Publicamos un estremecedor relato de las atrocidades cometidas contra los cristianos
en Maaloula (Siria), procedente de una entrevista a la Hermana Raghida,
del Patriarcado Greco-Católico en Damasco, a la edición francesa de
Radio Vaticano. Siria, antes uno de los países más seguros, se ha
convertido en una tierra de lucha feroz en la que los cristianos son
particularmente vulnerables.
(Aleteia/InfoCatólica) La ciudad de Maaloula,
recientemente conquistada por las tropas gubernamentales y destruida en
su mayor parte, después de estar bajo control de los yihadistas, se ha
convertido en el símbolo del martirio de los cristianos en Siria.
«En los pueblos y aldeas que están ocupadas por elementos armados, los yihadistas y los grupos musulmanes extremistas ofrecen a los cristianos dos alternativas: la shahada (profesión de fe musulmana, ndr.) o la muerte. A veces piden un rescate. Así que están entre la shahada, el rescate o la muerte. Quienes no niegan su fe sufren el martirio, y además un martirio extremadamente inhumano, de una violencia extrema que no tiene nombre.
Si quieren ejemplos, en Maaloula crucificaron a dos jóvenes porque no quisieron decir la shahada. Les dijeron: «entonces quieren morir como su amo en el que creen. Tienen una opción: recitan la shahada o serán crucificados». Y les crucificaron. Hubo uno que fue crucificado delante de su padre. Incluso mataron a su padre. Esto ocurrió por ejemplo en Abra, en la zona industrial en las afueras de Damasco. En cuanto entraron en la ciudad, comenzaron a matar a hombres, mujeres y niños . Y después de la masacre, se llevaron las cabezas y jugaron al fútbol con ellas.
En cuanto a las mujeres, les sacaron a sus bebés y los ataron a los árboles con sus cordones umbilicales. Afortunadamente, la esperanza y la vida es más fuerte que la muerte. Después de un período de calma y de que la ciudad volviera a manos del ejército, hicimos misas de réquiem, y seguimos rezando intensamente.
«En los pueblos y aldeas que están ocupadas por elementos armados, los yihadistas y los grupos musulmanes extremistas ofrecen a los cristianos dos alternativas: la shahada (profesión de fe musulmana, ndr.) o la muerte. A veces piden un rescate. Así que están entre la shahada, el rescate o la muerte. Quienes no niegan su fe sufren el martirio, y además un martirio extremadamente inhumano, de una violencia extrema que no tiene nombre.
Si quieren ejemplos, en Maaloula crucificaron a dos jóvenes porque no quisieron decir la shahada. Les dijeron: «entonces quieren morir como su amo en el que creen. Tienen una opción: recitan la shahada o serán crucificados». Y les crucificaron. Hubo uno que fue crucificado delante de su padre. Incluso mataron a su padre. Esto ocurrió por ejemplo en Abra, en la zona industrial en las afueras de Damasco. En cuanto entraron en la ciudad, comenzaron a matar a hombres, mujeres y niños . Y después de la masacre, se llevaron las cabezas y jugaron al fútbol con ellas.
En cuanto a las mujeres, les sacaron a sus bebés y los ataron a los árboles con sus cordones umbilicales. Afortunadamente, la esperanza y la vida es más fuerte que la muerte. Después de un período de calma y de que la ciudad volviera a manos del ejército, hicimos misas de réquiem, y seguimos rezando intensamente.