*La ONU quiere que la Iglesia cambie su fe

10/02/2014 por Daniel Arasa



Quizás algunos piensen que la ONU es un organismo en que quienes allí están vibran deseosos de defender los Derechos Humanos, de personas que, simplificando, van “con el lirio en la mano” en pro de la verdad, el bien y la belleza; una verdadera concentración de seguidores de la entrega de la Madre Teresa de Calcuta o, como mínimo, de filántropos abnegados en pro de la humanidad y de la causa de los más desfavorecidos. 

Creo que en los primeros tiempos de la ONU, en aquellos años 40 que siguieron a la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial la mayoría estaban en esta línea: construir un mundo mucho más fraterno, que no se repitieran las matanzas y opresiones, que se buscara la paz siempre por medio de negociación, que los Derechos Humanos imperaran. Pero décadas más tarde, junto a muchas personas de buena voluntad, bastantes lobbies han intentado “penetrar” en las instituciones y organismos de la ONU con intereses no tan limpios y a veces sectarios. Y algunos lo han logrado.



Por llevar muchos años trabajando en organizaciones familiares sé alguna cosa en este campo. En 1994, Año Internacional de la Familia, una persona que participó en la Conferencia Mundial sobre Población celebrado en El Cairo organizada por la ONU, al regresar de la capital egipcia me comentó: “El diablo estaba allí”.



¿Qué quería decir? Había comprobado cómo los lobbies abortistas, los promotores de todo tipo de control de natalidad y que querían a toda costa imponerlo en el Tercer Mundo, los que erosionaban la familia sin el menor pudor, se habían adueñado de buena parte del pensamiento y el obrar de la ONU en estos campos. Aunque en grado menor, algo en la misma línea afloró también en la Conferencia sobre la Mujer celebrada en Pekín al año siguiente

Desde entonces, quienes recibimos información frecuente sobre estos temas relacionados con la familia y la vida sabemos que estos lobbies siguen trabajando en la ONU con tales objetivos. Algunos tienen mucho peso. El reciente informe de dicho comité de Ginebra lo ratifica de manera pública. Plantea que la Iglesia Católica modifique sus convicciones, lo cual parece que no corresponda a la ONU solicitar.