Después de la primera visión, Jesús y yo fuimos a
una parte diferente del infierno. Jesús dijo, “Estas cosas que estás viendo son
para el fin de los tiempos.” Otra visión apareció delante de mi.
Caminamos por una colina alta y seca. Yo miré
desde lo alto de la colina hacia abajo y vi la corriente de un río. No habían
fosas de fuego, ni demonios o malos espíritus, solamente el río grande fluyendo
entre orillas escondidas. Jesús y yo nos acercamos al río y vi que estaba lleno
de sangre y fuego.
Al acercarme y mirar de cerca, vi muchas almas,
cada una encadenada con otra. El peso de las cadenas las arrastraba hacia abajo
de la superficie del lago de fuego. Las almas en el infierno estaban en el fuego
del infierno. También vi que estaban en formas de esqueleto con almas de un
color gris sucio.
“ Qué es esto?” Le
pregunte al Señor. “Estas son las almas de los incrédulos y de los impíos. Estos
fueron mas amantes de su propia carne que amantes de Dios. Ellos eran hombres
amando hombres y mujeres amando mujeres, que no quisieron arrepentirse y ser
salvos de sus pecados. Ellos se gozaron de su vida de pecado y despreciaron mi
salvación.”
Me paré junto a Jesús y miré adentro del lago de
fuego.
De pronto, el fuego comenzó a rugir como un gran
horno, moviéndose y devorando todo lo que estaba en su camino. En poco tiempo
llenó casi todo el brazo derecho del infierno.
El fuego se acercó a nuestros pies, pero no nos
quemó. El río estaba devorando todo lo que había en su camino. Miré el rostro de
Jesús y se veía triste y tierno.
El todavía tenía escrito sobre su rostro amor y
compasión por estas almas perdidas. Comencé a llorar y deseaba salir de ese
lugar de tormento, el tener que continuar era casi insoportable.
Miré otra vez las almas en el fuego. Eran de un
color de fuego rojo y sus huesos estaban negros y quemados. Escuché sus almas
gritar de remordimiento.
El Señor dijo, “Este es su tormento; amarrados
juntos con cadenas tras cadenas. Estos deseaban la carne de su propio sexo,
hombres con hombres y mujeres con mujeres, haciendo lo que no era natural. Ellos
llevaron a muchos jovencitos y jovencitas a actos de pecado. Ellos lo llamaban
amor, pero al final era pecado y muerte.”
“Yo sé que muchos
jovencitos y jovencitas, hombres y mujeres fueron obligados en contra de su
voluntad para cometer actos tan terribles, yo lo sé y no cargaré este pecado
contra ellos.” Acuérdense de esto, sin embargo, dijo Jesús, “Yo conozco todas
las cosas, y las personas que causaron que estos jóvenes pecaran tienen el
pecado mas grande. Yo juzgaré con justicia. Al pecador Le digo, ‘Arrepiéntete, y
tendré misericordia. Clama a mi y te escucharé.’
En repetidas veces les pedí a estas almas que se
arrepintieran y que vinieran a mí. Yo los hubiera perdonado y limpiado y en mi
nombre podrían haber sido liberados. Pero ellos no me escucharon y ellos
deseaban la codicia de la carne antes que el amor del Dios vivo. Porque yo soy
santo tenéis que ser santos. No toquen las cosas inmundas y los recibiré,” dice
el Señor. Yo me sentí muy enferma mientras veía las almas en el lago de fuego.
Jesús continuó, “Si solamente se hubieran vuelto
a mi antes que fuera muy tarde. Mi sangre fue derramada para que todos vinieran
a mi. Yo dí mi vida para que el peor de los pecadores viviera.”
Multitudes de almas pasaron por el río de llamas
ardientes y sobre ellas pasaban las olas de fuego sin poder salir y dejar de
nadar en ese lago de fuego. Yo escuché gritos de remordimiento cuando el río de
sangre pasaba delante de nosotros.
