La Virgen salva a un bebé ahogado

El 17 de noviembre de 2012, Jorge Becerra se encontraba trabajando en unas obras de jardinería en la localidad chilena de Machalí. Gritos desesperados que pedían auxilio desde una casa cercana los sobresaltaron.

Quien gritaba era Susana, una joven mujer quien, por estar atenta a labores domésticas, se despreocupó de su bebé, Catalina, de 11 meses quien desplazándose a gatas hacia el jardín, se había precipitado accidentalmente al agua, dentro de la piscina, desatando el caos. 

“Un compañero de trabajo me alertó de lo que estaba ocurriendo y decididos, encendimos el camión para pedir ayuda”, cuenta Jorge. Al acudir para prestar auxilio –dice- pudo ver que la pequeña Catalina lucía inerte, con un color morado, y sin respiración. Preso de angustia la tomó en brazos.  “Yo no tenía conocimientos de reanimación, menos para atender a una pequeña bebé en esas condiciones”.

Susana la madre gritaba desesperada y fue entonces que Jorge en un impulso que le vino del alma, sin estar muy consciente de sus palabras, invocó con desesperación a la Santísima Virgen María… “Dejé a la niña postrada en suelo y sigilosamente dije: «¡Tanto hablan de ti María… si existes, intercede por esta bebé ante tu hijo Jesús...sé que puede hacer milagros!. Te pido que hoy lo hagas. ¡Soy tu hijo, ten misericordia!»”.

Luego, emocionado colocó las manos en el corazón de la niña… “Oré con mucha fe. Le clamaba al Señor con alabanzas… y para mi asombro, en pocos minutos la niña volvió a la vida y se recuperaron sus colores”.

Ante la mirada atónita de la madre, solamente atinaron a llamar a los servicios médicos para que enviaran una ambulancia. Pensaron ganar minutos y trasladaron a la pequeña hasta un servicio de urgencias. “Llegamos al Hospital Clínico Fusat de Rancagua. Luego de los exámenes, me preguntaron si al hacer la reanimación había botado agua. Solamente les contesté: «Yo no la reanimé. Solamente recé y le pedí a Dios que hiciera algo por esta bebé»”.

En un hecho sin explicación y según dijeron los médicos, añade Jorge, la pequeña Catalina no tenía agua en sus pulmones. “Por el testimonio de la madre, los médicos calcularon que pudo haber estado durante 15 a 20 minutos en el agua, padeciendo además una hipotermia severa”. Pero la niña no presentaba daños.

Recuerda que la familia de Catalina agradeció la ayuda, y se volcaron a la fe transformados por este hecho extraordinario. La niña fue bautizada y con su familia acude sin falta a la Eucaristía. 

Por su parte, Jorge con esta experiencia no sólo confirmó su amor y fidelidad a la Santísima Virgen María, ¡su madre!, sino que descubrió su vocación laboral… trabajando como auxiliar de servicio en la sala de maternidad del Hospital Regional de Rancagua y está siempre disponible cuando su querido amigo el padre Luis Escobar le convoca para orar. “Hoy si me dicen que debo ir a rezar por alguien que está lejos de mi casa, lo hago sin dudar. Habiéndose manifestado el Señor, habiéndome llevado por sus caminos, me hizo su siervo”.