En su
habitación del Palacio de El Pardo, Franco mandó a construir una
capillita de palo santo para albergar la reliquia de la mano incorrupta
de Santa Teresa de Jesús, ante el cual se arrodillaba cada día para
encomendarse a él mismo y a España. Colocó la reliquia de la Santa
Carmelita de manera que la pudiese contemplar desde el lecho, de esta
manera se sentía acompañado y protegido por aquella carmelita que tanta
santidad sembró por España y por el Orbe Católico.