* ¿Nadie va a parar los pies al jesuita ese?

por Jorge  G Guadalix, sacerdote

Rafaela es mujer de ideas claras talladas en su alma por su maestra y el bueno del sacerdote que les atendió de niños. Trabajadora y responsable, siempre tuvo muy claro cómo funciona una cadena de mando por lo civil y por lo eclesiástico. Este manda, este obedece, y el que no acata las normas a la calle. Eso dijo a su sobrina Mari cuando se quedó sin trabajo por empeñarse en hacer las cosas al revés de cómo le decía el jefe: te ha pasado lo lógico, ¿qué querías?
Por eso Rafaela no comprende las cosas que pasan en la Iglesia. Acaba de llamarme, y mira que hacía tiempo. Una llamada, por cierto, en tono de preguntar y desahogarse. Casi que la estaba esperando.

Nos hemos pasado un buen rato al teléfono, pero voy a intentar resumir su pensamiento. Ella, que es seguidora de este blog, amén de cuasi protagonista, ya se agarró un buen enfado con los últimos disparates de Masiá. Ayer el sobresalto con lo del vicario general de Mallorca. Creí que era suficiente, pero es que me dice que su sobrino acaba de enviarle lo último de otra de sus amigas, a la que conoció gracias a un servidor: sor Lucía Caram. Yo no tenía ni idea, así que me ha facilitado el material.

A ver, Jorge, que nos conocemos desde hace mucho, ¿tú crees que es normal que un cura o una monja digan que no les parece mal lo del aborto? Ya sabes que yo soy muy bruta, y si dos maricas se quieren juntar allá ellos y ya se entenderán con Dios. ¿Pero matar a un niño? ¿Y dicen que lo aceptan? ¿Qué no pasa nada?

Mujer, le he dicho, el vicario de Mallorca ha rectificado esta mañana. Ya, me dice, con la boquita pequeña, que ayer bien claro dejó todo. Vosotros, me dice, bueno tú no, los jefes, los que tengan autoridad, pasáis de muchas cosas y aquí cada cual dice lo que le da la gana y nunca pasa nada. ¿Nadie va a parar los pies al jesuita ese, y mira que lleva tiempo dando la lata? Y la otra, la Caram esa, ¿no es de clausura? Pues a rezar y menos jaleo. Y no me digas que lo del cura de Mallorca por mucha que quiera arreglarlo hoy no es para echarle a patadas.

¿Qué quieres que te diga? Nada, porque sé que no puedes. Pero es una vergüenza y yo estoy muy hartita. Y me parece que no soy la única. ¿La Joaquina tampoco está contenta? ¿La Joaquina dices…? Si solo fuera ella… la gente, Jorge, mucha gente… más de la que te piensas.
Luego vendrá un pobre cura con cualquier fallo y se lanzarán a por él. ¿Sabes lo que pasa? Que al final los jefes vuestros no se atreven con estos ni con los de la iglesia esa de las rosquillas porque salen en la tele. Siempre igual. Y yo muy hartita.