Un polémico Arrupe en espera de ser beatificado

Cualquiera que haya vivido los tiempos de Arrupe se echará las manos a la cabeza, pues aunque no haya sido el único responsable, si ha sido uno de los más decisivos en la práctica destrucción de la Compañía. Los males, ciertamente, venían de atrás, de una desobediencia sistemática a todas las indicaciones y directrices que venían de Roma (cuarto voto) por parte de muchos de los jesuitas. Los teólogos más influyentes en el Concilio Vaticano II, como Rahner, de Lubac, etc. eran jesuitas. Casi todos ellos, modernistas. Las consecuencias las estamos padeciendo ahora. Si, como parece, se iniciara este proceso y, con la inestimable ayuda de las nuevas normas para los procesos de canonización, tuviera éxito, la condición de santo en la Iglesia significará otra cosa diferente a lo que era hasta ahora. (comentarista de InfoCatólica)
                                                     ************
En una carta dirigida al P. Arrupe el 15 de febrero 1975, un preocupado Papa Pablo VI escribió: “No se puede introducir novedad alguna con respecto al cuarto voto. Como supremo tutor y garante de la Formula Instituti y como Pastor universal de la Iglesia, no podemos permitir que sufra la menor quiebra este punto, que constituye uno de los fundamentos de la Compañía de Jesús”.

El 11 de diciembre de 1978, el P. Arrupe tuvo su primera audiencia con Juan Pablo II para jurar obediencia al nuevo Papa en representación de la orden. Diez meses más tarde, en la asamblea de presidentes de la Conferencia Jesuita, Juan Pablo II se dirigió al grupo por invitación del P. Arrupe. El mensaje fue categórico, y sorprendió a los oyentes. El Papa dijo que el escaso tiempo de que disponían le impedía enumerar todo lo positivo que estaba haciendo la Compañía. No obstante, Juan Pablo II fue al grano: “Deseo deciros que habéis sido motivo de preocupación para mis predecesores, y que lo sois para el Papa que os habla”. Por si no bastara con tan rotundo desafío, el Papa envió al Prepósito unas palabras críticas destinadas a ser leídas al gobierno central de la Compañía por Juan Pablo I, cuya muerte lo había impedido, añadiendo que él estaba de acuerdo con todo.
(George Weigel)
************

Arturo Sosa SJ: "Hemos comenzado seriamente el proceso de beatificación del padre Pedro Arrupe"
Y la gente rompió a aplaudir. Una ovación cargada de sentimiento que pareció sorprender y emocionar al Padre General (NT: ese que dice, que en tiempos de Jesús no había grabadoras y no sabemos si dijo lo que dijo) que había dejado el anuncio para el final. El evento era un encuentro en Bilbao con trescientos laicos y jesuitas del norte de la Provincia de España, principalmente de la PAT Loyola, tierra natal de Arrupe.
Estamos todavía en el inicio del proceso, pero el cardenal vicario de Roma, Angelo de Donatis, ha dado el visto bueno a que la diócesis de Roma —donde falleció Arrupe— abra el proceso de beatificación. El Padre General pidió rezar por ello y la colaboración de cualquier persona que tenga información útil sobre la devoción a Arrupe, «un hombre de verdad arraigado en Cristo y entregado a la misión, cuyo mayor milagro es que estemos hoy aquí».
(NT: ya sabemos que si no hay milagro, se lo inventan, como ha sucedido otras veces)
Antes de ese anuncio, el Padre General ofreció una charla en la que desgranó los principales retos a los que se enfrentan la Iglesia y la Compañía de Jesús. Desde una perspectiva de Iglesia, invitó a mirar la secularización como un oportunidad para «liberarnos de ser cristianos automáticamente». Señaló como desafío para la Iglesia «encarnar el Concilio Vaticano II», algo a lo que está respondiendo el papa Francisco. Apostó por la interculturalidad y la diversidad, así como por una Iglesia de comunidades abiertas a la situación real de las personas en ámbitos como la familia, el matrimonio, la orientación sexual, etc. Una Iglesia que sea capaz de escuchar a los jóvenes.
(...)