*Tenéis la Biblia de adorno



Hijos de Dios ¿lo sois de verdad? ¿Sois hijos de Dios? Si sois hijos de Dios en poco os parecéis a Vuestro Padre Celestial que no hace distinción de personas y, ama a todos por igual y por todos mandó al mundo a Su Hijo Unigénito. Yo, Jesús, os hablo.


Hijos Míos, ¿sois de verdad Mis hijos? ¿Sois hijos Míos, Fundador de la Iglesia Católica que os proveí de todo lo necesario para vuestra salvación y malográis y desecháis Mis sagrados dones, los ensuciáis con vuestras almas pecadoras y aun Me exigís que os escuche en vuestros mezquinos deseos y en vuestras miserables peticiones?

Si vosotros tratareis a vuestros padres biológicos como Me tratáis a Mí, sería escándalo para quienes lo vieran. Hijos Míos, Yo os amo hasta la locura, y por vosotros no me sacio de daros dones y gracias, pero vosotros solo veis la materialidad, lo que os afecta a vosotros, nada más, sin importaros el bien general  que otorgo a toda la Iglesia para vuestra santificación y salvación.

Aunque tenéis la Biblia está solo de adorno en vuestras estanterías, porque no la habéis abierto para leerla ni una sola vez. Pensáis en la Primera Comunión de vuestros hijos a ver  en qué lugar quedará más lucida para que hablen de ella por tiempo. Pero si Mis Ángeles se comunicaran con vosotros y os dijeran la tristeza que les produce ver en los criterios en que vivís, en lo infravalorada que tenéis la fe católica, no podríais resistir la pena que los embarga. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, diréis que os hablo con dureza, pero a vosotros os da lo mismo lo que Yo diga o deje de decir, os es indiferente. Esto va también por los sacerdotes que cada vez están más contaminados e imbuidos de las cosas del mundo y vivís todos tan tranquilos, los fieles y los sacerdotes, como si la predicación del Infierno no tuviera nada que ver con vosotros, solo para otras personas. Y Yo, fallezco de dolor al veros tan extraviados, tan ciegos, tan errados, tan engañados. Si, hijos sí, Mi dolor es acérrimo, punzante, porque Me tenéis el alma lacerada de tanto mal y pecado como tengo que soportar cada día de los hijos de Dios. Yo, Jesús, os hablo.

Os pido reparación, adoración, glorificación, es Mi requisito y aunque Me lo deis no hacéis más que lo que debéis hacer. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.
Del libro "Dadme de beber"