Habla La Santísima Virgen María.
Sobre: Muchos os despreocupáis de éste
Alimento espiritual para dárselo a vuestros hijos y es una
responsabilidad muy grande, de la cual se os tomará cuantas al final de
vuestra existencia.
Hijitos Míos, madres del mundo entero, Yo, como Madre del Salvador, se Me dio la Gracia inmensa, inconmensurable de llevar en Mi Vientre al Salvador, al Redentor, a Mi Dios y vuestro Dios. Hijas Mías, benditas seáis también vosotras, porque dais vida en vuestro vientre, hacéis crecer un nuevo ser, producto del amor, producto del deseo de Nuestro Padre Dios.
Hijitos Míos, madres del mundo entero, Yo, como Madre del Salvador, se Me dio la Gracia inmensa, inconmensurable de llevar en Mi Vientre al Salvador, al Redentor, a Mi Dios y vuestro Dios. Hijas Mías, benditas seáis también vosotras, porque dais vida en vuestro vientre, hacéis crecer un nuevo ser, producto del amor, producto del deseo de Nuestro Padre Dios.
Desgraciadamente, muchos
bebés ya no llegan por amor, sino por deseo impuro, humano eso, aún
así, es vida, es vida en Dios y debéis respetar y amar cada nuevo ser
que llega a la Tierra, porque es fruto y deseo del Amor de Nuestro
Dios.
No os imagináis, Mis pequeños, todo
el Amor y Dulzura con que ve a cada bebé Nuestro Dios, Padre y Creador
de todo cuanto existe.
Ser madre es una dicha inmensa que a
vosotras, mujeres, se os dio, como Gracia especial. Ser madres no
solamente es transmisión de vida física, sino de vida espiritual, es un
compromiso grande con Nuestro Dios, porque debéis transmitir ésa vida
humana, ésa vida carnal, pero adornada con el conocimiento del Amor de
Nuestro Dios.
Cuando vosotros crecéis solamente en
el conocimiento humano, tarde o temprano falláis, porque no estáis
completos, no estáis vivos ante la Presencia de Nuestro Dios, porque os
falta el conocimiento espiritual, el crecimiento que da vida real al
ser.
Sabéis que el cuerpo se quedará aquí
en la Tierra y polvo se volverá. Vuestra alma, la cual va a trascender,
si no fue alimentada, si no se le ayudó a crecer y, desde el primer
momento de su vida, cuando se le da el amor de la madre y del padre y
luego el conocimiento en palabras y obras, ésa almita no crecerá y
¿cómo se presentará al final de su existencia ante Nuestro Dios y
Señor? No cumplís realmente con Nuestro Dios cuando no dais vida
espiritual.
La vida espiritual es la que va a
formar realmente al nuevo ser y le dará una personalidad, tanto en la
Tierra como en el Cielo. Muchos os despreocupáis de éste Alimento
espiritual para dárselo a vuestros hijos y es una responsabilidad muy
grande, de la cual se os tomará cuantas al final de vuestra existencia.
Los que sois padres y madres,
deberéis dar cuenta de lo que hicisteis con las almitas de los hijos
que se os concedió guiar aquí en la Tierra, para que después pudieran
regresar al Reino de los Cielos por el bien que hicisteis en su alma.
Sabéis que el hombre actúa de acuerdo
a lo que tiene en su corazón, si vosotros no enseñasteis lo correcto,
no se podrán comportar correctamente como hombres aquí en la Tierra.
Sois seres humanos, pero también sois seres espirituales.
Ser madre y ser padre es una
responsabilidad grande, pero también un gusto inmenso, que Nuestro Dios
os regala. AgradecedLe de corazón, Mis pequeños, el Bien que habéis
recibido con la maternidad y la paternidad, pero recordad que el
Alimento que le deberéis dar a vuestros hijos, no solamente deberá ser
alimento del cuerpo, sino principalmente Alimento del alma y, muchas
veces, los hijos fallan por el error de los padres.
Os amo, Mis pequeños, os amo de corazón.
Gracias, Mis pequeños.
Os amo, Mis pequeños, os amo de corazón.
Gracias, Mis pequeños.
María a Javier Viesca. México