*Soy homosexual y no puedo salir de esto

El padre Jorge Córdova cuenta que en cierta ciudad de México se le acercó un muchacho y le dijo:

- Padre, soy homosexual, vivo con otro homosexual como marido y mujer; he ido a muchos médicos, sicólogos, siquiatras, programas de rehabilitación y no puedo salir de esto, aunque sí me gustaría.
El padre Jorge le dijo:
- Mira, quiero hacerte una propuesta sencilla. Vas a ir todos los días a una iglesia y vas a estar un cuarto de hora por lo menos delante de Jesús Eucaristía, pidiéndole que te inunde de su amor y que te cambie. El secreto está en hacerlo todos los días. Pide a Jesús que sane tu área sexual. Esto lo vas a hacer durante un mes. Después vienes a verme.
Antes de un mes, vino a verme y me dijo: “Padre, ¡no lo va a creer! Ya no estoy viviendo con mi pareja, no me pregunte cómo; pero, a pesar de que hasta materialmente estábamos muy unidos, ya todo se acabó”… A los pocos meses tuve más noticias de él. Me dijo: “Padre, no lo va a creer; pero ya no me gustan los hombres, ahora me gustan las mujeres, cosa que antes ni caso les hacía”… Le animé a que siguiera cada día con sus visitas a Jesús sacramentado. Y, después de unos meses, me dijo que estaba de novio y, al año, más o menos, se casó. Ahora tienen un hija y una familia preciosa para gloria de Dios.
El poder de la presencia viva y real de Jesús en la Eucaristía es realmente fabulosa. Jesús puede curar cualquier enfermedad del cuerpo o del alma. Por eso, decía el religioso y escritor italiano Carlo Carretto: En los casos graves de toxicómanos, homosexuales, drogadictos, alcohólicos, etc., he llegado a tener tanta fe en la fuerza transformadora de la oración ante Jesús Eucaristía que les digo con firmeza: Ten fe; si quieres sanar, haz la cura del Sol. Sí, Jesús es el Sol divino, que bajó a devolver la salud a la tierra con el poder sobrenatural de la Eucaristía.
Si quieres sanar, ponte diariamente, durante un año, en oración, en una capilla solitaria, mejor, delante del Santísimo Sacramento expuesto, y quédate allí en actitud de pobre repitiendo: “Jesús, ten misericordia de mí que soy un pobre pecador”. Hazte guiar por un buen sacerdote. Aprovecha ese tiempo para estudiar la Biblia; pero, sobre todo, ponte ante el Sol divino; deja que la vecindad de Cristo te penetre dentro, allí donde anida la podredumbre, donde está la llaga.
Normalmente, las curaciones han ocurrido antes del tiempo previsto. Alguno tal vez sonría, cosa natural para quien desconoce el poder de Cristo, pero yo os aseguro que la dificultad en realizar esos milagros de curación no depende tanto del poder de Jesús que es soberano, sino que depende casi siempre de la falta de fe en la curación, o incluso de no dejarse curar.

Fragmento del Libro “Homosexuales Liberadosdel P. Ángel Peña O.A.R.
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