Fracasos apostólicos pueden ser éxitos para el Cielo




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Jesús

Queridos apóstoles, ¿estáis abatido? ¿Te preguntas por qué mi servicio requiere tal santidad? Sé que no siempre entiendes la relación entre tu sufrimiento y las gracias que estoy enviando a otros. Esto no lo tienes claro cuando llevas cruces pesadas que requieren una gran confianza. Cuando estés conmigo por la eternidad, comprenderás esta conexión y te regocijarás de que estuvieras dispuesto a permanecer en Mi servicio a pesar de las demandas que se te hagan. Invito e invito y nuevamente invito, y tú respondes, y tú respondes, y nuevamente, respondes. Mis queridos apóstoles, tenéis la costumbre de decirme `sí´, de continuar, día tras día. 

Los días pasan, ¿verdad? Uno tras otro, los días se completan y vosotros habéis reclamado gracia para el mundo. Así es como ha sido arreglado para vosotros, queridos hijos del Padre. Se os pide que seáis buenos y santos y, a cambio, el Padre coopera manteniendo vuestras intenciones cerca de Su corazón. En este momento, donde has sido colocado, hay gracia. ¿Lo sientes? ¿Confiáis en mí? Estoy con vosotros. No os he abandonado. ¿Os resistiréis a la tentación de dejarme cuando hago presión en vuestra entrega? Si me pedís la gracia de la perseverancia, os la daré. Este es mi regalo. 

Pero debéis pedirla y luego aceptar este regalo. Si sentís que estáis fallando aunque estáis tratando de servir lo mejor posible, entonces debéis pasar tiempo conmigo y examinar el concepto del fracaso desde la perspectiva del cielo. Podéis encontrar que es un éxito a Mis ojos, incluso cuando el mundo rechaza vuestra contribución. Todo está bien. No temáis la fatiga. Solo temed la decisión de abandonarme. Recordad, nunca os dejaré. Nunca.