Las hijas de Galileo fueron monjas


Galileo presenta su telescopio Galileo presenta su telescopio
 
 
Las hijas de galileo entraron en un convento


 Se ha conmemorado el 4º centenario del nacimiento del telescopio de Galileo, convertido erróneamente en “mártir de la ciencia” por una Iglesia “inquisidora” y enemiga del progreso. Ya Juan Pablo II permitió la apertura de los archivos del Santo Oficio para sacar a la luz el proceso de este genio.
M Sánchez de Toca, investigador y coautor del libro “Galileo y el Vaticano”, afirma que Galileo no fue quemado en la hoguera, ni torturado, ni estuvo en prisión. Tampoco lo declararon hereje. Galileo decía que no puede haber contradicción entre el libro de la Biblia y el libro de la naturaleza, porque uno y otro proceden del mismo autor, Dios. La Biblia, inspirada por Dios y la naturaleza observantísima ejecutora de sus órdenes. Por lo tanto, dice Galileo, en presencia de una verdad científica demostrada, tendré que corregir el modo de interpretar la Biblia, no porque se equivoque sino porque los que la interpretan sí lo hacen, pues el sentido de las palabras bíblicas a veces es  recóndito y hay que trabajar para dilucidarlo. Galileo estaba convencido de que la tierra se movía aunque nunca llegó a demostrarlo. Hoy sabemos que tenía razón, pero sus jueces no querían cambiar el modo de interpretar la Biblia, sin una prueba definitiva.
 Galileo fue procesado en 1633 por haber violado una disposición que se le hizo en 1616, prohibiéndole enseñar el copenicanismo, es decir, la doctrina que dice que el sol está en el centro y la tierra se mueve a su alrededor.

Sánchez de Toca explica: Galileo tenía muy mal carácter, una lengua terrible. Se enfrentó a la Compañía de Jesús, a pesar de que los jesuitas le acogieron en Roma y avalaron sus descubrimientos, cuando era un perfecto desconocido. Fue un poco presuntuoso, vanidoso, tenía un gran ego. Él pensó que la prohibición no era tan rígida, y publicó un libro en el que, bajo la apariencia de un diálogo escondía una apología descarada del sistema copernicano. No sólo esto, sino que consiguió fraudulentamente el imprimatur, engañando a quien lo concedió diciendo que era una exposición imparcial. Y fue sometido a un proceso disciplinar. Galileo nunca fue condenado como hereje, ni tampoco el copernicanismo fue declarado como herético. Simplemente fue declarado contrario a la Escritura porque sobre la base de las pruebas que existían entonces era posible demostrar el movimiento de la tierra y, por lo tanto, decir que la tierra se movía parecía ir contra la Escritura.

Galileo quería evitar esto, porque era un hombre católico sincero. Y decía además: “Si hoy se condena como herética una doctrina científica como es que la tierra se mueve alrededor del sol. ¿qué sucederá el día que la tierra demuestre que se mueve alrededor del sol? ¿Habrá que declarar heréticos entonces a los que sostienen que la tierra está en el centro?”.

Galileo siempre se declaró católico
Galileo siempre se declaró católico

Se condenó al índice de libros prohibidos su obra “El diálogo”, se le impuso una penitencia que consistía en recitar una vez a la semana los siete salmos penitenciales.. Se le condenó a prisión en arresto domiciliario.

El mito de Galileo nace con la Ilustración, que le convierte en una especie de abanderado del libre pensamiento en contra del oscurantismo de la Iglesia, a un mártir de la ciencia y del progreso.
Galileo en realidad, y esto es lo que sorprende a muchos, no sólo es que no fuese quemado, ni torturado sino que además fue católico toda su vida. No fue un católico ejemplar, pero en ningún momento reniega de su pertenencia a la Iglesia. Es más, siente el deber de defenderla ante el ridículo que pudiera hacer ante algunos protestantes.

"Diálogo": la obra de Galileo
"Diálogo": la obra de Galileo

En una carta a un noble francés dice Galileo: “Otros pueden haber hablado más píamente y más doctamente pero ninguno más lleno de celo por el honor y la reputación de la Santa Madre Iglesia de lo que he escrito yo”.
Cuando se trasladó de Padua a la corte de Toscana, metió a sus dos hijas en un convento. De una de ellas, de sor María Celeste, se conserva la correspondencia entre el padre y la hija, que es verdaderamente admirable. Ella era una mujer extraordinaria, muy inteligente, de una gran agudeza además de gran escritora.