Me viene
a la memoria el asombroso testimonio de Stanley, padre de 13 hijos, en
Filipinas, muy conocido entre los angloparlantes. Una mañana de marzo de 1993,
fue llevado al hospital, escupiendo sangre... Cuatro especialistas declararon
que su posibilidad de sobrevida era de una en un millón. A pesar de estar bajo
carpa de oxígeno en terapia intensiva, la sangre no paraba salirle de la boca.
Muy pronto el electrocardiograma comenzó a emitir una señal llana. (Dejo de
lado los detalles técnicos) Se iniciaron los preparativos para el funeral.
Sin embargo, sus familiares se oponían a que se desconectara el respirador
artificial.
Stanley
cuenta que en un momento determinado vio una luz muy brillante, luego de
repente reconoció a alguien que estaba frente suyo. ¡Era Jesús! Jesús le mostró
entonces toda su vida en una especie de pantalla gigante, desde su más tierna
infancia. Cuando Stanley había cometido pecados graves, la película se hacía
más lenta, como si Jesús quisiera mostrarle que lo que había hecho estaba mal.
Stanley intentaba cerrar los ojos pero esto no le impedía seguir viendo. Cada
pecado lo golpeaba y le pesaba. Por el contrario, se sentía ligero como un
pájaro viendo el bien que había hecho por ejemplo a los pobres,. Luego Jesús
dijo a Stanley que debía volver a la tierra porque tenía aún muchas cosas por
hacer.
Mientras
tanto Stanley en terapia intensiva... De repente volvió en sí. Se sentía tan
bien que él mismo se quitó todos los caños y aparatos que estaban conectados a
su cuerpo. El personal médico al verlo entró en estado de choc, y desfilaban
examinándolo y volviendo los exámenes. Finalmente, el jefe del servicio le
dijo: “Mire, su electrocardiograma emitía una señal lineal en el momento de su
admisión, ¡y ahora está normal...! ¡Había estado aparentemente muerto durante
tres días! ¡Su médico quedó tan impresionado por
el acontecimiento que ingresó al seminario, con los jesuitas!
Durante
este tiempo misterioso, Jesús se reveló profundamente al corazón de Stanley y
le confió la misión de orar y de difundir la coronilla de la Divina
Misericordia, y desde entonces cumple con su misión. Como la cantidad de gente
que venía a verlo para confiarle sus problemas aumentaba día a día y Stanley no
sabía qué debía hacer, se lo preguntó a Jesús y recibió la siguiente respuesta:
“Diles tan sólo que oren la coronilla incesantemente y serán guiados.”
Cuando
se le pide a Stanley que dé su testimonio, comienza a animar una coronilla de
la Misericordia ante la asamblea. Pero a veces, su voz se quiebra de emoción al
recuerdo de Jesús Misericordioso ¡y no puede seguir hablando! Pide entonces ser
reemplazado. Su testimonio ya ha provocado innumerables conversiones. Los
corazones son profundamente tocados y reciben la gracia del arrepentimiento; se
reconcilian con Dios y cambian de vida. Jesús le ha dicho que no era suficiente
proclamar su misericordia, que debía también ponerla en acción. Si se le pregunta
a Stanley cómo hacerlo, responde: “siendo un ejemplo vivo de Su misericordia”.
(El cardenal Vidal que ha investigado la experiencia de Stanley y la considera
auténtica, ha aprobado su testimonio público)
Sor Emmanuel, Medjugorje