Puedo decirles amigos, que a lo largo de la costa este de los Estados Unidos, en diócesis de considerable importancia, muchos católicos saben, y lo han sabido por décadas, sobre McCarrick. También conocen a otros prelados de alto rango homosexuales que han cometido pecados graves contra la castidad.
¡Yo imploro a los sacerdotes que se pongan de pie! para denunciar a estos hombres! Deben hablar: ¡estos hombres están destruyendo, corrompiendo a las almas! Tienen un deber ante Cristo. Busquen a estos hombres: exijan que renuncien de inmediato, exijan que revelen toda la red homosexual.
Hace más de 30 años un sacerdote estadounidense comenzó a hablar sobre los infiltrados homosexuales. Era el P. John O 'Connor, un sacerdote dominico de Chicago, quien, por sus denuncias, finalmente fue expulsado de su Orden, y luego suspendido del sacerdocio. El tiempo y la historia han demostrado que el P. O 'Connor estaba en lo cierto. La misma pandilla que persiguió a O'Connor, es la misma pandilla que promovió, protegió y cubrió a McCarrick y a otros. Ellos todavía están en control.
Católicos: ¡no os dejéis engañar otra vez!
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