*El Gurú actuaba al servicio del demonio

Mis padres me bautizaron algunos días después de mi nacimiento, seguí todos los cursos de catecismo e hice mi primera comunión.
Mamá, una mujer santa, me había enseñado a rezar todas las noches. Sin embargo, después de mi comunión no volví a frecuentar la iglesia católica hasta 1996, fecha en la cual Jesús vino a salvarme. Tenía 32 años.


A los 15 años mi vida cambió. Comencé a fumar, a frecuentar bares sórdidos, a echar las cartas, a practicar la numerología, a escribir a los astrólogos. Cuando mis estudios escolares se terminaron, pasaba todos los fines de semana en las discotecas fumando hachís, bebiendo alcohol, vestida con mini-faldas y vestidos de lujos y fornicaba, con hombres que me encontraba. Buscaba el Amor con una gran A.

Satán me tenía atada y me impedía volverme hacia el amor de Cristo. Me cegaba con aquello que los hombres podían darme: el placer de la carne, el dinero, el bien-estar y el mundo. Estaba bajo lazos infernales. Pero tenía mucha necesidad de que se ocuparan de mí y no quería morir sin amor. Era suicida y destructiva después de haber sufrido muchas maldades en mi juventud y Satán en su crueldad, agravaba mis dolorosas heridas.

Durante una noche en un club nocturno conocí a un chico y, al cabo de algunos meses, decidimos vivir en concubinato. No sabía que si tenía relaciones sexuales sin estar casada por la iglesia, mi alma se unía a los espíritus impuros. Al cabo de 5 años, le dejé y me mudé a otra ciudad en la cual conocí a una astróloga y a una rosacruciana de AMORC !

La astróloga me propuso hacerme mi carta astral kármica y yo acepté. Me explicó que se trataba de estudiar mi carta astral sobre la base de mis vidas anteriores estudiando mi karma.
Algún tiempo después fui a un centro espiritista para escuchar las enseñanzas de un gurú en las cuales descubrí un libro que luego estudié, se titulaba “El Evangelio según el espiritismo” de Allan Kardec.

Este gurú propuso un día a aquellos que lo desearan participar los miércoles por la noche en sesiones de espiritismo y, en mi inocencia, ¡acepté! Y ahí, empecé a encontrarme con mediums que entraban en trance, que recibían supuestos mensajes del Santo Cura de Ars, del Santo Padre Pío, de Santa Teresa del Niño Jesús, o también de la Madre de Dios, a veces del Señor Jesucristo e incluso de extra-terrestres! Si hubiera sabido que eran ángeles caídos los que daban esos mensajes hubiera dejado el centro espiritista inmediatamente.
Después, un miércoles por la noche, el gurú propuso a aquellos que lo desearan, hacer una gran limpieza de su alma !

Interiormente, sufría mucho pero, en ese momento, no sabía que eran  los pecados acumulados los que me oprimían. Yo creía que ese sufrimiento interior era debido al karma que había acumulado en mis supuestas vidas anteriores, pues yo creía en la reencarnación.
Creyendo que el gurú tenía el poder de liberarme de mis vidas anteriores, acepté su proposición y me senté a su lado. Él actuaba al servicio del demonio y, al aceptar a abandonarme a su poder, permití al demonio que me poseyera.

Los malos espíritus entraron en mí a causa de mis errores de vida,  la cartomancia, péndulo, astrología, horóscopo, líneas de la mano, iniciación al yoga, adoración de Buda, meditación esotérica, apertura de los chakras, chi gong, etc.
El gurú impuso su mano con los poderes que había recibido del demonio sobre dos de mis chakras ! El chakra del corazón y el chakra del tercer ojo !
Seguidamente me dijo que me había transmitido la luz. Pero desgraciadamente se trataba de la luz del enemigo de Dios.
Posteriormente volví a mi casa y empecé a encontrarme mal. En la siguiente sesión de espiritismo, viví una experiencia muy difícil. La Kundalini se elevó.
