*Testimonio de Fray Daniele en el Purgatorio

 
TRES HORAS EN EL PURGATORIO
Fray Daniel fue un capuchino que vivió una experiencia extraordinaria al morir y al volver a la vida. La intercesión de su compañero de convento, Padre Pío, fue fundamental.-
“Soy un simple hermano lego capuchino. He desenvuelto mi vida haciendo el trabajo que me correspondía: de portero, sacristán, pedir limosnas y cocinero. Con frecuencia me iba con la mochila en la espalda a pedir limosnas de puerta en puerta. Hacía la compra todos los días para el convento.


Todos me conocían y me querían bien. Siempre que compraba alguna cosa me hacían descuento y aquellas pocas liras que recogía, en vez de entregárselas al superior, las conservaba para la correspondencia, para mis pequeñas necesidades y también para ayudar a los militares que llamaban a la puerta del convento.
Inmediatamente después de la guerra, me encontraba en San Giovanni Rotondo, mi pueblo nativo, en el mismo convento del Padre Pío. Un poco tiempo después comencé con unos dolores en el aparato digestivo y me fui a una consulta médica, y el médico me diagnosticó un mal incurable: un tumor.


TODO AL PADRE PIO
Pensando ya en la muerte, fui a referírselo todo al Padre Pío, el que, después de haberme escuchado, bruscamente me dijo: opérate. Permanecí confuso y reaccionando le dije : Padre no me vale la pena. El médico no me ha dado ninguna esperanza. Ahora sé que debo morir.
No importa lo que te ha dicho el médico: opérate, pero en Roma, en tal clínica y con tal profesor”. El Padre me dijo esto con tal fuerza y con tanta seguridad que le contesté: “Si , Padre, lo haré “. Entonces él me miró con dulzura, y conmovido, añadió: “ No temas, yo estaré siempre contigo “.
A la mañana siguiente salí ya en viaje para Roma, y estando sentado en el tren, advertí al lado mio una presencia misteriosa: era el Padre Pío, que mantenía la promesa de estar conmigo. Cuando llegué a Roma supe que la clínica era la “ Regina Elena” y que el profesor se llamaba Ricardo Moretti. Hacia el atardecer ingresé a la clínica. Parecía que todos me esperaban, como si alguno hubiera anunciado mi llegada y me acogieron inmediatamente.


TODO LISTO PARA LA OPERACIÓN
Poco después de la consulta médica, vino el director sanitario a pedirme la conformidad para la intervención prevista para el día siguiente, y firmé como se me había pedido.
A las 7 de la mañana estaba ya en la sala de operaciones. Me prepararon para la intervención. A pesar de la anestesia, permanecí despierto y me recomendé al Señor con las mismas palabras que El dirigió al Padre antes de morir: “ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Comenzaron los médicos la intervención y yo sentía todo lo que decían. Sufría dolores atroces, pero no me lamentaba, al contrario, estaba contento de soportar tanto dolor que ofrecía a Jesús, ya que todos aquellos sufrimientos purificaban mi alma de mis pecados.. Un rato después me adormecí. Cuando recobré la conciencia me dijeron que había estado tres días en coma antes de morir.


VEIA A DIOS
Me presenté delante del trono de Dios. Veía a Dios, pero no como juez severo, sino como padre afectuoso y lleno de amor. Entonces comprendí que el Señor había hecho todo por amor hacia mí, que había cuidado de mí desde el primero al último instante de mi vida, amándome como si fuese la única criatura existente sobre esta tierra. No obstante, me di cuenta también de que no solamente no había cambiado este inmenso amor divino, sino que lo había descuidado totalmente.


EN EL PURGATORIO
Fui condenado a 2/3 horas de purgatorio ¿ pero cómo?- me pregunté ¿ solamente 2/3 horas? ¿ y después podré quedarme siempre próximo a Dios eterno Amor?. Di un salto de alegría y me sentía como un hijo predilecto. La visión desapareció y me volví a encontrar en el Purgatorio. Las 2/3 horas de Purgatorio me fueron dadas sobre todo por haber faltado al voto de pobreza, es decir, por haber conservado para mí unas pocas liras – como dije antes.
Eran unos dolores terribles que no se sabían de dónde venían, pero se sentían intensamente. Los sentidos con los cuales se había ofendido más a Dios en este mundo: los ojos, la lengua …experimentaban mayor dolor y era una cosa increíble porque allí abajo, en el Purgatorio, uno se siente como si tuviese también el cuerpo y conoce/reconoce a los demás como sucede en el mundo. Mientras tanto, que no había pasado más que unos instantes con aquellas penas, me parecía ya que fuera una eternidad. Lo que más hace sufrir en el Purgatorio no es tanto el fuego – también muy intenso – sino aquel sentirse lejos de Dios – y lo que más aflige es haber tenido todos los medios a disposición para la salvación y no haber sabido aprovecharse de ellos.


PEDIR ORACIONES
Fue entonces cuando pensé ir a un hermano de mi convento para pedirle que rezara por mí que estaba en el Purgatorio. Aquél hermano quedó maravillado porque sentía mi voz, pero no me veía, me preguntó : ¿Dónde estás , por qué no te veo ¿ Yo insistía y, viendo que no tenía otro medio para llegar a él, intenté tocarlo, pero mis brazos se cruzaban y no llegaba. Sólo entonces me di cuenta de que estaba sin cuerpo. Me contenté con insistirle para que rezase mucho por mí y me fuera del Purgatorio.
¿Pero cómo?-me decía a mi mismo - ¿ no debería estar sólo 2/3 horas en el Purgatorio? Y ¡ han transcurrido ya trescientos años ¿. Por lo menos así me parecía.


