo es tu ángel custodio? Lo veo como un ser humano, pero siempre lleva algo como una dalmática o pequeña capa. Tiene la piel oscura, cabellos largos hasta la espalda. Es un ángel muy sensible. A veces, veo otro ángel a su lado, inmenso, de dos metros, bien proporcionado, con un hábito blanco luminoso y alas blancas, muy, muy luminoso. Es el arcángel Miguel. 


Mi ángel me preguntó un día: ¿Sabes quién estaba presente el día de tu nacimiento? Mi madre, el médico... También yo. 

Una vez lo sorprendí orando y le pregunté: ¿Qué haces? Me dijo: Oro. ¿Por quién? Por ti. 

Un día me regaló un bellísimo ramo de flores. Estaba de paso en Pakistán para retornar a Suiza. Estuve todo el día en el hotel, esperando la hora de ir al aeropuerto. El ángel me dijo: Pronto será Navidad y quiero hacerte un regalo... te daré unas flores. ¿Flores verdaderas o flores espirituales? Flores verdaderas ¿Y cómo sabré que vienen de ti? Las firmaré, verás mi señal. Algunas horas más tarde, bajé a cenar al restaurante. Era la única persona que había en la sala. Cuando terminé de cenar, un hombre se me acercó con uniforme del hotel y, sin decirme nada, me entregó una guirnalda de rosas rojas pakistaníes. Y se fue sin decir palabra. Era un ramo bellísimo y tenía decoraciones con hilos plateados como las del árbol de Navidad. Todavía las tengo, aunque ya están secas. 

¿Qué ha aprendido de su experiencia con el ángel? Que hay que rezarle no solamente para encontrar un lugar para aparcar el coche, por ejemplo. Hay que pedirle que nos ayude en todo y agradecérselo. Personalmente, cuando tengo un encuentro difícil con alguien, envío mi ángel al ángel custodio del interlocutor. Evita muchos problemas y resuelve muchas situaciones. Y funciona siempre.


Padre Peña