*El papa y los cristianos en situaciones irregulares

Extracto de la entrevista al Papa Francisco (Sept 2013)

(...)Recojo lo que está diciendo el Santo Padre para hablar de aquellos cristianos que viven
situaciones irregulares para la Iglesia, o diversas situaciones complejas; cristianosque, de
un modo o de otro, mantienen heridas abiertas. Pienso en los divorciados vueltos a casar,
en parejas homosexuales y en otras situaciones difíciles. ¿Cómo hacer pastoral misionera
en estos casos?¿Dónde encontrar un punto de apoyo?
El Papa da a entender con un gesto que ha comprendido lo que quiero decirle y me responde.
“Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino
 y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad.
En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos ‘heridos
sociales’, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la
Iglesia no quiere hacer eso. Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que
si unapersona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para
juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo.

La religión tiene derecho de  expresar sus propias opiniones al servicio de las personas,
pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la
vida personal.
Una vez una persona,  para provocarme, me preguntó si yoaprobaba la homosexualidad.
Yo entonces le respondí con otra pregunta:
‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con a fecto o la
rechaza y la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona.
Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Diosacompaña a las personas y
es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia.
Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna”.
“Esta es la grandeza de la confesión: que se evalúa caso a caso, que se puede discernir
qué es lo mejor para una persona que busca a Dios y su gracia. El confesionario
no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja
  hacer lo mejor que podamos.
Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un
matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto
a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está
sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?”.
“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio
homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas
cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo
en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es
necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.
“Las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes.
Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un
conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente. El anunc io misionero se concentra
en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte es lo que más apasiona y atrae, es
lo que hace arder el corazón, como a los discípulos de Emaús”
Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio
moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura
y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda
e irradiante. Sólo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales”.