La Kundalini es una poderosa energía que está ubicada en el hueso sacro en la parte inferior de la espalda. Cuando se despierta, sube a lo largo de la columna vertebral y trabaja de centro en centro hasta el chakra coronario que está situado sobre la cabeza.
El poder de esta energía era tan fuerte que durante esta experiencia tuve la impresión de que iba a ser elevada al cielo.
Lo que en ese momento no había comprendido es que, a través de la práctica del yoga y de la kundalini, yo había permitido que el poder de Satán entrara en mí y me dirigiera desde el interior. No sabía que la práctica del yoga podía abrir la puerta de mi alma a entidades espirituales malas. El yoga no es una simple práctica. Pertenece a una verdadera religión de la cual es difícilmente desligable. Me hizo adorar divinidades y tiene una función espiritual. Aprendí de un sacerdote instruido en estas cuestiones que el yoga es una práctica hindú que busca la unión del yo temporal, “JIVA”, con el infinito, “BRAHMAN”, el concepto hinduista de Dios. Este Dios es presentado como una substancia espiritual impersonal. No es Jesucristo, el Dios personal de la Revelación. En realidad, invocando divinidades extrañas que no existen nos arriesgamos a entrar en contacto con demonios y a someternos a ellos. Tomé entonces consciencia de que practicando el yoga, adoraba a otro Dios que no era la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo y por tanto, como consecuencia, quebrantaba el primer mandamiento de Dios: “No tendrás otros Dioses fuera de mí”.
Entonces, sintiéndome cada vez peor, decidí dejar estas técnicas ya que por la apertura de los chakras me mantuve entre la vida y la muerte durante muchos meses y, si sigo viva hoy puedo decir que ha sido gracias a Jesús.
No habiéndose saciado mi sed de conocimiento, me afilié a la Orden de la Rosa-Cruz AMORC y rápidamente comencé a recibir pequeños fascículos para estudiar. Llegué al séptimo grado del Templo. Me afilié también a una logia Rosacruciana en la cual pasé diversas iniciaciones y, no fue hasta más tarde, cuando Jesús me liberó, que vi como Satán me había poseído en cada iniciación.
En esta Orden, estudié diferentes cosas, tales como el cuerpo psíquico del hombre, el viaje astral, el aura humana, los chakras, los sonidos vocales, los mantras,…
A través de estos estudios, buscaba conocer y comprender al Dios de mi corazón que denominábamos como “El Dios cósmico”. Pero en absoluto comprendí a ese falso Dios ni a esas energías. Imaginad qué relación de amor tenía con ese Dios! ¡Ninguna! Ninguna relación de amor ardiente, de corazón a corazón,  tal y como sí puedo vivirla ahora con Jesús en la Eucaristía.
En mi búsqueda dentro de la Nueva Era, que no viene de Dios, he practicado el magnetismo, la telepatía, el péndulo, todo tipo de magia, la hipnosis, respiraciones de Nueva Era, lectura del aura, toda forma de curación por medio de energías, por cristales, la música y los colores, las meditaciones con músicas de la Nueva Era, el reiki, del cual los obispos de los Estados Unidos nos previenen. Y experimenté en mi cuerpo que Satán había depositado su energía en mí con su poder y ahí comencé a temblar.
En la Orden de la Rosacruz AMORC, conocí a un señor que estaba solo desde hacía varios años ya que su esposa le había dejado por otro hombre. Algunos meses más tarde, decidimos casarnos civilmente. No podíamos casarnos por la iglesia católica porque él ya había recibido el sacramento del matrimonio.
Y he aquí que llegó un golpe de gracia! Mirando un poster del Sagrado Corazón de Jesús escuché Su voz que me decía: “Mis santas llagas te salvarán” ! Las llagas de Su dolorosa Pasión. Poco tiempo después, durante una peregrinación a Medjugorje, acepté reintegrarme en la iglesia católica. Y allí me presenté toda pequeñita con mi gran miseria ante el Santísimo Sacramento expuesto, ante la presencia real de Jesús vivo, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad !
De vuelta a Francia, Dios me concedió una primera experiencia sobrenatural en la cual me pidió hacer penitencia.
