*Medjugorje: Ivona convirtió a su marido 6 horas antes de morir

Foto misteriosa en la iglesia de Medjugorje
Ivona, de 49 años, viuda con dos hijos grandes, es florista. Ha venido a Medjugorje por 3ª vez en noviembre del 2013 y su extremo fervor nos ha conmovido. Todos los días, pese al frío, al viento, a la lluvia y al barro, ha subido y descendido del Krizevac descalza.
 
Vive en un pequeño dos ambientes en Ucrania, donde se casó en 1984. Igor, su esposo, muy pronto mostró su lado malo: se dio a la bebida, la maltrataba y hasta le pegaba. Ella terminó por comprender que tenía una amante, una mujer casada, madre de 3 criaturas. A pesar de ser católico, Igor hablaba mal de los sacerdotes y sólo acudía a la Iglesia para las Fiestas. Pero Ivona amaba sinceramente a su marido y oraba mucho por él. Un día él se enfermó de gravedad y se vio obligado a dejar de trabajar. Necesitaba ser atendido en forma continua y su amante lo abandonó.

Viendo que su marido iba a morir, Ivona se preocupaba por su destino eterno. Por amor a él, no sólo oraba sino que también ofrecía sus ayunos a Dios. En agosto del 2009, fue a Medjugorje para pedir que Igor se reconciliara con Dios. Bajo un calor tórrido, subió diariamente el Krizevac posando sus pies descalzos sobre las piedras ardientes mientras le suplicaba a Dios: “¡Que no muera sin haberse confesado!” Como Igor hablaba pestes contra sus hijos, ella oraba por la unidad de toda su familia. “Aun cuando mi marido llegara a detestarme, le decía al Señor, ¡dame la fortaleza para soportarlo!”.

A pesar de sus tiernos cuidados de día y de noche, Igor la insultaba. Sin embargo, Ivona experimentaba paz en su corazón porque su oración la mantenía unida a Dios. Llegó el momento en que su esposo debió ser hospitalizado y ella pasaba horas a su lado. En tres oportunidades Igor rechazó con desprecio al capellán que le ofrecía que se confesara. Ivona callaba y no se daba por vencida. Continuaba rezando con todo su corazón por su esposo, segura de que Dios la escuchaba. Rosarios, coronillas de la Misericordia se sucedían intercalados con los cuidados médicos.

El 6 de enero de 2010 por la mañana, día de su muerte, ¡oh milagro! Igor acarició los cabellos de su mujer y le dijo: “A pesar de que he sido tan malo contigo, ¡sigues amándome y ocupándote de mí!”. Sus piernas se habían vuelto negras pero todavía estaba consciente. Ivona debió ausentarse por algunas horas del hospital porque su hija tomaba aquel día la Primera Comunión. 

A su regreso, se encontró con el sacerdote y le propuso intentar nuevamente confesar a su marido a quien le quedaban pocas horas de vida. Pero, segundo milagro, el sacerdote le respondió que acababa de estar con él, quien había hecho una buena confesión, después de haber estado 20 años alejado de la vida sacramental. ¡Se enteró de esta noticia en un corredor del hospital! Cuando entró en la habitación, depositó en las manos de Igor una estampa de Jesús Misericordioso y, muy sorprendida, vio que la tomaba entre sus dedos, la levantaba y la contemplaba con serenidad. Después le dijo a su mujer: “¿Cómo conseguiré ir para arriba?” Ella le respondió: “Te vas a tu casa, ¡no tengas miedo! Jesús te alumbra el camino para ir hacia Él y los Reyes Magos te acompañan.” Viendo que tenía mucho dolor, ella le dijo: “Recuerda que Jesús también sufrió antes de ir al Padre”.

 Ivona le pidió perdón por todas las ocasiones en que ella lo había hecho sufrir y le manifestó que por su parte le perdonaba TODO. Igor ya no podía hablar pero las lágrimas que derramaba eran su respuesta. Ella le agradeció por los años que pasaron juntos y luego, con una amplia sonrisa le dijo: “¡Ahora, puedes partir en paz hacia la casa del Señor!”. Escuchando estas palabras, los ojos de Igor se quedaron fijos…, ya había muerto.
Ivona perseveró en la oración y el ayuno. Todo lo que le había pedido a Dios se había cumplido. Igor se confesó in extremis, 6 horas antes de su muerte, justo antes de perder el uso de la palabra. En la Cuaresma que siguió a su muerte, ella ayunó 40 días a pan y agua para agradecer a Dios por la conversión de su marido.

Ivona no quedó inactiva a la muerte de su esposo. Su hijo Boris está muy enfermo. Volvió a Medjugorje por él, con la intención de impetrar el corazón de Dios por su curación y especialmente por su conversión porque ha abandonado la Iglesia y se ha juntado con una persona de mala vida. Ella ha hecho un trato con Dios: “¡Tú Señor, ocúpate de mi hijo Boris y yo me ocuparé de TUS hijos, los sacerdotes!”. El 25 de noviembre último, después de haber subido las colinas del Krizevac y del Podbrdo descalza, ¡pasó toda la noche en la iglesia ante el Santísimo Sacramento, orando por los sacerdotes!

La Virgen María nos dijo: “Oren sin cesar por el don del amor” y “Ustedes deben tener un corazón puro y humilde”. Ivona forma parte de aquellos “violentos” que han elegido arrebatar el Reino cueste lo que cueste. ¡No será defraudada!