*La amenza invisible del Reiki

La práctica del Reiki se enmarca dentro del contexto de las terapias y creencias «Nueva Era» o «New Age».
Mucha gente que encuentra fría o excesivamente intelectual a la ciencia o religión organizada, busca complementos afectivos en estas prácticas, más emocionales e individualistas.
El Reiki incluye además muchos elementos de pensamiento mágico, en el que se busca usar y controlar energías impersonales, algo muy distinto a la religión cristiana, que trata con un Dios personal al que no se puede controlar e insiste en la vocación del hombre a servir a Dios y a su prójimo. La insistencia del cristianismo en el servicio, la responsabilidad y la relación personal real casa mal con una civilización narcisista e individualista, terreno abonado para la «Nueva Era».
Peligros del Reiki
Personas sometidas al Reiki han mostrado síntomas de actividad demoníaca en grado de opresión.
El padre Gareth Leyshon (www.drgareth.info) combina una amplitud de visión especial para examinar asuntos ligados al Reiki, “las energías espirituales” o la “Nueva Era”. Por un lado, es científico: doctor en Física. Por otro, es sacerdote católico de la diócesis de Cardiff, Gales. Como asesor espiritual de la Renovación Carismática Católica en la diócesis no es ajeno a la exploración de lo sobrenatural. Y como capellán de la Universidad de Glamorgan conoce las inquietudes de los jóvenes en búsqueda espiritual.
Todo ello le ha llevado a analizar las terapias de sanación “Reiki” y a concluir que, independientemente de que parezcan sanar o no, son incompatibles con la fe cristiana.
Canalizar y sintonizar el ki
Aunque hay infinidad de maestros y grupos de Reiki, todos coinciden en unos elementos básicos:
-El Reiki consiste en manipular o canalizar una “energía espiritual” llamada ki (chi, en China; prana, en India) para lograr sanar o curar.
-Los practicantes de Reiki, aquellos que canalizan esta energía, deben ser iniciados por otros practicantes de nivel más elevado en un ritual de “armonización” o“sintonización” que usa símbolos (objetos, técnicas) secretos.
Como doctor en Física, el padre Leyshon comenta: “en el lenguaje de la Ciencia, energía tiene un significado preciso: puede ser medida y convertida de una forma a otra”.
Pero en su “Crítica Católica al Arte Sanador del Reiki”, Leyshon va directamente a lo pastoral, pensando en los cristianos que se sienten atraídos por el Reiki. “No voy a intentar identificar la realidad ontólogica del ki”, afirma, porque la ciencia necesitará un análisis serio y empírico para dar una conclusión, para saber si cura o no cura y por qué. Pero las posibilidades son claras:
1) Si el ki no existe, si no hay evidencia de su existencia, cualquier intento de manipularlo es una superstición, “un pecado según el artículo 2111 del Catecismo de la Iglesia Católica”.
2) Si se encontrase evidencia de que hay propiedades curativas en el cuerpo humano que la medicina occidental desconoce, y se le llamase a eso “ki” y se pudiese manipular, sería una propiedad física, como otras de la ciencia, sin mayores problemas morales. Pero esto no se ha establecido, y los practicantes de Reiki no hablan del ki como algo físico, sino espiritual. Incluso cuando dicen que es algo “natural” no quieren decir que sea sólo físico, porque en las filosofías orientales no hay clara distinción entre lo natural y lo sobrenatural.
3) Hay quien dice que el ki y su manipulación, el Reiki, es algo espiritual, no físico, y que viene de Dios; pero el padre Leyshon considera que no se puede probar que venga de Dios, que podría venir de fuentes demoníacas, y que ya tan sólo arriesgarse a una manipulación así sin la seguridad que da la Revelación ya es pecado de “tentar a Dios”. Y más, existiendo en el cristianismo los sacramentos, los sacramentales y la oración por los enfermos.
“En ningún sitio la Escritura nos enseña a canalizar energía como hace el Reiki y suponer que Dios nos asistirá de una forma que Él no ha revelado que sea voluntad suya es un pecado de tentar a Dios”, escribe el capellán de la universidad galesa.
4) Incluso si el ki no tuviese que ver con actividad demoníaca sino con un poder psíquico especial, el Catecismo lo prohíbe en su punto 2117, porque consistiría en “domesticar poderes ocultos para colocarlos al propio servicio y tener un poder sobrenatural sobre otros, aunque sea para restaurar su salud” (según describe el Catecismo).
De todas formas, el padre Leyshon recuerda que la inmensa mayoría de practicantes de Reiki admite que lo que hacen es canalizar hacia sus clientes/pacientes una “energía espiritual que viene de más allá de ellos mismos”, no creen que sea una habilidad psíquica propia.
¿Rituales de enlace? Eso es idolatría
Más aún: para ser practicante de Reiki hay que pasar un ritual de iniciación. Hay autores, como Diane Stein en su libro “Essential Reiki”, que aseguran que en los niveles elevados de Reiki se “invocan” maestros espirituales, “guías”, seres no visibles pero que conducen al practicante. Evidentemente, esto es invocación de espíritus, algo prohibido por el cristianismo, haya o no espíritus o demonios que respondan o no a la llamada.
Pero incluso en el primer nivel del Reiki, el hecho de que sea necesario un ritual para “sintonizarse” o “entrar en armonía” demuestra que no se trata de una simple terapia. Usar rituales para “enlazar” (es decir, “religión”, del latin “religare”) es una actividad religiosa, y una actividad religiosa sin el Dios cristiano es paganismo o idolatría, incompatible con el cristianismo.
Lo que dicen los exorcistas
Más allá de la teoría, como asesor de la Renovación Carismática y estudioso de la temática, el padre Leyshon tiene evidencias por el trabajo de exorcistas diocesanos y equipos de oración de liberación de que personas sometidas a un “toque curativo”, que era Reiki aunque a veces no se dijese al paciente, luego han mostrado síntomas de actividad demoníaca en grado de “opresión”.
El sacerdote cita sobre esto los casos del manual Deliverance from Evil Spirits, de Francis MacNutt, y Deliverance from Evil Spirits, de Scanlan & Corner; todos ellos autores católicos con experiencia en el tema. Leyshon insiste en que esta apertura a lo demoníaco “es una vulnerabilidad, no una certeza, para aquellos que se exponen de esta forma”.