2 de diciembre de 1975 Jesús a Ottavio Michelini, sacerdote
Hijo mío, escribe:
El progreso moderno es arma mortífera con la que Satanás aleja almas y almas de las fuentes de agua viva, para llevarlas a un desierto y luego abandonarlas para que mueran de sed.
Quien debía poner en guardia a las almas de los bautizados de este grave peligro, se ha dejado deslumbrar también.
Sin
oponer resistencia ni advertir a la grey del gravísimo peligro hacia el
que iban al encuentro, ha seguido al Enemigo, que así ha podido alejar
de la luz de la fe grey y pastores.
Demostrarte cuán cierto es esto, me parece superfluo; ¿quién no ve hoy profanada y desencuadernada la familia?
¿Quién
no ve hoy la escuela, de santuario transformada en una fosa infernal,
donde con el pretexto del progreso y de la evolución de los tiempos, los niños son iniciados oficialmente en el pecado?
¿Quién
no ve cómo el cine y la televisión se han convertido en cátedras con
millones y millones de alumnos que absorben ávidamente lecciones de
violencia, crimen, adulterio?
Son
cátedras en las que el veneno del ateísmo es inculcado a todas horas
del día y de la noche con noticieros embusteros, con películas exaltando
el divorcio
y el aborto; con canciones insinuando el amor libre, la sensualidad. La
inmodestia es exaltada y glorificada a través del nudismo, la
inmoralidad de las costumbres. La difusión de errores de todo género es
cotidianamente acogida como una conquista de libertad.
En nombre de la libertad
En nombre de la libertad se mata, en nombre de la libertad se corrompe, en nombre de la libertad se llevan a cabo las más perversas empresas.
No te hablo de lo que sucede en villas, en casas particulares,
en lugares públicos; toda aberración, toda perversión e iniquidad es
consumada. Aquí Satanás desfoga todo su odio contra la naturaleza humana,
degradándola, destruyendo en ella todo pudor y sentido de dignidad,
pisoteándola, humillándola en todas las formas consentidas por su
astucia degradada.
¿Qué decir de la prensa, otra jactancia del progreso?
También ella es un medio de comunicación domesticado al servicio del mal.
La
prensa buena tiene una acogida muy fría y mucho menos amplia que la
prensa mala. Mira los diarios: están pasando en buena parte al servicio
del ateísmo. Este seudo-progreso, (progreso material pero impresionante
retroceso moral y espiritual) ha sido aceptado sin reacción, sin embargo
es evidente en él la presencia soberbia del Maligno, que ha hecho de
ello un arma para matar a Dios en las almas.
No sólo no se
ha reaccionado, sino que no pocos lo han exaltado y muchos hombres que
debían, unidos, poner un dique a esta invasión satánica la han seguido.
He
aquí entonces que mis ejemplos y mis enseñanzas están en perfecto
contraste con los principios y costumbres de esta civilización del
pecado.
De
aquí el celo desenfrenado, por conciliar lo irreconciliable, de muchos
ministros y pastores míos que, quieren cambiar y reformar todo. He aquí
la lluvia de innovaciones que, según ellos, deberían hacer posible
servir a dos amos a la vez. Quisieran fundir juntos luz y tinieblas,
volver lícito lo ilícito, aumentando los escándalos, heridas y
divisiones en mi Iglesia.
Estos
innovadores han olvidado lo verdaderamente importante: renovarse a sí
mismos. Ellos, una vez renovados habrían podido proceder, con sabiduría,
a una sensata actualización, a una útil reforma.
Para salvar a las almas
Los que hoy se aferran a mi misericordia, tendrían razón, si no olvidaran cosas de capital importancia:
— Vale el alma más que el cuerpo, ¿sí o no?
— Si es sí, ¿sería misericordia, dejar que se perdieran las almas, por salvar los cuerpos?
Yo
no soy el Dios de la venganza, sino que soy el Amor infinito y eterno,
es decir desde la eternidad Yo os amo infinitamente a vosotros.
Yo
no quiero la ruina de los hombres sino que, porque soy Amor, quiero su
salvación, la salvación eterna. Vosotros me habéis abandonado, me habéis
pospuesto a vuestra civilización pagana que habéis aceptado y con la
que habéis pactado, rebajándoos a los más indignos compromisos.
Ahora
comenzáis a vislumbrar confusamente el abismo que hay bajo vuestros
pies y apeláis a mi misericordia. Será precisamente mi misericordia la
que impedirá a las almas continuar perdiéndose, sometiendo la cercana
hora de la justicia a la misericordia, por lo que mi Iglesia, nacida a
vida nueva llevará a cabo los fines para los que Yo la he querido.
Estás cansado y no te sientes bien hijo mío; por esta noche basta. Te bendigo. Ámame.
(“Confidencias de Jesús a un Sacerdote” – Mons. Ottavio Michelini)