Me enseñó mi alma encerrada en la Bestia que tenía una cabeza de león, tal como está descrito en el Apocalipsis. Vi a demonios que me rodeaban y que estaban listos para llevarme con ellos al lugar de las tinieblas. Esos demonios estaban ligados a cada uno de mis pecados.
Cuando comencé a mirar más profundamente mi alma, me vi como una hiena y descendí al fondo del abismo, en un cráter de fuego, blasfemando y sintiendo odio a Dios, al igual que los condenados. El estado de mi alma era la consecuencia de mis desobediencias a la Ley de Dios y Satán con furia me dijo: “Te he condenado a las penas del infierno”. No sabía que Satán ardía en el infierno y quería que todos ardieran con él. Su odio había entrado en mí. Vi como Satán y los ángeles caídos con los condenados atacaban a las almas a nivel del corazón y del cerebro para destruirles. Lo más terrible es que oía a mi alma decir: ¡ Satán te amo ! ¡Era verdaderamente horrible ! ¡Yo era un demonio en la putrefacción !
Saben, yo era una mujer del mundo, seductora, cortesana y dominante; yo decía que era una mujer liberada pero de hecho estaba encadenada a Lucifer. Mi rebelión comenzó escuchando el rock, los Beatles, ACDC y los espíritus de estas malas músicas entraron en mí … e iba diciendo por todas partes: “Peace and love” que significa paz y amor. Empleaba esas palabras con algunos de mis amigos hippis. Mi rebelión interior me llevó a estar a favor de la homosexualidad, el divorcio, el concubinato, el aborto. En ese momento no había tomado consciencia de que era una gran perseguidora de la Ley de Cristo, pero estaba atada por el abismo y no podía reaccionar de otra manera. Es la luz de Satán, que no es otra que tiniebla, la que habitaba en mí. Si mi madre no hubiera rezado mucho y no se hubiera sacrificado por mi alma, yo estaría actualmente cegada por la luz de Lucifer. El ayuno y la oración me ayudaron mucho.
Seguidamente escuché al enemigo de Dios hablar a la Santísima Virgen a la que tiene un temor terrible. Decía, hablando de las almas: “las tengo a todas, las tendré a todas” y también escuché que tenía a muchos sacerdotes (porque no hacen penitencia ni oran). Si el demonio consigue condenar a un sacerdote con una mujer, entonces puede descansar, ya que durante ese tiempo el sacerdote ya no realiza su deber, que es el de salvar a las almas. Qué desgracia para esas mujeres que alejan a los sacerdotes de su vocación ¡Están ya bajo la justicia de Dios y los suplicios del infierno las esperan si no se arrepienten ! Si supierais cuántas lágrimas vierte la Santísima Virgen porque ve a la Bestia engullir más y más almas. Por eso ella llora muchas lágrimas de sangre.
Satán condena a las almas con el amor al mundo, al dinero, a la carne y a la Nueva Era. Si supierais el odio que nos tiene a cada uno de nosotros,  a Dios y a los sacerdotes, es terrible. Dios me dijo: “Reverencia a mis sacerdotes”. Los sacerdotes son la niña de los ojos de Jesús. Sin los sacerdotes, nadie podría tener acceso al cielo ya que son solo ellos quienes nos dan los sacramentos, quienes nos abren la Vida de Cristo en nosotros y nos dan Su perdón.
Después de estos momentos de intenso horror, Jesús me volvió a subir del abismo recogiéndome con él y sentí Su poder para sacarme de ese estado de tinieblas, en la que estaba completamente aterrorizada.
Dios en su gran bondad, me consoló y me dijo con una gran caridad: “Eres mía” “No pienses más que en mí”, “No pienses más que en amarme”, “Yo te curaré”, “Estás bañada en mi sangre”, “Te he creado de Mis manos”. “Dame mucho amor y no peques más.” “No vendas más tu alma al diablo” “No me traiciones más” “Yo soy tu único maestro” “Yo soy el camino, la verdad y la Vida” “No te alejes más de mí” “Escucha mi palabra, guarda mis mandamientos, guarda mis sabbats”, es decir el día del Señor”.
