El cristianismo empezó con una embarazada en circunstancias
complicadas que no lograba encontrar alojamiento para dar a luz. "No había
posada para ellos", dice el Evangelio.
Casa Cuna de las Hermanas Adoratrices de Córdoba |
Una casa para chicas en apuros
La Madre Pilar, de la Casa Cuna de las Hermanas Adoratrices
de Córdoba, nos cuenta que cada año pasan por la casa unas 15 jóvenes madres.
"Algunas llegan con dos meses de embarazo, otras con 8
meses. Les ponemos una acompañante que vaya con ellas al médico, a las
ecografías, incluso les acompaña al parto, a la hora que sea, de madrugada,
incluso; la acompañante y los voluntarios se encargan de llevarla y recogerla
en coche, de estar en el hospital con ella si ha de recuperarse de una cesárea,
etc...", explica esta veterana religiosa, con 59 años en la congregación.
Una red de voluntarios
Toda esta atención es posible porque las adoratrices han
creado una red de voluntarios "estupendos", explica la Madre Pilar.
La mayoría son mujeres de Córdoba, figuras maternas y de acompañamiento para
chicas que están y se sienten solas.
También hay hombres, incluyendo profesores voluntarios para
distintos talleres y cursos que se imparten en la casa. "Damos talleres
por las mañanas, de cosas de la casa, de informática básica... la mayoría de
las chicas son extranjeras, latinas o del este, y muchas tienen muy poca
cultura y formación".
Pocas subvenciones y llegan tarde
La Junta de Andalucía aporta una pequeña subvención anual, y
además suele llegar tarde. La casa en realidad se mantiene con "ayudas por
aquí y limosnas de allá". La comida la pone el Banco de Alimentos.
En Navidades, además, las parroquias de la zona y los
colegios religiosos (maristas, salesianos y de Lasalle) suelen hacer colectas
extra de comida y materiales para bebés: ropitas, potitos, etc...
Es muy duro ser madre sola y las chicas a veces se
desalientan, pero "cuando llegan del hospital a la casa y encuentran su
canastilla, su cunita, todas esas cosas, sienten una ilusión muy grande y se
animan. Aquí se las acoge con amor. Decimos que un tropiezo lo tiene cualquiera
y las ayudamos a seguir adelante".
Salir de la casa, no abandonar
A los 4 meses se coloca al niño en una guardería concertada
para que las chicas puedan trabajar. Es otro momento duro y llega el momento de
dejar la casa cuna. "Hermana, ¡pensar que me voy!, ¿quién me ayudará con
el niño?", se asustan. "Pero no les dejamos solas. Entre dos o tres
alquilan un pisito y se ayudan mutuamente con la ropa, los alimentos... Todo lo
que recibimos se comparte. Las chicas han visto que otras antes que ellas han
sabido desenvolverse, eso las anima y piensan ´yo también puedo´", señala
la Madre Pilar.
Pero es difícil: son chicas que carecen de apoyos familiares
y con sueldos de 300 a 500 euros, si es que tienen alguno.
La casa tiene misa a las 11. No es obligatoria para nadie.
Las chicas latinas y españolas suelen participar, a veces también las
ortodoxas.
Las religiosas les animan a "sentar cabeza".
"A veces nos visitan algunas que ya han estabilizado su vida, se han
casado, el niño ha crecido", comenta la religiosa, que aunque ya es mayor
se mantiene muy activa: "aquí hay que estar joven aunque no tengas edad.
Yo nunca he sufrido un bajón. Nuestras chicas nos ponen siempre bien, para
ellas no podemos estar mal".