*Bofetadas y patadas de los santos

San Pío X
TEMPESTAD DE LOS DEFECTOS

VERÓNICA era terriblemente inquieta, quería siempre imponer sus caprichos a los demás. Era iracunda. Una vez arremetió a patadas las costuras de otras muchachas porque no quisieron acompañarla a rezar el Santo Rosario. Una vez Nuestro Señor le dijo: “Verónica, tu corazón no es de carne, sino de acero”. Pero Verónica acudirá a Dios, luchará contra su carácter y llegará a ser una gran santa, amante de Nuestro Señor, de sus santas Llagas; será estigmatizada y entrará a la vida religiosa. Llegará a ser la gran SANTA VERÓNICA DE JULIANIS.

José, joven sacerdote, también tenía defectos. Una vez, le dolía mucho una muela; se quejó de ello, y porque su hermana le dijo que era un quejumbroso, él no se aguantó y le dio una bofetada. Mucho luchará contra sus defectos y llegará a ser un gran santo: SAN PÍO X.

ANDRÉS era un niño terrible, rebelde y molestón. Tanto que sólo lo soportaba su propia mamá. Cuando creció, fue un estudiante problemático y promotor de desórdenes. Lo encerraban para castigarlo y se escapaba; más tarde será muy mundano, le gustarán los bailes y las fiestas. Pero también supo acudir a Nuestro Señor y con la gracia de Dios y fuerza de voluntad, llegó a enmendarse. Se convertirá en sacerdote, párroco, fundará una comunidad de religiosas y llegará a ser un gran santo: SAN ANDRÉS DE FOURNET.

TEMPESTAD DE LOS ESCRÚPULOS

Un joven religioso era muy escrupuloso, veía pecado donde no había, y esto hizo que comenzara a dejar la santa Comunión. Acudirá a Nuestro Señor y luchará con fuerza y llegará a ser un gran Santo: SAN BUENAVENTURA, escritor eclesiástico, Cardenal y Doctor seráfico de la Santa Iglesia.

TEMPESTAD DEL RENCOR

Juana no podía perdonar al asesino de su marido. Tanto luchó y se encomendó a Dios que al final lo logró y lo perdonó; hasta le pidió al asesino que fuera el padrino de uno de sus hijos. Cuando esto lo supo San Francisco de Sales, su director espiritual, se estremeció de emoción. Llegará a ser una gran santa: SANTA JUANA FREMIOT DE CHANTAL

TEMPESTAD DEL ODIO

San Juan Gualberto
Juan tenía gran odio contra el asesino de su hermano. Una vez, un viernes santo, cuando iba armado y a caballo con otros amigos, se encontraron al asesino solo y desarmado. Juan estaba ya dispuesto a matarlo cuando el asesino se puso de rodillas y le suplicó -con los brazos en cruz- que lo perdonara por amor a Nuestro Señor que murió un día de viernes santo; Juan bajó del caballo y lo perdonó. Poco después entrará a una iglesia a rezar y allí oirá que Nuestro Señor le dice: “Gracias, Juan”. Llegará a ser un gran santo, el gran SAN JUAN GUALBERTO, fundador de monasterios benedictinos.

TEMPESTAD DEL AMOR A LOS VICIOS DEL JUEGO DE AZAR

Camilo era un vicioso, le gustaban los juegos de azar, todo lo apostaba, incluso sus vestidos. En 1574 apostó en las calles de Nápoles sus ahorros, sus armas, todo lo que poseía y perdió hasta la camisa que llevaba puesta. Pero acudió a Nuestro Señor y llegó a ser el gran San Camilo de Lelis, Patrono de los hospitales y enfermeros.

TEMPESTAD DE LA MUNDANIDAD

Jerónimo era un mundano. Le gustaba jugar, divertirse. Un día, cansado de esa vida mundana, acudirá a Nuestro Señor y llegará a ser el gran San Jerónimo Emiliano, el gran Patrono de los niños huérfanos.

CONCLUSIÓN

¡Qué consolador conocer estas cosas! Nosotros quizás también somos orgullosos, perezosos, vanidosos, rencorosos, mal geniudos y estamos llenos de defectos. ¡Pero no desesperemos! ¡Tenemos remedio!

Si los santos pudieron salir adelante, ¿por qué nosotros no? 

CATOLICIDAD