*Pórtate bien que te va a regañar el señor cura

 J G Guadalix
Es de las cosas que peor llevo en la parroquia. Un crío portándose digamos que solo regular. Apareces por la iglesia y en ese momento escuchas a la mamá o a la abuelita la frase lapidaria: “pórtate bien que te va a regañar el señor cura”.

Frase terrorífica. Porque con ella se están diciendo muchísimas cosas y de más calado de lo que pudiera parecer. Voy a señalar cuatro.

PRIMERA. Que la razón fundamental para un correcto comportamiento está únicamente en la sanción. Se podía explicar a la criatura que debe portarse bien porque está en la iglesia, porque puede molestar a otros, por respeto al lugar y a las personas. No. El único argumento es la regañina, con lo cual comprenderá perfectamente que si el sacerdote no vigila, ancha es Castilla y bien puede convertir el templo en una batalla del far west que no pasa nada.


Es como educar a un niño o a un adulto para que hagan las cosas sólo en función del posible castigo. Pues mala cosa. ¿Se puede robar, matar, defraudar? Sí, siempre y cuando que no te cojan en ello. ¿Se puede ir por la carretera a 200 km. por hora? Mientras no te encuentres un radar… ¿Y engañar al esposo o esposa? Si no te descubren… Mal asunto ese de vivir no en función de principios, obligaciones y deberes, sino de posibles sanciones. Malo. Muy malo.

SEGUNDA. Poca educación de la abuela, la mamá, papá o el tío Manolo que no tienen reparo en que el niño juegue en los confesionarios, se suba a los bancos, se encarame a la imagen de San Apapucio o la emprenda a puñetazos con la rejilla de un confesionario. El niño puede hacer lo que quiere. Pena del cura aguafiestas que pide respeto. Pero como regaña… hay que aguantarse.
TERCERA. Escasita la autoridad de los susodichos abuela, mamá, papá o tío Manolo cuando han de recurrir a un tercero para ser obedecidos. A no ser que estemos en “SEGUNDA”. 

CUARTA. Ganas de presentar al sacerdote como ese señor malo y gruñón que se come a los niños crudos y reprime sus ansias infantiles de juego y diversión.
Y todo por una pequeña y aparentemente inofensiva frase: “pórtate bien que te va a regañar el señor cura”. Cuando escucho la frase en directo, más de lo que quisiera, alguna vez he dicho al niño: “los curas no regañamos, no hagas caso a la abuela que te está engañando”. Para a continuación decirle a los susodichos abuela, mamá, papá o tío Manolo que hagan el favor de educar de otra manera, dar mejores argumentos y no echarnos mala fama a los demás.