*Llevad el misterio del Infierno a las naciones



El 11 de Abril de 1995, Dios nos dio una revelación que cambiaría la trayectoria de nuestras vidas. Somos 7 jóvenes de Colombia a los cuales Jesús nos ha dado el privilegio y la responsabilidad enorme de compartir esta revelación.

“Yo Soy Jesús de Nazaret y os he visitado para mostraros un misterio, para que lo llevéis a los pueblos, para que lo llevéis a las naciones, para que lo llevéis a las ciudades, para que lo llevéis a las iglesias, y a todo lugar  donde yo os dijere que fuereis iréis, y a donde no, no iréis”.

En ese mismo instante sucedió algo extraño, una roca apareció en medio del cuarto, el Señor que estaba con nosotros nos hizo subir a aquella roca que estaba como a 20 centímetros del suelo, y se abrió un hueco gigante, negro, horrible, y en ese mismo instante comenzamos a caer por un túnel profundo y oscuro que conducía al centro de la tierra, y mientras caíamos en una oscuridad tenebrosa, sentíamos miedo, y le decíamos al Señor: “Señor no queremos ir a aquel lugar!, no nos lleves a aquel lugar Señor, sácanos de aqui”. Y el Señor con una voz hermosa nos decía: “Es necesario para que vean y cuenten”.

Y en aquel túnel oscuro, como en forma de cuerno, empezamos a ver sombras, y demonios. Llegamos a unas cavernas, a unas puertas horribles. Y percibimos un olor a putrefacción insoportable y un calor que nos sofocaba. Entramos en aquel lugar, y empezamos a ver imágenes espantosas: entre las llamas había figuras de miles de personas en tormento.Aquél lugar estaba dividido en secciones de sufrimiento, una de las primeras secciones que el Señor nos permitió ver, fue el valle de los calderos. Había millones de ellos incrustados al nivel del suelo, cada una de ellos ardía con lava por dentro, y en cada una  había un alma que había muerto y había ido al infierno. Y aquellas almas cuando nos vieron y vieron al Señor comenzaron a clamar y le decían: “Señor ten misericordia, Señor sácame de aquí!, Señor dame una oportunidad de salir de este lugar, Señor, sácame y contaré al mundo que este lugar es real!”. Y el Señor ni siquiera les miró.

Había miles de hombres y mujeres y jóvenes en aquél lugar (homosexuales, borrachos…), y cantidad de personas clamando en aquél tormento tan terrible, y algo que me asombró grandemente, era ver como sus cuerpos estaban destrozados y por las cuencas de sus ojos, por los orificios de sus ojos salían gusanos, y se metían por la boca y salían por los oídos y penetraban todo el cuerpo, (Isaías 66, 24 que dice así: “Y saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se revelaron contra mí, por que su gusano nunca morirá y su fuego no se apagará y serán abominables a todo hombre”. Y en Marcos capitulo 9 versículo 44 dice así el Señor Jesús:”Donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga” ).

Y comenzamos a caminar por el borde de aquel lugar, y aquellas almas nos extendían las manos, clamaban misericordia y le pedían a Jesús que les sacase de allí. Comenzamos a llegar a diferentes secciones, y llegamos al lugar más terrible del infierno, al núcleo del infierno, donde se concentran los mayores sufrimientos que el hombre jamás haya podido expresar.

Ahí estaban los que habían conocido la palabra de Dios, allí había pastores, allí habían evangelistas, allí habían misioneros, allí habían toda clase de personas que habían sido convertidos, y que conocían la Biblia, pero que habían vivido una vida doble, allí estaban también los que se habían apartado de Dios, ellos sufrían mil veces más que cualquier otra persona, y le imploraban al Señor y le clamaban, pero la palabra de Dios dice: Hebreos 10, 26: “Porque si pecáramos voluntariamente, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”.

Aquellas almas estaban ahí porque en la iglesia predicaban, en la iglesia ayunaban, en la iglesia cantaban, pero en la calle y en sus casas, adulteraban, fornicaban, mentían, robaban y a Dios no le podemos engañar. La Biblia dice que al que mucho se le da, mucho se le damandará. Dios nos permitió ver a dos mujeres, que habían sido hermanas y cristianas en la tierra pero aquellas mujeres no habían vivido una vida recta delante de Dios y la una le decía a la otra: “¡Maldita, por tu culpa estoy en este lugar!, porque tú no me predicaste un evangelio santo!, por que no me hablaste de la verdad! y por tu culpa estoy aquí en el infierno!”. Y la una a la otra se injuriaban en medio del fuego y se odiaban, porque en el infierno no hay amor, no hay misericordia ni hay perdón.


