La pornografía está buscando a tus hijos


Por Maria Grazia Gualandi 
“Mientras tomaba una taza de café y leía las noticias en su iPad se quedó sin aliento. Al buscar en el historial una página que había visitado el día anterior aparecía una lista de videos pornográficos muy explícitos. En menos de un segundo recordó que le había prestado el iPad a su hijo de 10 años para jugar algunos videojuegos. Pero en realidad él había estado más de una hora mirando pornografía[1]”.

¿Sabías que la media de edad de la primera exposición de un niño a la pornografía es a los 11 años?
¿Que el 25% de los teenager  han sido expuestos a la pornografía sin buscarla?
¿Que el 90% de niños y el 70% de niñas entre los 13 y los 14 años han tenido acceso a la pornografía por lo menos una vez en el último año y el 35% de niños dice haber tenido acceso a la pornografía tantas veces que no pueden contarlas[2]?
¿Que el 12% de todas las páginas Web del mundo está dedicado a la pornografía?

Si no lo sabías puedes echar un vistazo a estas estadísticas. Después de procesar el susto que te ha dado esa noticia empieza a pensar en un plan para que tu hij@ no haga parte de esas estadísticas. Y si ya lo es prepara un plan para ayudarle.
Aunque no te lo puedas creer, tu hij@ ha crecido. La pubertad hoy en día empieza cada vez más temprano. Se puede decir que, por lo general, las chicas entran en la fase de los cambios pre-puberales entre los 8 y los 11 años, tienen la primera menstruación entre los 12 y 13 años y siguen desarrollando el proceso de crecimiento físico más o menos hasta los 16 años.
Para lo chicos la pubertad empieza entre los 9 y 11 años y continua hasta más o menos los 18-19 años.
El crecimiento físico trae consigo el despertar del interés sexual, que es algo natural y positivo. Ese interés va dirigido para que, poco a poco, pueda acompañarse de una maduración psíquica y un crecimiento de la interioridad. El objetivo de ese proceso es que nuestros hijos tengan una experiencia del amor en su totalidad.
En esas edades también es natural tener curiosidad hacia el otro sexo. Lo que sí es distinto con respecto al pasado, es la facilidad con la que nuestros hijos pueden obtener cualquier información a través del Internet.
El uso de pornografía no tiene que ver solo con los hombres y los niños sino también con las mujeres y las niñas. No hay que caer en la trampa de pensar que el uso de pornografía por parte de un niño es menos grave y más natural, mientras que si se trata de una niña se ve menos normal y por eso el disgusto es más grande. Aunque es verdad que el consumo de pornografía por parte de los hombres es mayor que el de las mujeres, la posibilidad de caer en la trampa y los riesgos que conlleva la pornografía son los mismos.
¿Cuáles son los riesgos y los efectos de la pornografía en los niños y en los adolescentes? 
La mayoría de los riesgos y de los efectos del uso de la pornografía se pueden aplicar también a los adultos. Obviamente, la fragilidad y la inmadurez de los niños y de los adolescentes, hacen que los riesgos y los efectos sean mucho más devastadores.
-       Sexting. El uso de la pornografía hace que se destruyan o que no se cimenten aquellas barreras que protegen nuestra intimidad. De esa manera, un niñ@ o un adolescente no entenderá hasta que punto es grave compartir con todo el mundo algo privado, simplemente porque no tiene ese límite.
-       Adicción. Muchos científicos han analizado el cerebro de personas adictas a la pornografía. Los resultados son asombros: las partes del celebro que se ven afectadas son las mismas que se dañan al tener otros tipos de adicciones como el alcohol, las drogas, el fumo. Eso significa que, por un proceso químico que sucede en el cerebro, el cuerpo se acostumbra a recibir algunos estímulos más y más. Pedimos sin poder parar. Pero al mismo tiempo el cuerpo pierde la capacidad de excitarse[3].
-       Aislamiento y doble vida. El breve momento de “pasárselo bien”, va acompañado por una sensación de vergüenza y de sentido de culpabilidad. A eso se añade el progresivo aislamiento de una vida normal. El aislamiento puede derivar tanto de la adición que domina el tiempo, como de la vergüenza y del sentido de culpabilidad que impiden hablar del tema con quienes pueden ayudar. Incluso se puede vivir una “doble vida” en la que una persona se siente mala y buena al mismo tiempo y según las circunstancias.
-       Depresión: La pornografía engaña: en vez de pensar “hice algo malo” hace pensar “yo soy malo”. Eso afecta la opinión que uno tiene de sí mismo y no ayuda al desarrollo de la autoestima, algo muy importante en esa fase de la vida. El aislamiento, la doble vida, la adicción y el pensar ser malos situaciones que facilitan el desarrollo de la depresión[4].
-       Aumento del riesgo de actividades delictivas. La manera en la que funciona una adicción es pedir más y más. Es insaciable. Llega un momento en que las fantasías podrían no bastar y se quiere vivir lo que se ha visto en la realidad. Estoy hablando tanto de delitos graves -violación y homicidio- como el considerar a una persona sólo como objeto del propio placer egoísta. Eso se llama “malos tratos”, tantos físico como psicológicos[5].
