*Una última oportunidad para que os salvéis

Lección de amor
Mayo 14/08 Agustín del Divino Corazón

María Santísima dice:
Mis niños, os lo he dicho: estáis en los albores del segundo
advenimiento de mi Amantísimo Hijo.
Es por ello que el cielo me permite hablaros.
Es por ello que el cielo me permite ser vuestra Maestra, ser
vuestra instructora, ser vuestra consejera.
Los sabios consejos os sacan de vuestra ignorancia, os sacan
de vuestro error.
Los sabios consejos os acercan a Dios, porque el mundo
entorpece vuestra manera de pensar, porque el mundo
entorpece vuestra forma de actuar.

Pequeñitos míos, desead siempre los misterios de Dios.
Desead siempre estar unidos a Él, guardando sus preceptos,
sus enseñanzas y dándole los tributos que como vuestro Dios
se merece.
Os hablo de los albores de su segundo advenimiento: Porque
estáis muy próximos a ser juzgados por el amor y con el
amor.
Porque estáis muy próximos al encuentro cara a cara con
mi Hijo Jesús.
Él, en vuestro juicio particular, os quiere dar una última
oportunidad para que os salvéis.
Él, en vuestro juicio particular os quiere dar una última
oportunidad para que toméis posesión de una porción en el
cielo.
Él, en vuestro juicio particular, os abrirá el entendimiento, se
os revelará vuestro pecado, aún, las más mínimas faltas
porque en el cielo nada manchado ha de entrar.
Albores de su segundo advenimiento, para que estéis atentos
con vuestros ojos fijos al cielo, para cuando aparezca la señal
de su pronta llegada.

Albores de su segundo advenimiento, para que bajéis vuestra
mirada al corazón y reconozcáis vuestra miseria y vuestro
pecado y acudáis cuanto antes al Sacramento de la confesión
y lavéis vuestro corazón en los Ríos de la Gracia.

Albores de su segundo advenimiento, porque su llegada está
muy próxima, próxima para que seáis juzgados por vuestras
malas y buenas acciones, porque el Sagrado Corazón de mi
Hijo Jesús es una balanza de misericordia, pero también de
justicia.
Albores de su segundo advenimiento, para que escuchéis mi
voz, voz maternal que desea retumbar en vuestros oídos para
que salgáis de vuestro mundo obnubilado y miréis hacia
Dios.

Creed, hijos míos, en mis palabras de amor.
Creed, hijos míos, en mis mensajes dados a esta pequeña y
frágil alma. No tambaleéis más en vuestra fe.
Adheríos por completo a la Cruz de Cristo.
Adheríos por completo al misterio de su redención.
Adheríos por completo a su plan salvífico.
Adheríos por completo a mi Inmaculado Corazón.


Os amo mucho, discípulos queridos de mi escuela maternal.
Os bendigo: … … …. Amén.