*La Eucaristía es el medio más rápido de llegar a Jesús…

Testimonio de Fabienne, Francia

He experimentado la dulzura del Corazón de Jesús  comulgando el cuerpo de Cristo.
Desde que conozco la importancia de la Santa Misa, participo en ella todos los días y tengo mucho respeto por los ministros de Dios a quienes les fue dado ese grandioso poder en el  Sacramento del Orden ! Sus manos son purificadas en la Luz de Dios antes de que ocurra la transubstanciación.
Jesús, el Hijo de Dios está realmente presente en la Sagrada Hostia, y no comprenderemos este milagro mas que en el Cielo.
La Eucaristía es el medio más rápido de llegar a Jesús…
Nadie en el Cielo ha estado tan cerca de Jesús como nosotros, cuando le recibimos en nosotros mismos.
Hermanos y hermanas tenemos el Cielo delante de nosotros, todo el cielo está contenido en este pequeño trocito de Pan.
“Quien se alimenta del cuerpo y de la Sangre de Cristo, se alimenta de la plenitud del Ser Supremo y se convierte en un reflejo de Él mismo. La belleza de tal alma encanta a los ángeles del Cielo que se maravillan de Todo el Poder del Altísimo y de su Amor por las almas…”
“…El alma que recibe en ella a Jesús irradia Su Amor y Su Luz.”
“…La Eucaristía es Magnificiencia Suprema, Gracia de las gracias, don de los dones del Cielo.
Podemos contemplar también esta palabra explicativa del Santo Cura de Ars que nos dice:
El alma que comulga regularmente el cuerpo de Cristo, en su entrada al cielo, Dios Padre no puede dejar de acogerla porque ve en ella el rostro de su Hijo”
Disfrutemos de las gracias que el Padre nos concede, son nuestra aureola de Santidad…”
Jesús desea llenar nuestros corazones sedientos, de Felicidad… de Alegría… de Paz… Se deleita en las almas enamoradas del Amor… Jesús está en esas almas. Son de Él en ese breve momento de adoración… En la Eucaristía, las almas son de Jesús y lo seguirán siendo…
“Jesús es el Todo que se ofrece al mundo. Se entrega plenamente para que le recibamos plenamente…
Recibiéndolo en nosotros, recibimos al Santo, al Hijo de Dios muerto y resucitado.
Como dijo San Francisco de Asís: “nada de vosotros retengáis para vosotros, a fin de que os reciba todo enteros el que se os ofrece todo entero”.
Deseemos a menudo a Jesús, la Eucaristía es un don maravilloso del Cielo, Jesús es el alimento de nuestra alma.
Crecemos en perfección porque Jesús es la perfección misma. Cristo quiere que seamos un icono vivo de Él, esto es lo que se produce en un alma asidua; ninguna criatura sobre la tierra ha estado nunca tan cerca de Dios como en la Santa Eucaristía.
Cuando recibimos la Santa Eucaristía, ocurre en nuestro cuerpo y nuestra alma como un deslumbramiento de todo nuestro ser que va divinizando poco a poco nuestra naturaleza humana.
Durante ese lapso de tiempo, nos volvemos perfectos porque Dios está en nosotros y nosotros en Él.
Después de cada Eucaristía, oremos para que sus efectos se multipliquen y se prolonguen en nosotros eternamente. De esta manera, Dios podrá establecer su morada permanente en nuestro corazón más rápidamente.
Aquí tienen queridos hermanos y hermanas, el testimonio de una pobre alma, muy débil, muy miserable que Dios ha consagrado para servirle, glorificarle y rendirle honor, y no para servirse y glorificarse a sí misma.
Nunca aprendí teología, pero el Espíritu de Dios me instruyó y me dijo: “Despierta a tus hermanos”.
Por eso doy testimonio a tiempo y a destiempo desde hace años en distintos países e islas donde soy invitada, con la ayuda de mi ángel de la guardia.
Desde que sé lo que es el infierno y sus torturas y que lo he experimentado en mi alma, deseo la salvación de todas las almas sin excepción, las buenas y las malas, por las que mando celebrar misas, oro y ayuno. Dios me ha pedido hacer muchos sacrificios de amor por mis hermanos y hermanas y de llorar con Él por su salvación.
Cuando comparezca ante Dios en el juicio particular de mi alma, deberé responder de la conversión de las almas con las que me he encontrado en el transcurso de mi evangelización en el mundo. Esas almas, por millares, es Dios Padre quien las ha llamado, de país en país, a venir a escuchar mi testimonio y si están hoy aquí es porque un día estaremos reunidos en el cielo.
Queridos hermanos y hermanas, todos y todas, en la hora de vuestra muerte vais a comparecer ante Dios para vuestro juicio. Por eso espero que mi testimonio os ayude a tener más luz.
La misericordia de Dios puede cambiar todos los corazones. Saben, mi corazón estaba enfermo y Dios lo curó y le dije: Señor Jesús, Mi Salvador y mi Dios, quiero hacer mi purgatorio sobre la tierra para que en mi muerte me lleves dentro de tu Sagrado-Corazón.
Así que tengamos confianza y digamos a Jesús: “Jesús, confío en ti”. Si Dios me ha sanado a mí, la más grande pecadora del mundo, entonces todo el mundo puede ser salvado. Ningún pecado agotará la gran misericordia de Dios y, cuanto más profundizamos en ella, más aumenta. Cuanto más grande sea el pecador, mayor derecho tiene a la misericordia de Dios !
He escrito cinco libritos sobre mi conversión que han sido aprobados por la Iglesia católica (imprimatur y nihil obstat). Pueden leerlos en mi página web.
He aquí queridos amigos, el testimonio de un alma miserable que se sabe amada por Dios y que se ha convertido en esposa de Cristo por una entrega total de su vida. Recorro el mundo para la más gran gloria de Jesús porque me lo ha pedido Él! E incluso si no tengo ganas de viajar, lo hago por amor a aquel que ha ofrecido Su vida por mí y que me ha invitado a imitarle y a recorrer el mundo como lo hizo San Pablo.
¿Saben por qué Cristo me escogió para testimoniar de Su misericordia?
Porque sobre la tierra, no encontró mayor miseria y mayor pecadora que yo. Era hipócrita, mentirosa, envidiosa… Pero Cristo me llamó a dar la vuelta al mundo para la salvación de las almas ! Por esto me ha sanado, para glorificarle y me ha llamado a hacerle amar, a mí una persona tan herida de la vida!
Queridos hermanos y hermanas, os amo como Jesús os ama… locamente y tengo necesidad de vuestro amor. Ayudad a Jesús porque sufre mucho y llora sobre el mundo.
Alabado sea Jesucristo y el corazón inmaculado de María.
Aleluya !Aleluya !
Fabienne, vuestra hermana
Para invitar a Fabienne, contactarla en Francia en el:
04.34.33.12.46 ou 07.87.52.77.53