Los mandamientos de Dios, sabía que eran diez pero no sabía más. Entonces tomé la Biblia, los leí y después de tener conocimiento de ellos, descubrí que vivía desde la edad de quince años en estado pecado muy grave y algunos eran pecados mortales. Entonces Jesús me dijo: “Defiende mi Ley”. Y es lo que hago desde 1996. Para servirle bien, el Espíritu Santo me dijo que me había dado el carisma de la Verdad !
Después, me encontré con aquél con el que debía formar alianza y le expliqué que debíamos vivir en castidad hasta el matrimonio civil. Pasaron varios meses y nos casamos en el Ayuntamiento y dos días después de la boda, dejé la habitación conyugal ya que Jesús me vino a llevarme de allí diciéndome: “Obedéceme” “Pido reparación” “tu pecado me ha ofendido” “Sométete hija mía” y me mostró los demonios a los que estaba atada a causa de mi pecado de adulterio.
Imaginaos mi desesperación ! Me era imposible pensar que podría vivir sin un hombre. Tenía necesidad de ser sobreprotegida. Me había casado para formar un hogar con hijos pero Dios me dijo en ese momento que me estaba prohibido procrear porque no tenía el sacramento del matrimonio.
A la mañana del día siguiente busqué un sacerdote confesor que me recibió con caridad y le expliqué lo que Dios me había pedido. El sacerdote me confirmó que era necesario que viviéramos como hermano y hermana y añadió que solo podría comulgar si vivía en la continencia. Después me explicó que el divorcio no rompe el matrimonio de la Iglesia y que mi marido seguía casado delante de Dios con su esposa legítima hasta que la muerte los separare, incluso aunque hubiere rehecho su vida. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre !
Sé muy bien que Dios va a pedirle cuentas a esa mujer. Dios me ha dicho que lloraba por la mujeres infieles. Esa mujer que dejó a su marido escuchará a Dios decir, en el momento de su juicio particular: “Mujer, ¿qué has hecho con tu marido?” Si ella hubiera rezado a Dios, Él les habría reconciliado, pero su corazón era muy duro. Sabéis, el alma de mujer que no perdona a su marido o que lo abandona está en el abismo. Por supuesto si le deja porque su vida está en peligro es diferente. En ese caso, la iglesia permite la separación, pero no el divorcio.
Hermanos y hermanas, ¿quiénes somos nosotros para no perdonar cuando Dios perdonó a sus verdugos en la cruz? Cómo queréis reuniros en el cielo con vuestros enemigos si ya en la tierra no los amáis. Sabéis, Dios me dijo: Si quieres que te perdone, perdona a los demás, como nos enseñó en la oración del “Padre Nuestro”. Y fui liberada verdaderamente cuando perdoné a todos, cuando mandé celebrar misas por todos aquello que me habían perseguido, cuando recé por aquellos  que me habían herido…
Después de dejar al sacerdote, de vuelta a mi casa, comencé a sentir mucha angustia ya que debía hablar con mi marido, quien se había convertido en mi hermano en apenas unas horas. Aceptó esa situación con muchas dificultades, pero la aceptó a pesar de todo porque se trataba de la salvación de su alma.
Le expliqué seguidamente que iba a dejar la Orden de la RosaCruz AMORC.
Convencida de que andaba por un camino profundamente equivocado, empecé a romper en pedazos todos los libros de autores rosacrucianos, todos los libros de numerología, de las líneas de la mano, la cartomancia, los libros de espiritismo de Allan Kardec y de León Denis y los libros de la Nueva Era como los de H. Blavatsky o A. Bailey y todos los libros de ciencias ocultas. Me deshice de ellos, ya que mientras estuvieran en mi casa, los demonios habitarían en ella también.
Una vez que la Santísima Virgen fue entronizada en el domicilio, la calma volvió a mi casa. Reemplacé todos mis antiguos libros por la Biblia, el catecismo de la iglesia católica, la vida de santos, las revelaciones de las almas del purgatorio a los santos de la iglesia católica y eso me tocó hondamente.
