El bloguero religioso más leído de España, implacable con
las órdenes religiosas: «Están tan mal que es una esperanza que no tengan
vocaciones».
Carmelo López-Arias / ReL, 26 enero 2013
Entrevistado epor Gonzalo Altozano, Francisco José Fernández de la Cigoña, responsable del blog
La cigüeña de la torre en la página web de Intereconomía, que lleva 28
millones de visitas.
Cigoña es visto a veces como el terror de los obispos
españoles -e incluso de algunos extranjeros-, pero dice que "no es
duro" con ellos: "Es que hay obispos que son duros con la doctrina de
la Iglesia, y yo digo que lo que dicen o lo que hacen es chocante".
Pero algo ha cambiado en el episcopado español en los
últimos lustros: "Después de un invierno gélido, tenemos una docena o más
de obispos excelentes; la mayoría son dignos y aceptables; media docena, malos;
y malísimos ya no hay", sintetiza y escala.
Aunque sigue habiendo "submarinos" en la Iglesia,
como los denomina: "Son una vergüenza, gente que dice que está en la
Iglesia católica y está dinamitándola". Por fortuna, son de otra época:
"No tienen recambio generacional. Ninguno. Porque hacerte católico por
Jesucristo y por su Iglesia puede atraer a gente. Hacerte dinamitador de la
Iglesia de Jesucristo y de la misma Palabra de Jesucristo atrae a
poquísimos".
Cigoña hizo un distingo importante: "Las órdenes religiosas
están tan mal" -siempre hay excepciones de religiosos santos, "que es una esperanza que no
tengan vocaciones. Lo grave es que hay pocas vocaciones sacerdotales
diocesanas". La esperanza está en otro punto: "Los seminaristas de
hoy salen con intención de ser sacerdotes según quiere la Iglesia".
Una prueba de esa intención es el hábito religioso o talar.
"El hábito lo disimula todo y contribuye a hacer el monje", dijo
contradiciendo el adagio típico: "A mí me parece que es importante que la
gente tenga orgullo de mostrarse lo que es, y no de ir de disimulo".
En la conversación estaba permanente como referencia, en
este aspecto, la revolución postconciliar. Cigoña lamentó el "look
obrero" de los sacerdotes en los años setenta y que "muchos ahora
hayan pasado a vestir como figurines, con trajes y corbatas de marca". Y
también el "adefesio" de la forma de vestir de algunas religiosas que
han abandonado el hábito: "No hay chica que diga ´Yo quiero ser como eso,
me meto en algo para ser así´", alegó para explicar la influencia de ese
punto en la carencia de vocaciones.
De todo ello, como de los desvíos litúrgicos ("a Dios
hay que tratarle con el máximo respeto", subrayó), "en los documentos
del Concilio Vaticano II no hay nada que lo justifique". Pero sí es cierto
que "después del Concilio se levantó un viento de fronda que permitió
todo: nadie corregía nada, se pasaba por todo, el espíritu conciliar autorizaba
cualquier cosa...".
Volviendo a la condición episcopal, Cigoña lamentó que
"ahora hay una condición que buscan para muchos obispos: la de ser
tímidos... y el obispo tímido no es lo ideal, el obispo temeroso, encerrado en
su despacho, sin mezclarse con nadie...".