*Jesús habla sobre los homosexuales

Jesús a Marga 4/7/2010: “Día del orgullo gay”. 

Asunto: Sobre la homosexualidad.


Quisiera que recapacitarais del por qué de estos comportamientos. Quisiera que recapacitarais y fuerais capaces de mirar más allá.
Veos a vosotros mismos viviendo lo que no predicáis. Predicáis una cosa y vivís otra.
¿Os causan repulsa? ¿Y no os causan repulsas vuestras acciones asimismo impuras?

Pensad en todos ellos y pensad quiénes fueron sus educadores y sus formadores. Pensad en aquellos padres que abusaron de sus hijos sexualmente, aquellos hermanos mayores o aquellos líderes, aquellos formadores y responsables de la juventud.

Corrompidos hasta el fondo en sus criterios y tapados externamente y considerados “los puros”.

Cuando veo “el orgullo gay”, pienso en los responsables de todo ello y pienso en que a ellos les he de pedir cuentas.
¡Habéis corrompido a mi juventud! ¡Y los responsables sois vosotros, padres y educadores!
Cuando veáis manifestaciones públicas tan rechazables, pensad en vosotros mismos, no en ellos, para juzgarles, y pensad si vosotros, con vuestra vida, sois ejemplo de pureza. Pensad que muchos “impuros” os adelantarán en el Reino de los Cielos.
Cuántos pecados peores que estos miro y veo en vuestro interior, tapados bajo capa de honestidad.

Y ahora diréis: ¿es que el Señor aprueba esas manifestaciones externas de Lujuria? No. El Señor no lo aprueba y también mis Ángeles se tapan el rostro.
Pero que sepáis que peor que ellos son los que les indujeron a ello.

Y peor todavía los que, para conseguir sus fines, les utilizan políticamente, fomentando el que permanezcan en el error.

Esa vida no es natural, no va con vuestra naturaleza de hombre-mujer en dualidad unida. Y nunca podrá haceros felices. Nunca.

Quizá un día, hastiados de buscar saciar vuestra sed en fuentes putrefactas, queráis buscar la Verdadera Vida y la Verdadera Agua de la Salvación. Sabed que, pese a que vuestra conciencia os lo reproche y no os deje de reprochar, porque os rebelasteis contra natura, Yo os estaré esperando con los brazos abiertos, para procuraros vuestra conversión y vuestra sanación. Sí: repugnan vuestros actos.

Pero hay otras personas mucho más repugnantes a mis ojos, que parecen puras, pero están llenas de podredumbre, como sepulcros blanqueados. Y esas personas se atreven a juzgaros y rechazaros.
Pensad que: “ningún fornicario o impuro podrá entrar en el Reino de los Cielos”. Y esa doctrina abarca a todos los hombres.
Abandonad la impureza y vuestra vida de pecado y volved a la Casa Paterna.
Vosotros, padres, habéis introducido a vuestros hijos en esa vida de pecado.

Lo mismo para toda mi juventud que nada en el fango de su pecado. Juventud no-feliz. Juventud sumida en la droga.

¿Es que puedo estar a favor de la droga? No, pero no rechazo al drogadicto, lo que quiero es que se convierta y viva.
Lo mismo para todos estos pecados de homosexualidad: Rechazo al pecado, pero no al pecador.
Los juzgáis muy duramente, sin embargo no sois capaces de ver la viga que hay en vuestros ojos.

Y a la hora de pedir cuentas de esto, pediré cuentas primera y principalmente a los responsables de todo ello, a los formadores de la juventud de vuestros días: vosotros, padres y educadores. ¡Ved vuestro pecado! ¡Ved su gravedad!

Y aun así, también os digo que para vosotros, si os arrepentís, están abiertos de los brazos de mi Misericordia.
Decid a vuestros hijos que os perdonen de todo corazón. Y así os alcanzarán mi perdón.
Sí. Pobres mis hijos, dependientes de una u otra forma de dependencia: drogas sintéticas, drogas virtuales, drogas sexuales...

Son al fin y al cabo, las manifestaciones de la misma enfermedad originada por la falta de amor de sus padres y mayores. Del mal ejemplo, del desvío de sus progenitores. A ellos Yo les he de pedir cuentas muy duramente.

(A los padres y educadores)
Arrepentíos y cambiad de vida todos.
Para estas enfermedades, el médico del almas es el que mejor podrá ayudaros. Porque son enfermedades del alma y de la psique. Os mienten aquellos que os dicen que no estáis enfermos. Os mienten para sus fines.

Sus fines son: la perversión de todas las costumbres y el lograr una humanidad enferma y depravada, incapaz de hacer nada más que nadar en el fango de sus pasiones descontroladas.
Vosotros sois víctimas de uno de otro sitio:
De aquellos que deberían haberos querido, pero se quisieron primero a sí mismos y os despreciaron e incluso odiaron.

Y de aquellos que utilizan vuestro desvío para sus fines, y lo promueven y alientan.
¿No querréis por fin ser libres y veros libres de todos ellos?
Venid a Mí, pues Soy el Padre Amoroso que está atento a vosotros y busca vuestra felicidad y está siempre dispuesto a acogeros y ayudaros a salir de vuestro error, a limpiaros y a curaros. Porque quiere vuestra felicidad.

Venid a Mí, pero para construir el Reino de Dios, no el reino depravado del mal. No seáis constructores del Reino del Maligno. Él no busca vuestra felicidad, sino vuestra destrucción humana y la condenación de vuestra alma.

¿Sabéis que ese tipo de vida sólo os conduce al odio y al desamor?
Sí, no es tan “feliz” como se os propone.

Si al menos no queréis escucharme ahora, hacedlo cuando en vuestras carnes hayáis probado los efectos de los desvíos naturales.
Y entonces, acordaos de estas palabras y de Mí, y vedme como el Padre Amoroso con los brazos abiertos, prontos para estrecharos.
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Cuando sea cada vez más conocido y más conocido el Libro, tú por unos serás cada vez más rechazada y por otros más aceptada.
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¡Oh... venid y aprended qué quiero decir cuando digo: “misericordia quiero, que no sacrificios”.
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Hay demonios que no pueden expulsarse si no es con oración y sacrificio.
Por eso, en mi Iglesia, en mis fieles, han entrado los demonios y han hecho posesión de ellos. Tanta vida llena de pecado, inmersa en el vicio, del que no quieren salir, y tanto demonio haciendo en ellos estragos.
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¿Sabes que así se acabaría el mal en mi Iglesia? Si vosotros, mis fieles, practicarais la oración y el ayuno.
Sí: es un Mensaje para estos tiempos.
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Que no quieran vuestros sacerdotes ganarse adeptos para la Parroquia a base de rebajar las exigencias.
Cada uno muy bien sabe que ha de vestir adecuado para cualquier reunión social. ¡Vuestros vestidos me deshonran!
¡¡Decídselo, pastores!! O he de irme de aquí.
Me iré de vuestros Templos, donde no hacéis más que deshonrarme.
No Soy un mero acontecimiento social. Soy Dios. Y como Dios, merezco respeto.
¡No quiero más comuniones sacrílegas y más comuniones con vuestro corazón lejos de Mí!