Homilías sin Infierno y nadie quiere confesarse


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El padre Steven Scheier durante su sacerdocio antes del accidente, se preocupó más por lo que pensaban los demás de él, que por su ministerio sacerdotal. No asistía a la dirección espiritual con otros sacerdotes, o si lo hacía se quedaba en cosas superficiales. No hacía las oraciones del breviario ni las que debe hacer todo sacerdote. Incurrió en sucesivas negligencias en su labor pastoral y se dedicó a muchas actividades de corte social, en detrimento de los fieles de su parroquia. Huyó del sufrimiento propio de su misión. Faltó a los mandamientos. Se confesaba con regularidad, pero no apropiadamente. No tenía propósito de enmienda, ni dolor verdadero por sus pecados. El día del accidente Mientras iba a ver a un sacerdote sobre algo que había sucedido en su parroquia, de Fredonia a Wichita, por una carretera peligrosa y de tráfico pesado. En el recorrido de regreso, se vio involucrado en un accidente. Fue arrojado del vehículo, sufrió desprendimiento del cuero cabelludo en el lado derecho y el lado derecho del cerebro fue cortado parcialmente. Quedó inconsciente. Fue atendido de emergencia y llevado en ambulancia a un pequeño hospital cercano. Todos pensaban que no iba a sobrevivir. Lo atornillaron por delante y por detrás de la cabeza, le pusieron una chaqueta rígida para evitar movimientos y lo llevaron en helicóptero a otro hospital en Wichita. Sufrió fractura de tipo C2, o sea la segunda vértebra cervical. Cuando esta vértebra se rompe, la persona se asfixia. Los doctores le daban un 15% de probabilidades de vida. Permaneció en Cuidados Intensivos hasta el mes de Noviembre. Cuando se supo del accidente, los miembros de su parroquia y de otras cercanas se pusieron en oración por él. Se recuperó de manera sorprendente y rápida. El 2 de Diciembre le dieron de alta. No esperaban que sobreviviera y si lo hacia, pensaban que iba a quedar paralizado del cuello hacia abajo, usando un respirador y sin volver a hablar. Una revelación que le abre el entendimiento En el mes de Abril regreso a su parroquia, allí mientras celebraba misa, correspondiendo ese día el Evangelio de San Lucas, 13:6 y siguientes, sobre el Dueño de un viñedo, quien ordena al viñador cortar una higuera que no daba fruto desde hacía tres años. El viñador intercede ante el Dueño de la viña y le propone abonarla y cuidarla durante un año más para ver si da fruto, o si no, puede cortarla. De repente, mientras se encontraba leyendo este pasaje, la página se volvió luminosa, se agrandó y se acercó hacia él. Sintió un gran sobresalto y terminó la misa como pudo. En ese momento recordó una conversación que tuvo lugar cuando sufrió el accidente. En esa conversación, el padre Steven se encontró en la presencia de Dios. Al sentir el amor puro de Dios en la persona de Jesús, se sintió realmente pecador, pero el Señor le dijo: "Te amo, acércate" El padre Scheier se vio enfrentado a su juicio particular, en el que fueron puestos en evidencia muchos pecados mortales que no alcanzó a confesar. Sintió el Amor Justo de Dios cuando El Señor Jesús le dijo: "Tu sentencia es el infierno por toda la eternidad" El padre Steven contestó:
"Sí Señor, lo sé". Comprobó que Dios nos conoce perfectamente por dentro y por fuera. También supo que ante Dios no valen excusas, ni pretextos, ni justificaciones. Entonces, el padre Scheier escuchó una voz femenina: "Hijo, por favor, ¿puedes perdonar su vida y su alma inmortal?" El Señor contestó: "Él ha sido sacerdote por doce años para sí mismo y no para Mí. Dejemos que coseche el castigo que merece". La voz femenina replicó: "Pero Hijo, si le damos gracias especiales, entonces veamos si da frutos; si no, hágase Tu Voluntad". El padre Scheier sintió el amor Misericordioso de Dios cuando El Señor contestó: "Madre, es tuyo". El padre Steven no sentía devoción especial por la Virgen y a partir de ese momento empezó a tenerla siempre presente en su mente y en su corazón. Con el tiempo, el padre Scheier ingresó a una comunidad contemplativa, no de clausura, que ora e intercede por los sacerdotes. El Padre Scheier nos alerta y nos recuerda: El infierno existe y los sacerdotes no están exentos de él. Los sacerdotes tienen que dar cuenta de más cosas que los fieles, puesto que tienen mayores responsabilidades en su misión. Dios nunca le dice "NO" a la Virgen María. Nosotros no conocemos ni apreciamos la importancia, la gracia y el poder que Dios ha dado a la Virgen. Cuando uno huye de los sufrimientos y las cruces propias de su vida y su misión, después aparecen cruces más grandes. Pero cuando las abrazamos, Dios dulcifica los sufrimientos y las cruces personales. El Amor de Dios es más grande que su Justicia, lo que no quiere decir que Él no será Justo en su juicio. El juicio es personal y uno lo enfrenta solo. Dios le dio al padre Scheier una nueva oportunidad, para que fuera testigo de su Amor y Misericordia. Gratitud y Abundantes Bendiciones de Dios para él.