-       Incapacidad de amar de verdad. La excitación que se prueba al consumir pornografía se basa en algo irreal: personas que actúan y fingen pasarlo bien, situaciones donde no hay nada de romántico y mucho menos amor, escenarios construidos dentro de cabezas malvadas o fantasías de personas perversas. Eso lleva a tener una visión distorsionada del amor desligado de la sexualidad. Las chicas pueden considerar su propio cuerpo como una vía sencilla para que las personas tengan interés y atracción hacia ellas, mientras que los chicos pueden considerar el cuerpo de la mujer sólo como una fuente de placer egoísta. Eso está muy lejos de lo que le queremos enseñar a nuestros hijos: amar de verdad significa pensar ante todo en el otro y ser capaz de verlo en sus cinco dimensiones. El placer es un medio para amar mejor el otro y no un fin para lograr un placer solitario.
En un documento sobre la pornografía, también se destacan otros riesgos para los niños y los adolescentes[6]:
-       Quien hace uso de pornografía empieza a ser activo sexualmente antes;
-       La pornografía provoca efectos emocionales negativos y traumáticos.
-       La pornografía puede alimentar la creencia que estar casados o tener una familia es una perspectiva poco atractiva.
-       La pornografía está casi siempre relacionada con la masturbación.
¿Por qué mi hij@ ve pornografía?
Hay varias razones que llevan a un niño@ o a un adolescente a hacer uso de la pornografía. Normalmente a esa edad se puede llegar a la pornografía sin haberla buscado, o simplemente por curiosidad hacia el sexo. Según un estudio[7], la curiosidad es la primera fase de la adicción a la pornografía. En la segunda fase el uso de la pornografía está relacionado a la búsqueda de un placer sexual y muchas veces va acompañado a la masturbación. En la tercera fase ya se entra en un campo peligroso. La pornografía se busca de manera activa porque se necesita y es parte de una rutina diaria o semanal. En la cuarta fase ya se puede hablar de adicción y es cuando el celebro está dañado y no pide más que alimentarse de pornografía.
¿Cómo se puede prevenir o “curar” el consumo de pornografía en los hijos?
-       Mantener un dialogo abierto. Un continuo dialogo abierto, sincero y alimentado durante varios años acerca de todos los temas educativos y especialmente sobre la sexualidad, puede prevenir o ayudar a la hora de tener una conversación más efectiva.
-       Cuidar los aparatos electrónicos: meter un filtro. Hoy en día se sabe que las fuentes más peligrosas son los aparatos electrónicos, especialmente los que tienen conexión a Internet. Lo mejor sería tener televisión y computadora en lugares comunes y que los padres se queden con todos los aparatos durante la noche para devolverlos al día anteriorEs imprescindible meter un filtro. En ese enlace se puede encontrar un filtro que se recomienda.
-       No permitir que los hijos estén demasiado tiempo solos y apartados. Como se ha dicho el uso de pornografía aísla. La mayoría de las veces el uso de la pornografía se da en la soledad. Por eso, sin comprometer la intimidad y las necesidades de los hijos, estaría bien dejar las puertas abiertas, establecer un horario para irse a la cama y respetarlo, no dejar a los hijos demasiado tiempo solos en casa.
-       Ayudar a los hijos para que manejen las fuentes de estrés. Muchas veces la pornografía es una forma de escape de las tensiones diarias en varios ámbitos de la vida de los niños (as) y de los adolescentes: la familia, la escuela, los amigos etc. Mostrarse atentos hacia esas tensiones sin minimizarlas y ofrecer un apoyo, es una manera para caminar junto a nuestros hij@s para que aprendan a manejar las fuentes de estrés sin escaparse.
-       Incentivar varias actividades y pasiones. Si la pornografía aísla, entonces hay que encontrar actividades y pasiones que se puedan alimentar. Eso sirve para tener la mente y el cuerpo ocupado, aprender a disfrutar de las “buenas satisfacciones” y emplear la propia energía en algo sano.
-       Educar el carácter y la buena voluntad desde pequeños. Siempre habrá presiones muy fáciles a lo largo de toda la vida. Por eso, a pesar de que logremos evitar o atenuar las presiones, nunca podremos controlar la situación por completo. Por eso lo más importante es educar el carácter, la voluntad, y una consciencia madura y recta. Más allá de los sermones, hay que aprovechar cada circunstancia diaria para ganar las pequeñas presiones de la vida: comer cuando es la hora adecuada y no cuando se siente hambre, comprar cuando se necesite y no caer en compras compulsivas, acostarse y levantarse a la misma hora cada día (o casi), hacer las tareas cuando es el momento, apagar la computadora o un video juego cuando ya se ha pasado el límite que los padres han dado. Si se entrena la fortaleza en esas pequeñas luchas diarias, se tendrán más recursos para ganar las batallas más grandes.