Amo a todas las almas


                       


“Amo a todas las almas. Amo las de los puros que viven cual mi Corazón desea para vuestro bien, las de los afables cual lo soy Yo, las de los generosos que expían por todos y perpetúan mi Pasión, las de los misericordiosos que me imitan en las atenciones para con sus hermanos.

 Amo a los pecadores porque por ellos fui redentor y subí a la cruz. Sus pecados me dan dolor, mas no extinguen mi amor hacia ellos, no extinguen el deseo de estrecharlos, arrepentidos, en mi seno.
 Amo a las almas pequeñas que no carecen de imperfecciones pero que son ricas en amor que anula las imperfecciones.

Te amo a ti que te llamas María, el más dulce de los nombres para Mí. El nombre de mi Madre. Ese nombre que es escudo y defensa contra las insidias del demonio; ese nombre que es música del cielo; ese nombre que hace estremecer de júbilo a nuestra Trinidad; ese nombre de la que me estrechó durante la vida y en la hora de la muerte. María de Magdala, María Cleofé: las que fueron fieles a Mí y a mi Madre.

Cree en este amor por ti. Siente este amor en torno tuyo. ¡Pobre alma! No puedes encontrar otro Corazón que el mío que sepa amarte como necesitas.

Tanto te he amado que he satisfecho hasta tus caprichos, por cierto, no del todo razonables, avalando con hechos verdaderos tus castillos en el aire. Y no porque ello me placiese sino porque no quería rebajarte ante el mundo y porque sabía que aquellos mismos caprichos se habrían de trocar más adelante en arma de penitencia y de amor y, por tanto de santidad.

Te he amado tanto que he sabido esperarte…
Si no te hubiese amado como te amé, ¿crees que serías lo que eres? No. Piénsalo bien y verás que habrías ido de mal en peor. Mas allí estaba Yo vigilando.

No tengas miedo de mis caricias. Jesús nunca causa miedo. Abandónate con tu corazón y con tu generosidad. Dame todo y toma todo de Mí.


Jesús a María Valtorta