Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a Javier Viesca, México
Sé de muchos de vosotros, que al momento en que se os pide más
oración, inmediatamente ponéis miles de pretextos. Entre ellos decís: Es
que yo no puedo ir a la Iglesia a rezar, es que yo tengo que trabajar,
es que yo tengo que hacer los quehaceres del hogar, es que yo tengo que
hacer la tarea, etc., etc.
Ya, en varias ocasiones, os he platicado sobre el valor de la oración y el cómo hacerla. Yo os pido que os hagáis uno Conmigo.
Yo, vuestro hermano Jesús, al encarnarMe, realizaba casi todas las
labores que cada uno de vosotros hacéis y no por ello Me separaba del
vivir en oración con Mi Padre. La oración no se tiene que hacer
exclusivamente en el templo, la oración es la vida íntima de cada uno de
vosotros con vuestro Creador; es vuestra vida unida a la Mía, para que
Yo se la pueda ofrecer a Mi Padre; es el tomar en cuenta a Nuestra
Santísima Trinidad en todos vuestros actos.
Os explico, Yo dormía igual que vosotros y Mi despertar era
ofrecido inmediatamente a Mi Padre. Me levantaba y agradecía el nuevo
día y ofrecía Mis acciones a Mi Padre por la salvación de cada uno de
vosotros. Mi aseo, Mi desayuno, Mi trabajo en la carpintería, Mi caminar
para ir a comprar la madera y lo necesario para Mis trabajos, Mi
caminar para ir a entregarlos, la limpieza diaria de Mi lugar de
trabajo, la ayuda que le daba a Mi Madre Santísima, la ayuda a los
pobres y afligidos de cuerpo y alma, Mis alimentos, Mi tiempo libre y el
tiempo que específicamente apartaba para la oración, Mi tiempo de
sueño, etc. todo, todo era tiempo de oración, teniendo siempre a Mi
Padre junto a Mí.
Así como, cuando vosotros no os despegáis ó no os queréis despegar
del ser amado y al estar con él le contáis todas vuestras cosas con tal
de agradarle el momento y con la finalidad de que sepa más de vosotros,
así debe ser y debe buscarse la compañía con Nosotros. Dos personas que
se quieren, buscan pasar el mayor tiempo posible juntos, si no se puede
personalmente, al menos lo harán por teléfono ó por alguna otra vía,
pero la realidad es que no deseáis separaros de la persona querida.
Mis pequeños, ésa es la oración. Es el caminar perfectamente y sí y
sin interrupción, “en las buenas y en las malas”, con vuestro Dios. Si
os dais cuenta de esto, no necesitaréis, entonces, de un lugar
específico para orar con vuestro Dios. Todos vuestros momentos, en donde
estéis y lo que estéis haciendo, pueden ser ocasión de oración. ¿Cuál
será entonces la diferencia entre que vuestros momentos puedan ser ó no
ocasión de oración? Esto es simple, la diferencia estriba en que Nos
toméis en cuenta y Nos ofrezcáis de corazón lo que estéis haciendo ó no.
Todo lo que hagáis, por más pequeño que sea, si Nos tomáis en
cuenta, adquiere valore infinitos, sea lo que sea, siempre y cuando sea
bueno y sea fortalecedor para vuestra alma.
Yo os dije que toda mi Vida sobre la Tierra fue ofrecida para
vuestra salvación, para todas las almas y para todos los tiempos y que
al Yo iniciar la Obra de la Salvación, vosotros la ibais a seguir. Aquí
os quiero explicar algo, no sois vosotros solos los que la seguís, sino
Soy Yo en cada uno de vosotros cuando unís vuestra vida a Mi Vida.
Todos vuestros actos, aún los que consideráis muy grandes,
realmente son muy pequeños, porque pequeños e imperfectos sois y si
estos no los ofrecéis a través Mío, vuestros actos llegan a Mi Padre
como pequeñas e insignificantes obras; pero si vuestros pequeños ó
grandes actos los ofrecéis a Mi Padre a través Mío, éstos se vuelven
Divinos, porque Yo los tomo, los purifico y los llevo a Mi Padre como si
fueran Míos, como si Yo todavía estuviera viviendo sobre la Tierra y
como si Yo los hubiera realizado. Con esto os quiero hacer entender que
vosotros, así, os hacéis UNO Conmigo y de ésta forma Yo vuelvo a
caminar, a trabajar, a gozar, a sufrir, a vivir en plenitud en la Tierra
a través de cada uno de vosotros. Yo Me encarno en cada uno de
vosotros, si así Me lo permitís y, en consecuencia, os volvéis
corredentores con vuestro Salvador Jesucristo.
Explicado esto, ¿No se os hace ahora extraordinaria vuestra vida?
Esto es oración y esto es Salvación para todos, para restaurar el Reino
de vuestro Dios en toda la Tierra.
LlevadMe, mis pequeños, a donde vayáis. DejadMe ser vuestro
interlocutor. PlaticadMe todas vuestras cosas y, aunque Yo ya las sé de
antemano, Me gusta que Me las platiquéis, porque con ello Me estáis
invitando a hacerlo.
Yo siempre estoy con vosotros, es más, estoy en vosotros, pero,
puedo ser un huésped al que no se le hace caso, ni al que no se le toma
en cuenta para nada ó, puedo ser el amigo, el hermano, el padre, el
consejero ó, simplemente, el acompañante, que va a hacer vida con cada
uno de vosotros.
Yo os he dado Mi Vida y Mi Muerte para que viváis eternamente, ¿os
puedo pedir que hagáis vida Conmigo, en vuestro corazón, para poder
derramar en vosotros todo Mi Amor?
Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre, en Mi Santo Nombre y en el del Amor de Mi Santo Espíritu.