Dado que sufría mucho interiormente a causa de mis numerosos pecados, comencé, movida por el Espíritu Santo, a mandar celebrar numerosas misas por mi alma a fin de reencontrar la paz. Durante la celebración de esas misas, el Espíritu Santo me hacía surgir en mi conciencia todos los pecados que había cometido desde mi infancia y cuando decidí ir a ver a un sacerdote, el demonio con furia me dijo: Vete al infierno! Así que inmediatamente fui corriendo a la iglesia y el demonio me perseguía diciendo: “Estás perdonada, estás perdonada”. Pero sabía muy bien que si me confesaba directamente con Dios sin pasar por el sacerdote, no podría entrar jamás en el Cielo y sabía que si no entraba al interior del confesionario, no sería desligada de mis pecados por la iglesia, que es la única que tiene ese poder. Por eso me mantuve. El demonio me dejó y el sacerdote me recibió con mucha caridad, pero estaba un poco extrañado de ver que tenía en mis manos multitud de hojas en las cuales había anotado todos mis pecados. Los había escrito a fin de no olvidarlos.
Así que empecé a citar mis pecados sin mirar al sacerdote a los ojos, ya que en ese momento tenía mucha vergüenza. No sabía todavía que Jesús estaba presente en el sacerdote para tomarme en sus brazos y lavarme en su preciosa sangre. Así que zambullí mi cabeza en mis papeles y leí lo que había anotado.
Me confesé de todo aquello de lo que ya les he hablado previamente (matrimonio civil, concubinato, alcohol, drogas, tabaco, esoterismo, creencia en la reencarnación, Nueva Era …) y añadí, hablando bajito: he cometido muchos pecados de la carne, he tomado la píldora, he llevado mini-faldas y he hecho pecar a los hombres con la mirada, he tenido palabras y pensamientos impuros y sin caridad, no he ido a misa los domingos, acompañé a una amiga para que abortara en una clínica, he cometido muchos pecados de gula, no he rezado, no he compartido con los pobres, he tenido como ídolos a muchos músicos y artistas, he visto películas X, películas de terror, he leído malos libros e incluí también todos los pecados capitales que había cometido tales como el orgullo, la avaricia, la envidia, la cólera, la lujuria, la gula y la pereza.
El sacerdote me escuchó con paciencia y caridad y desde entonces me confieso regularmente.
En seguida me fui a hacer mi penitencia delante del sagrario y ahí Jesús me dijo con todo Su Amor de Padre “Tu pecado está borrado”. ¡Qué bendición!
Sí, hermanos y hermanas, mis pecados, Jesús los borró. Mis miserias, las consumió. Mi debilidad, la sostiene tanto que me quedo muy pobre interiormente.
Después de haber recibido en numerosas ocasiones el sacramento de la reconciliación, conocí a varios sacerdotes que me hicieron oraciones para cortar las ataduras relacionadas con mis estudios esotéricos y recibí varias veces el sacramento de los enfermos ya que mi estado de salud fue muy crítico a causa de la apertura de los chakras y del actuar de Satán que me había destruido interiormente.
Los distintos sacramentos me ayudaron a curarme. Y Estaba tan atraída por Jesús que pasaba mis tardes junto al sagrario de una iglesia.
Desde ese momento, empecé a hacer el vía crucis todos los días para la liberación de las almas del purgatorio. Dios me pidió que continuara esta obra de misericordia y me explicó que el purgatorio era Su misericordia y el infierno Su justicia y comprendí que muchas almas estaban perdidas. Entonces le dije a Dios: ¿pero eres tú Señor quien condena a las almas que están en el infierno? Y Él me respondió: “las almas se han condenado ellas mismas”. Como dice el apóstol Santiago en su epístola: Es nuestro pecado el que nos tienta y no Dios.
Dios no condena a nadie, pero deja al alma libre de amarle o de amar a Satán ¡Dios es Amor!