Caminamos hacia arriba por un camino cerca del
río. Delante de nosotros, había una mujer grande sentada sobre una colina. Se
mecia para adelante y hacia atrás como si estuviera ebria. Sobre ella estaban
escritas las siguientes palabras “Misterio de Babilonia.” Ahora sabía que la
madre de las abominaciones en la tierra también venía del infierno. De ella
emanaba una fuerza maligna, y vi multitudes de gente y lenguas debajo de ella.
Ella tenía siete cabezas y diez cuernos. En ella se encontraba la sangre de los
profetas, y de los santos y de todos los que fueron asesinados sobre la tierra.
“Salíd de ella y sean
separados,” dijo el Señor. “En su tiempo será destruida.”
Caminamos hacia adelante pasándo por donde estaba
la mujer mala con los cuernos sobre su cabeza. Todo se comenzó a poner oscuro.
Ahora Jesús era la única luz. Caminamos hasta que llegamos a otra colina. En la
distancia podía ver llamas calientes en el aire. La atmósfera se calentó
agobiantemente. Dimos la vuelta alrededor de la colina y llegamos a una puerta
grande con ranuras cortadas. Esta estaba colocada al lado de la colina y una
cadena grande se encontraba sobre ella y de ella salían llamas. La puerta estaba
cerrada con candados grandes. Yo me preguntaba que es los que todo esto
significaba.
De pronto, la figura oscura de un hombre vestido
con una capa larga y oscura larga, apareció delante de la puerta. Su cara se
veía muy vieja y muy cansada. La piel de su cara estaba jalada bien apretada
hacia los huesos de su calavera. Parecía que tenía muchos años de edad. Jesús me
dijo: “Detrás de esa puerta está el abismo sin fondo. Mi Palabra es verdadera.”
Las llamas detrás de la puerta alcanzaban lo más alto hasta llegar a la puerta
la cual se hinchaba con la presión del calor. Yo dije, “Señor Jesús, yo me
alegraré cuando satanás sea lanzado en el abismo sin fondo, y todas estas cosas
cesen por un tiempo.”
El respondio: “Ve, oye lo que el Espíritu le dice
a las iglesias. El fin está cerca y yo estoy llamando a los pecadores a
arrepentirse y ser salvos. Mira ahora.”
Estábamos parados en un lugar al aire libre y
estaba con el Señor en el Espíritu. Yo miré y contemplé una visión abierta. En
la visión vi una serpiente de fuego rozando que la dejaron atacar el aire con su
enorme cola. Yo miraba mientras esta serpiente espíritual se movía con terrible
poder. Entonces la ví regresar al brazo izquierdo del infierno y esperar. Yo
sabía que no podía atacar la tierra todavía hasta que la Palabra de Dios se
cumpliera.
Ví fuego y humo subir desde la tierra y ví un
velo extraño mientras éste se formaba sobre la tierra. Vi parches de oscuridad
aparecer por todas partes. Sobre la cabeza de la serpiente de fuego comenzaron a
crecer cuernos. Estos se esparcieron hasta que cubrieron toda la tierra. Satanás
le dió órdenes a la serpiente de fuego. Espíritus malos y diablos se hallaban
presentes. Entonces ví la serpiente maligna de fuego salir del brazo derecho del
infierno, y comenzar a atacar la tierra con gran fuerza hiriendo y destruyendoa
mucha gente.
Jesús dijo: “Esto sucederá al fin de los tiempos.
Ven más alto.” Lector, si estás cometiendo algunos de los pecados de los cuales
estoy hablando, por favor deja de pecar y clama a Jesús que te salve. No tienes
que ir al infierno. Clama al Señor mientras está cercano, El te escuchará y te
salvará. Todo el que clame en el nombre del Señor será salvo.
Mary K Baxter "Una revelación divina del Infierno". Capítulo 13: El brazo derecho del infierno