*En Renfe, los niños estorban

Francisca García Vázquez
Renfe acaba de poner en marcha un “ave silencioso”, en el que se prohíbe la entrada de mascotas, y niños menores de 14 años”… así, como se lee, en el mismo saco. El que haya tenido esta gran idea pensará que es un martirio tener que compartir vagón con un niño que llora, grita y corretea por el pasillo, pues habrá que asegurar por encima de todo el descanso de los pasajeros. Para ello, “el cliente deberá respetar el silencio, hablar en un toco bajo, y no mantener conversaciones duraderas”, y otras medidas, “para garantizar la calidad del servicio”. 
¿Pero del servicio a quién? ¿a una clase pragmática que pone su comodidad por encima de los derechos de los más débiles? Total, como son pequeños no se quejan. Medidas así son el termómetro de lo egoísta que puede llegar a ser una sociedad, si sólo usa como pauta de medida lo utilitarista y económicamente rentable. Cierto que a veces hemos tenido que tolerar el ruido de niños o el llanto de algún bebé en algún viaje. Pero además de que podemos comprender que es muy cansado para ellos tener que hacer un trayecto de varias horas sin moverse ni rechistar, otras veces sus palabrillas y sobretodo sus risas son lo que ha dado vida al vagón. No se les puede pedir que se comporten como si fueran adultos, además, lo que es innegable es que hay en ellos mucha más alegría que en los mayores, o no tan mayores, pues cascarrabias los hay de todas las edades. 

Hubiera sido más humano que Renfe dedicara un vagón para ellos. No hace demasiados años en la Alemania nazi había establecimientos en los que se exhibía el siguiente cartel: “Prohibida la entrada a perros y judíos”. Y no me resulta descabellada esta comparación, porque entre que tener más de dos hijos ha pasado a ser un fenómeno sobrenatural en España, y que la natalidad sigue cayendo a un ritmo preocupante, el mensaje que se transmite a los propios niños con estas medidas es que para los mayores son un estorbo. Ellos, que serán los que representen el vasto mundo laboral de mañana, y a quienes se les pedirá que aseguren la protección y asistencia de sus mayores. Habrá que pensar bien cuál es la herencia que se les está dejando.