Entonces me dije que iba a consagrar mi vida a rezar por la salvación de todas las almas. Jesús me ha animado a ello. Me dijo un día a las 15:00 horas: “Implora mi piedad sobre las almas”. “Rézame por Mi pasión”. Y como sufría por saber que muchos de mis amigos estaban alejados de la iglesia Jesús me dijo: “no dejes nunca de pedirme por ellos”. Os aseguro que nunca he dejado de orar por ellos porque les amo y porque conozco los sufrimientos de las almas en el inferno, por haberlo vivido yo misma durante un breve instante.
Durante dos años, pasé todas mis tardes cerca de Cristo en una iglesia cercana a mi domicilio y por la tarde volvía a mi casa para encontrarme con el señor con el cual vivía fraternalmente.
Y un día escuchando una cinta sobre la vida de San Francisco de Asís, fui fuertemente tocada por su gran pobreza.
Con mi primer padre espiritual, un padre dominico, decidimos que dejara el domicilio, que me divorciara, puesto que mi matrimonio no era ante Dios, a fin de que yo pudiera caminar con la iglesia católica, y entré en la Orden de las Clarisas con las hermanas, estuve en clausura. Fue un tiempo de gracia. Al cabo de quince meses, salí del monasterio y respondí a la llamada de Dios que me pedía servirle en el mundo para testimoniar Su misericordia.
Jesús, con una gran caridad, me había pedido ofrecerle mi vida y ante tanto amor acepté puesto que el cielo me pedía no negarle nada a Dios.
Para tener un techo, volví a casa de mis padres y empecé a trabajar con varios editores para grabar conferencias que he dado sobre el Espíritu Santo, sobre las almas del purgatorio, sobre las apariciones reconocidas por la iglesia católica, sobre los peligros de la Nueva Era, sobre la Eucaristía, la vida de los santos y el mensaje de Jesús misericordioso a Santa Faustina.
Conocéis seguramente las palabras de Jesús misericordioso:
Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese recipiente  es esta imagen con la firma: Jesús, en Ti confío" (Diario, 327)
Por medio de esta  imagen colmaré a las almas con  muchas gracias, por eso,  que cada alma tenga acceso a ella" (Diario, 570).
Prometo que el alma que venere esta Imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo, el Señor, la protegeré como Mi propia Gloria” (Diario, 48)
Estos dos rayos representan la sangre y el agua: el rayo pálido significa el agua que justifica a las almas; el rayo rojo significa la sangre, que es la vida de las almas. Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia, cuando mi corazón, agonizante fue abierto en la Cruz por la lanza (…). Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios” (Diario, 299)
Reza incesantemente esta Coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación" (Diario, 687)
Ningún alma que ha invocado Mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi bondad.” (Diario, 1541)
A través de ella  obtendrás todo, si lo que pides está  de acuerdo con Mi Voluntad." (Diario, 1731)
Personalmente, recito todos los días la coronilla de la misericordia divina a las 15:00 horas ya que Jesús ha prometido: “hasta el pecador más empedernido, si recita esta coronilla una sola vez, obtendrá la gracia de Mi misericordia infinita (Diario 687). Igualmente Él ha dicho: “Me complazco en dar a las almas todo aquello que me pidieron rezando esta coronilla (Diario 1541) si es conforme a mi voluntad (Diario 1731)
Durante una conferencia sobre la misericordia divina, me encontré con un hombre que nunca se había casado anteriormente. Rápidamente, nos hicimos novios en la iglesia y guardamos la castidad, pero dos meses antes de la boda, dejamos la relación porque no era la persona que yo necesitaba. Dios me había dicho antes, por dos veces, “Te quiero de cuerpo y alma” pero saben, le he resistido mucho antes de abandonarme a Su divina voluntad ! También me había dijo: “Déjame decidir para tu salvación eterna”. Entonces dejé a la divina voluntad dirigir mi alma para salvarla, porque siguiendo mi propia voluntad, me dirigía una vez más hacia el infierno eterno. Me sometí entonces a Dios de acuerdo con mi padre espiritual. La Santísima Virgen me invitó a no dejar que un hombre entrara más en mi corazón e hice entonces un voto de castidad, corazón a corazón con Jesús de Amor, delante del Santísimo Sacramento expuesto.