El Señor nos dijo en ese momento: “Hijos, todo el sufrimiento de la tierra, unido en uno solo, no alcanza a compararse con el que menos sufre aquí en el infierno”.
Empezamos a caminar por diferentes lugares, y el Señor nos iba mostrando a muchas personas, todas tenían aproximadamente seis castigos diferentes. Allí las almas eran atormentadas por demonios y por toda clase de castigos, uno de esos castigos terribles era su propia conciencia que les decía: “Acuérdate cuando te predicaron!, ¡acuérdate cuando escuchaste la palabra!, ¡acuérdate cuando te hablaron del infierno y tú te reíste!”.

Y su propia conciencia para ellos era un tormento, al igual que los gusanos que recorrían todo su cuerpo, al igual que el fuego consumidor que está alterado en miles y miles de grados de calor. Esa es la recompensa que el diablo da a todos los que le buscan y para todos los que lo siguen.
Dice la palabra del Señor en Apocalipsis 21, 8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago de fuego que arde con fuego y azufre que es la muerte segunda”. 

El Señor nos permitió ver a un hombre que había matado a 6 personas, y aquellas personas que había asesinado estaban a su alrededor y lo culpaban y le decían: “¡¡Por tu culpa estamos aquí en este lugar, por tu culpa!”. Y aquél hombre se tapaba sus oídos, y no quería escucharlos, pero no podía evitarlo porque en el infierno los sentidos se agudizan. Las almas eran atormentadas también por una sed intolerable, una sed insaciable así como la del rico Epulón de la parábola.
Isaías 34, 9:” Y sus arrollos se convertirán en brea, y su polvo en azufre y su tierra en brea ardiente”.

Allí, estas almas estaban en medio del fuego, y veían ríos cristalinos, y se abalanzaban sobre ellos, pero aquellos ríos se convertían en fuego, eran espejismos simplemente, veían árboles con frutas que destilaban aguas, y cuando iban a tomarlas se quemaban su manos, y los demonios se burlaban de ellos.

Espejismos del infierno
Espejismos del infierno

De ahí Dios nos permitió ir al Lago de Fuego, al lado de éste había otro más pequeño, con millones de personas quemándose, y allí las almas le clamaban, y le imploraban, le pedían misericordia a Dios y le decían: “¡Señor, sácame aunque sea un momento de este lugar!, ¡¡dame la oportunidad de salir!!”. Y el Señor no podía hacer nada, porque su juicio está establecido.

Dios nos permitió fijar nuestra mirada, en un hombre que se quedó sumergido hasta la mitad de su cuerpo, y conocer sus pensamientos. Aquel hombre se llamaba Marcos; decía con sus pensamientos algo que nos ha asombrado y nos ha enseñado una lección objetiva de la vida eterna. Y aquel hombre me decía con sus pensamientos: “¡Yo daría lo que fuera por ser tú!, ¡yo daría lo que fuera por volver a la tierra aunque fuera un minuto! y no me importaría ser el hombre más miserable o más enfermo, o más odiado o más pobre de todos los hombres, daría lo que fuera por volver tan solo un minuto a la tierra!”. Y el Señor Jesús que conocía sus pensamientos le dijo: “Marcos, ¿para qué quisieras volver a la tierra aunque fuera por un minuto?”. Y aquel hombre con una voz sollozante, con una voz atormentada le decía: “¡Señor!, ¡yo daría lo que fuera por volver a la tierra tan solo un minuto!, ¡tan solo, tan solo para arrepentirme y ser salvo!”. Y cuando el Señor escuchó la voz de aquel hombre y sus palabras, de Sus llagas brotó sangre y de sus ojos cayeron lágrimas y el Señor le dijo: “¡Marcos, es tarde para ti!, gusanos serán tu cama y gusanos te cubrirán”. Y cuando el Señor le dijo aquellas palabras, aquel hombre se sumergió para siempre.

Lamentablemente todas aquellas almas ya no tiene esperanza, pero tú y yo tenemos la oportunidad de arrepentirnos e ir al cielo con nuestro Señor Jesucristo.