*Ofreced todo lo que hagáis para salvar almas

Habla Nuestro Señor Jesucristo a Javier Viesca México. Mensaje Junio 2012 Sobre: Que de ahora en adelante, y tomando todo lo que ya hicisteis a lo largo de vuestra vida, esto sea ofrecido junto con Mis Méritos, Mis pequeños, para la salvación de vosotros y de vuestros hermanos.
 
Hijitos Míos, Yo, cuando estuve sobre la Tierra, en Presencia Viva y que Me pudieron ver, tocar y escuchar vuestros hermanos de aquél tiempo, Yo les llevaba la Palabra y el Ejemplo que le vi a Mi Padre y que os traje para que todos vosotros crecierais en santidad y en un verdadero Amor hacia Nosotros, hacia Nuestra Santísima Trinidad.

 
Al hacerMe Hombre, Mis pequeños, Yo acepté todo lo que vosotros vivís. Vosotros conocéis la gran mayoría de Mis Sufrimientos, de Mi Sacrificio, para aliviaros a vosotros de vuestras faltas y ganar para vosotros el Reino de los Cielos, abriéndoos las Puertas, que estaban cerradas, mediante Mi Donación, que tuvo su culminación en la Cruz.
Ciertamente, cada día es un día de Sacrificio. Yo, sufrí lo que vosotros sufrís todos los días, vosotros creéis que un sufrimiento, para ser ofrecido como un sacrificio en holocausto, tiene que ser difícil, muy doloroso, algo extraordinario y no es así, Mis pequeños.

Cuando vosotros ofrecéis lo ordinario de vuestra vida, vuestras obligaciones de estado, lo que tenéis que cumplir para que vuestra vida transcurra perfectamente, si esto lo ofrecéis en Mi Presencia y con amor, esto vale, a veces, mucho más que un dolor inmenso que no se ofrece, porque Yo no estoy ahí Presente, porque no Me llamáis ni Me lo ofrecéis.

Cuando vosotros os unís a Mi Corazón, a Mi Corazón de Hombre Dios, el simple hecho, como os dije, de ofrecer vuestras obligaciones de estado -el de tener que levantaros a cierta hora temprano, que quisierais estar más tiempo descansando en vuestra cama, las obligaciones con vuestros hijos, las obligaciones en vuestro trabajo para llevar el sustento a vuestro hogar, las obligaciones como amas de casa para tener vuestro hogar en orden, los alimentos que tienen que ser preparados, tantas y tantas cosas que vosotros tenéis a lo largo del día que debéis hacer, para que todo camine correctamente- son pequeños sacrificios, son pequeñas donaciones porque, ciertamente, la naturaleza del hombre os pide descanso, placer, olvidarse de las obligaciones de servir y gozáis solamente el ser servidos. 

Que de ahora en adelante, y tomando todo lo que ya hicisteis a lo largo de vuestra vida, esto sea ofrecido junto con Mis Méritos, Mis pequeños, para la salvación de vosotros y de vuestros hermanos y no desperdiciéis ya todas estas situaciones de vuestra vida, que os son permitidas, para que os santifiquéis, purificándoos de vuestros pecados, con el ofrecimiento de vuestras obras, tanto buenas, como dolorosas. Uníos perfectamente en Mi Amor y que sea Mi Amor, el que llenándoos, os ayude a cumplir con lo que debéis cumplir, con vuestra misión sobre la Tierra, en lo que os haya tocado vivir.
 
Cuando vosotros vivís haciendo vuestras obligaciones, pero las hacéis no con alegría, sino a veces hasta con enojo, no os saldrán bien, Mis pequeños, porque cuando vosotros ofrecéis, pero ofrecéis con gusto, con amor, y ahora con lo que os he dicho, que vuestros actos van a ser de purificación para vosotros y para vuestros hermanos, vuestra vida cambia completamente, pasa de un estado de aburrimiento, del dolor que causa ésa obligación de “tener que hacer las cosas”, a una situación amorosa, de donación, de gusto y sobre todo, de saber que estáis unidos a Mí, vuestro Dios, Jesucristo, que os está acompañando en todo momento, para que vuestros actos sean santos y purificadores, porque así son los Míos.

De ahora en adelante, vivid alegres, Mis pequeños, al saber que vuestra vida, y todo lo que estáis haciendo, está ayudando a la salvación de muchas almas. No desperdiciéis vuestros momentos, muchas almas se pueden salvar con vuestras pequeñeces de cada día. Os bendigo, Mis pequeños y unid perfectamente vuestro corazón al Mío.
Gracias, Mis pequeños.