JUNTO A LA VIRGEN
De repente se me apareció la bienaventurada Virgen María y le pedí insistentemente, le supliqué diciéndole: ¡ Oh Santísima Virgen María , madre de Dios, consígueme del Señor la gracia de volver a la tierra para vivir y trabajar solamente por amor de Dios!.
Acudí también ante el Padre Pío e igualmente supliqué: “ Por tus atroces dolores, por tus benditas llagas Padre Pío, ruega por mí a Dios para que me libere de estas llamas y me conceda continuar el Purgatorio en la tierra ¡. Después no vi nada más, pero me di cuenta que el Padre hablaba a la Virgen. Unos instantes después se me apareció nuevamente la bienaventurada Virgen María: era Santa María de las Gracias, pero venía sin el niño Jesús. Inclinó la cabeza y me sonrió. En aquel mismo momento volví a tomar posesión de mi cuerpo, abrí los ojos y extendí los brazos. Después con un movimiento brusco me liberé de la sábana que me cubría.


DE VUELTA A LA VIDA
Estaba Contento, había recibido la gracia. La Santísima Virgen me había escuchado. Inmediatamente después los que me velaban y rezaban, asustadísimos, se precipitaron fuera de la sala a buscar enfermeros y doctores. En pocos minutos la clínica estaba abarrotada de gente. Todos creían que yo era un fantasma y decidieron cerrar bien la puerta y desaparecer, por cierto temor a los espíritus.
A la mañana siguiente me levanté muy pronto y me senté en una butaca. A pesar de que la puerta estaba cuidadosamente vigilada, algunos lograron entrar y me pidieron les explicara lo que me había sucedido. Para tranquilizarlos les dije que estaba llegando el médico de guardia, al cual le tenía que decir lo que me había pasado.


LA CONVERSION DE UN MEDICO
Corrientemente los médicos no legaban antes de las 10, pero aquella mañana todavía no eran las siete y dije a los presentes : “ Mirad, el médico esta llegando; ahora esta aparcando el coche en tal puesto “, pero nadie me creía. Y yo continuaba diciéndoles : “ Ahora esta atravesando la carretera, lleva la chaqueta sobre el brazo y se pasa la mano por la cabeza como si estuviera preocupado, no sé que tendrá …”
Pero nadie daba crédito a mis palabras. Entonces dije : “ Para que creáis que no miento, os confirmo ahora que el médico esta subiendo en el ascensor y está para llamar a la puerta y entró el médico, quedando maravillados todos los presentes. Con lágrimas en los ojos el doctor dijo : “ Si, ahora creo: creo en Dios, creo en la Iglesia y creo en el Padre Pío…”


UNA MUERTE COMPROBADA
Aquel médico que primero no creía o cuya fe era como agua de rosas, confesó que aquella noche no había podido cerrar los ojos pensando en mi muerte, que él había comprobado, sin dar más explicaciones. Dijo que a pesar del certificado de muerte que había escrito, había vuelto para cerciorarse de qué era lo que había sucedido aquella noche que tantas pesadillas le había ocasionado, porque aquel muerto ( que era yo ) no era un muerto como los demás y que, efectivamente no se había equivocado.


PURGATORIO EN LA TIERRA
Después de esta experiencia Fray Daniele vivió verdaderamente el Purgatorio en esta tierra, purificándose a través de enfermedades, sufrimientos y dolores, conformándose siempre y en todo con la voluntad e Dios.


Solamente recuerdo algunas intervenciones que sufrió: de próstata, colecistitis, aneurisma de vena abdominal con relativa prótesis, otra intervención después de un incidente callejero cerca de Bolonia, prescindiendo ya de otros dolores no sólo físicos, sino también morales.
A la hermana Felicetta, que le preguntó como se sentía de salud , Fray Daniel le confió : Hermana mía, hace más de 40 años que no recuerdo que significa estar bien.”


LA PROFUNDA DEVOCION MARIANA
Para terminar – comenta el sobrino de Fray Daniel , Remigio Fiore – podría decir, que el relato de Fray Daniel es un episodio más que prueba el amor d Fray Daniel por la Virgen.
Fray Daniel falleció el 6 de julio de 1994.
Mientras colocaban convenientemente sus restos mortales en la capilla de la enfermería del Convento de los Hermanos Capuchinos en San Giovanni Rotondo, y se recitaba el rosario en sufragio de su alma, a algunos de los presentes les parecía que Fray Daniel movía los labios, como para contestar el Ave María del rosario.


«A algunos de los presentes les parecía que Fray Daniele moviera los labios, como para contestar al Ave María del rosario». Después de que el alma ya no estaba en el cuerpo de Fray Daniele, aún así, para aquellos, algunos de los presentes, veían como seguía orando al Señor.
El cuerpo acostumbrado a tanta oración, todavía permanecía como si estuviera bien vivo, aunque en ese mismo momento su alma ya gozaba de la presencia de Dios