Carlos González no daba atisbos de seguir algún día la fe de sus padres. Desde adolescente las juergas eran su pasión. “Mis fines de semana se basaban en salir a beber, ligar y hacer el imbécil.
El 19 de noviembre de 2011 mientras
Carlos vive otra noche de copas y farra, en otro lugar de Madrid la
joven Covadonga Sanz Gutierrez recorría junto a sus amigos la avenida
Ventisquero de la Condesa en el barrio de Mirasierra. Iba en el asiento
trasero de un vehículo junto a tres amigos. El descuido y una mala
maniobra dieron paso al resto… se salieron de su pista impactando
frontalmente con otro vehículo. Dos de los amigos
de Cova fallecieron en el lugar y ella, camino a urgencias, se aferraba
apenas a la vida. Otro tanto ocurría con Diego, el cuarto de los
pasajeros.
La campaña de Twitter que conmovió a Carlos
La historia de la muchacha de 16 años,
estremeció a su círculo más cercano que no tardó en llegar al Hospital
Universitario La Paz en Madrid, y con su familia comenzaron a realizar
públicos llamados pidiendo cadenas de oración que rogasen por la
salvación de la muchacha. Los más jóvenes hicieron lo propio y
dispararon la campaña por Twitter @aupacova.
Mientras esto ocurría Carlos, nada más
regresar a casa de su parranda habitual, se enteraba casualmente del
asunto. “En ese tiempo yo estaba colado por Cristina, una chica que
conocía a Cova y me pidió que siguiera la cuenta de Twitter @aupacova.
Automáticamente, sin saber lo que estaba haciendo realmente, cumplí con
lo que me pedía. Tal vez así
lograba llamar su atención. Después de algunas semanas siguiendo el
@aupacova me di cuenta que me afectaba lo que estaba ocurriendo. Ya no
leía los tweets para contarle a Cristina que lo hacía, sino que esperaba
ansioso a conocer los partes médicos para quedarme tranquilo. Quería
que se pusiera bien y a mi manera se lo pedía a Dios Padre”.
Por esta pequeña rendija que abrió en
su alma Cristo entró y poco a poco iría conquistando al machote que sólo
sabía de parranda. Al cabo de unas semanas y sostenida por la oración
de miles, también aquella de Carlos, la salud de Cova evolucionó
favorablemente.
Peregrinando hacia el Padre
Los primeros dos fines de semanas de
marzo de 2012, tal como se ha hecho desde 1940, la comunidad católica
Navarra se congregó para participar de Las Javieradas... Una peregrinación en honor a San Francisco
Javier que impulsó la obra de la Compañía de Jesús en España. Miles de
jóvenes llegaban de diversos puntos del país para participar en el
encuentro. Entre ellos, invitado por dos amigos, venía Carlos.
Paco y Jorge, los artífices de que el
chico estuviere allí, ciertamente movidos por el Espíritu Santo le
animaron para que en la Vigilia del sábado se confesara. “Y lo hice
–recuerda emocionado Carlos-, y mi penitencia fue pedirle a Dios en la
Adoración que me dejase volver” (…) “No le pongamos nombre a lo que
ocurrió, eso da igual, pero arrodillado, con los ojos cerrados y
hablando con Dios, ¡sentí mi corazón tan limpio que me invadió el amor
de Dios al completo! Desde entonces he vuelto a nacer”.
El corazón de Carlos -como el de miles
de peregrinos- “rebosaba amor” y la experiencia era un punto de
inflexión en su vida. Después de recibir el sacramento de la
reconciliación, afirmó que cobró un sentido distinto la propia
existencia y se sintió abrazado por Dios. Por lo tanto, debía cerrar un
ciclo lleno de aventuras “salvajes” para volver a la “Casa”.
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