*Estáis viviendo los albores de su segundo advenimiento


Mensajes a Agustín del Divino Corazón.
Mayo 12/08 María Santísima dice:


Estáis viviendo los albores de su segundo advenimiento.
Albores en los que el Espíritu Santo se está derramando con
su lluvia copiosa de dones y carismas.
Albores en los que el Espíritu Santo penetra con sus rayos de
luz lo corazones sensibles, los corazones blandos a la voz del
Señor.
Albores en los que el Espíritu Santo aletea sobre los puntos
cardinales de la tierra para derramar unción, unción que
derretirá corazones de hielo y ablandará corazones de acero y
de pedernal.
Unción que permitirá que los hombres profeticen, que los
jóvenes tengan visiones, que los ancianos tengan sueños.
Unción que les dará un nuevo mirar, un nuevo
emprendimiento para caminar en pos del Absoluto.


Hijitos míos, estáis viviendo albores de su segundo
advenimiento, por eso os llamo con insistencia a que pongáis
los ojos y vuestro corazón en las Sagradas Escrituras: “Y
después de esto sucederá que derramaré Yo mi espíritu sobre
toda clase de hombres; y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos tendrán sueños misteriosos,
y tendrán visiones vuestros jóvenes. Y, aún, también sobre
mis siervos y siervas derramaré en aquellos días mi espíritu.
Y haré aparecer prodigios en el cielo y sobre la tierra, sangre,
y fuego, y torbellinos de humo. El sol se convertirá en
tinieblas, y la luna en sangre, antes de la llegada de aquel
grande y espantoso día del Señor” (Joel 2,28-31).


Estáis viviendo albores de su segundo advenimiento, por eso
andad expectantes con vuestros ojos bien abiertos para que
no os dejéis obnubilar por el mundo “y la nueva que oímos
del mismo Jesucristo, y os anunciamos es: Que Dios es luz, y
en Él no hay tinieblas algunas. Si dijéremos que tenemos
unión con Él, y andamos entre tinieblas, mentimos, y no
tratamos verdad. Pero si caminamos a la luz de la fe y
santidad, como Él está asimismo en la luz; síguese de ahí que
tenemos nosotros una común y mutua unión, y la sangre de
Jesucristo, su Hijo, nos purifica de todo pecado” (1 Juan 1,5-7).
Estáis viviendo albores de su segundo advenimiento, por eso
hijitos míos, romped con el pecado porque “si dijésemos que
no tenemos pecado, nosotros mismos nos engañamos, y no
hay verdad en nosotros. Pero si confesamos nuestros
pecados, fiel y justo es Él para perdonárnoslos, y lavarnos de
toda iniquidad. Si dijésemos que no hemos pecado, lo
hacemos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”
(1Juan 1, 8-10).


Estáis viviendo albores de su segundo advenimiento, por lo
tanto hijitos míos, guardad los mandamientos sobre todo el
de la caridad ya que “si guardamos sus mandamientos, con
eso sabemos que verdaderamente lo hemos conocido. Quien
dice que le conoce, y no guarda sus mandamientos, es un
mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda sus
mandamientos, en ése verdaderamente la caridad de Dios es
perfecta, y por esto conocemos que estamos en Él. Quien
dice que mora en Él, debe seguir el mismo camino que Él
siguió” (1Juan 2,3-6)


Estáis viviendo albores de su segundo advenimiento, por eso
guardaos del mundo “ved, pues, lo que os escribo a todos:
No queráis amar al mundo, ni las cosas mundanas.
Si alguno ama al mundo, no habita en él la caridad del Padre;
porque todo lo que hay en el mundo, es concupiscencia de la
carne, concupiscencia de los ojos, y soberbia de la vida; lo
cual no nace del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y su
concupiscencia. Mas el que hace la voluntad de Dios,
permanece eternamente” (1Juan 2,15- 17).


Estáis viviendo albores de su segundo advenimiento, por eso
debéis guardaros de los anticristos “hijitos, esta es ya la
última hora o edad del mundo; y así como habéis oído que
viene el anticristo, así ahora muchos se han hecho anticristos;
por donde echamos de ver, que ya es la última hora” (1 Juan
2,18).