*Vengo a corregir la idea de que tenéis de Dios

A Elisabetta Ravasio

¿No es verdad que si conocierais a este Padre que ama a todos sin distinciones y que, sin distinciones, os llama a todos con el hermoso nombre de hijos, me amaríais como hijos afectuosos, y el amor que me daríais no se volvería, con mi impulso, un amor activo que se extendería al resto de la humanidad que no conoce todavía esta sociedad de cristianos, y menos todavía a quién los ha creado y que es su Padre?

Si alguien fuera para hablarles a todas estas almas abandonadas en sus supersticiones, o a tantas otras que llaman a Dios porque saben que existo sin saber que estoy cerca de ellos, si dijera a ellos que su creador es también su Padre que piensa en ellos y que se ocupa de ellos, que los rodea con un afecto íntimo en medio de tantos sufrimientos y descorazonamientos, obtendría la conversión, aun de los más obstinados, y estas conversiones serían más numerosas y también más sólidas, es decir más perseverantes.

Algunos, examinando la obra de amor que estoy haciendo en medio de los hombres encontrarán algo que criticar, y dirán así: - Pero los misioneros, desde que llegaron a esos países lejanos, no le hablan a los infieles de otra cosa que de Dios, de su bondad, de su misericordia; qué podrían decir más de Dios si hablan siempre de él?

Los misioneros han hablado y hablan todavía de Dios según como me conocen ellos mismos, pero os aseguro que no me conocéis como soy, por esto vengo para proclamarme Padre de todos y el más tierno de los padres, y para corregir el amor que me dais y que está falseado por el temor.

Vengo para volverme semejante a mis criaturas, para corregir la idea de que tenéis un Dios terriblemente justo, pues veo a todos los hombres transcurrir su vida sin confiarse en su único Padre, que quisiera hacerles conocer su único deseo, que es el de facilitarles el pasaje de la vida terrena para darles después el cielo, la completa vida divina.

Esta es una prueba de que las almas no me conocen más de lo que me conocéis, sin sobrepasar la medida de la idea que tenéis de mí. Pero ahora que os doy esta luz, quedaos en la luz y llevad la luz a todos, y será un medio potente para obtener conversiones y también para cerrar, en lo posible, la puerta del infierno, pues yo renuevo aquí mi promesa, que no podrá nunca faltar, y que es esta:

"TODOS LOS QUE ME LLAMARAN CON EL NOMBRE DE PADRE, AUNQUE FUERA UNA SOLA VEZ, NO PERECERÁN SINO QUE ESTARÁN SEGUROS DE SU VIDA ETERNA EN COMPAÑÍA DE LOS ELEGIDOS".

Y a los que trabajarán por mi gloria, a vosotros que aquí os empeñaréis a hacerme conocer, amar y glorificar, a vosotros os aseguro que vuestra recompensa será grande, pues contaré todo, aún el mínimo esfuerzo que haréis, y os devolveré todo centuplicado en la eternidad.

Ya lo he dicho, es necesario completar el culto en la Santa Iglesia, glorificando en modo particular al autor de esta sociedad, a aquel que vino a fundarla, a aquel que es el alma, Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.