Bienvenidos a este informe especial de la conferencia de los obispos en Baltimore donde, el presidente de la conferencia episcopal (de EEUU), el card Daniel DiNardo dejó caer la bomba de que el Papa Francisco les ordenó que cancelaran la votación prevista sobre qué hacer con respecto a la crisis de los abusos mayoritariamente homo sexuales sacerdotales
DiNardo pareció perturbado por las órdenes del Vaticano que se le dieron a última hora de la noche anterior.
Después de eso, el Nuncio del Papa, Christophe Pierre se levantó y esencialmente dijo que se habían hecho grandes avances en la lucha contra este problema y que los obispos no necesitan involucrar a los laicos en gran medida.
Eso es contradictorio porque los obispos iban a votar sobre dos propuestas, la segunda, era buscar el establecimiento de una junta laica con poderes de investigación sobre las acciones de los obispos.
Pierre rechazó la idea y dijo que son los obispos los que dirigen la Iglesia y, en esencia, los laicos deben ceder. Esta acción desde Roma, de nuevo, en el último minuto, plantea serias dudas. (NT: y se opone a las directivas bergoglianas de meter a los laicos en todas partes y con poderes de decisión, y si son mujeres mejor)
No es ningún secreto que allí, en Roma y muy cerca del Papa Francisco, varios eclesiásticos de alto rango se apresuran hacer avanzar la agenda homosexual en la Iglesia.
El padre James Martin incluso ha declarado públicamente que el Papa se está rodeando y nombrando activamente a varios obispos que son amigables con los homosexuales.
Los hombres más cercanos al Papa - especialmente Maradiaga se han visto envueltos en varias controversias homosexuales u homosexualistas. Maradiaga ha defendido a uno de sus asociados de larga data y obispos auxiliares en Tegucigalpa, Honduras, un hombre acusado por docenas de seminaristas de agredirlos sexualmente o acosarlos.
La respuesta de Maradiaga a los informes en las redes sociales católicas ha sido decirles a los católicos fieles que se callen y dejen de chismorrear.
Dadas sus recientes condenas a los laicos que denuncian la inmundicia en su propia arquidiócesis, la especulación es que él podría estar involucrado en este último beso de muerte para los obispos estadounidenses que están tratando de llegar al fondo de esta basura, una vez más, gran parte de la cual es de naturaleza homosexual.
Se suponía que los obispos se habían reunido aquí para discutir varios proyectos de propuestas y así sucesivamente y luego votar sobre un documento final como dijimos el jueves.
Pero ahora, con ese voto prohibido por Francisco - y, sin duda, por lo que Viganò ha identificado como la corriente homosexual que corre en Roma, sea lo que hagan los obispos aquí con el resto de su tiempo, esencialmente no tendrá sentido.
Incluso hubo algunos obispos dijeron que deberían empacar e irse a casa.
Es poco probable que eso suceda, al menos en números significativos, pero esto muestra la total desconexión entre Roma y los obispos de los Estados Unidos, los pocos que quieren resolver esta crisis y proporcionan una semilla de esperanza para los fieles.
Cuando DiNardo finalmente tuvo una audiencia con el Papa en Roma después de esperar casi un mes, el Papa lo vetó completamente, diciendo que no habría ninguna investigación sobre McCarrick y ninguna investigación encabezada por laicos.
DiNardo regresó de Roma e intentó darle a la negativa, la mejor presentación posible, pero nadie se lo tragó.
Y cuando se lo añadimos al derribo total de hoy por parte del Papa, muchos toman esto como la señal final de que Roma no lo capta o que la corriente homosexual en el Vaticano está ejerciendo su fuerza y deliberadamente evitando que la verdad salga a la luz porque muchos de ellos estarían implicados en ella.
Cualquiera que sea el caso, la paciencia de los laicos ha llegado a su fin. Los católicos de todo el país han comenzado a llegar aquí a Baltimore para la manifestación de Silence Stops Now de mañana, en la que Church Militant transmitirá en vivo a partir de la 1:30 p.m. de mañana a la mañana
¿Qué sucederá a partir de ahora? Esa es la pregunta para la que ninguno de los obispos tiene una respuesta.
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