*Las "energías" y salidas del cuerpo provocan la posesión diabólica

Tomasz (Tomek) es un polaco que estuvo alejado de Dios desde su adolescencia en los años 90 hasta 2010, cuando volvió a la Iglesia.

Su itinerario fue accidentado: varios años en una secta que le captó usando su amor por las artes marciales, después unos años de vida hedonista, y unos cuantos años más tanteando el budismo. Una noche, una experiencia con lo diabólico le impactó tanto que él, un tipo duro forjado en la lucha y las artes marciales, reconoció que necesitaba a Dios como Señor y Salvador.


Salir del cuerpo y "flotar"

Pero estaban lejos de Dios. Él ahora exploraba tres cosas: el budismo, la "energía" oriental y una práctica espiritual: "salir de mi propio cuerpo, lo conseguí tres veces". A su esposa le parecía algo peligroso. "Yo no veía nada peligroso, me parecía que volando y rodando por el más allá podía conocer un mundo distinto, enterarme de lo que sería de nosotros tras la muerte. Pero no dejaba sitio a Dios en mi vida".

Tomek leyó casi todos los libros que encontró del Dalai Lama y pensó que el camino budista y la reencarnación parecían tener sentido.

Fue justo antes de ir a un retiro espiritual católico con su esposa en un convento, por insistencia de ella.  Allí les predicaron sobre la oración del Nombre de Jesús: "Señor Jesucristo, ten piedad de mí, pecador", una oración breve que se repite y medita. Fue allí donde vivió la experiencia que le transformó.

Lo demoníaco en la noche
"Llegó la noche. Me acosté para dormir, y sentí que algo me atacaba, como intentando sacarme de mi propio cuerpo. Tengo que decir que siempre quise ser luchador, que era un tipo duro y valiente, pero en ese momento, quizás por primera vez en la vida, estaba asustado como un niño pequeño. No sabía qué era. Empecé a luchar contra esa fuerza, hasta que al fin y al cabo logré librarme de ella y me senté en la cama."

"De repente me di cuenta de que mientras estaba sentado, mi cuerpo seguía estirado detrás de mí. Me horroricé. Me retiré a mi cuerpo y abrí los ojos. Era la una de la noche aproximadamente."

"Cada vez que intentaba cerrar los ojos, algo empezaba a desgarrarme, hasta que al fin vi un lobo que saltó desde debajo de la cama, se echó sobre mí, y empezó a devorar mis órganos internos. Yo, luchador, tenía un miedo terrible. En un momento me desperté y me puse a rezar a Jesucristo con las palabras que nos propusieron en el retiro. ¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí, pecador! Y añadía mis propias palabras: ¡y defiéndeme! Por primera vez en mi vida pedía a Cristo que me defendiera".

"Todo desapareció, como si alguna fuerza invisible de verdad me hubiera protegido. Estoy seguro de que en ese momento el Señor Jesús me salvó la vida. Me tocó y me liberó de todo lo que me causaba dolor desde hacía años, aunque no había sido consciente. La noche siguiente dormí bien. Esos dos días en el convento me cambiaron. Hoy me doy cuenta de que no soy tan fuerte como parecía, y que sin Jesús no soy capaz de hacer nada".

Energías, salir del cuerpo...¡peligro!
Tomek termina su testimonio con una adventencia: "no hagáis experimentos con ninguna energía, con salir del cuerpo o cosas parecidas, es muy peligroso y conduce a la posesión demoníaca.