Medjugorje: el relato de Zeliko



Este bello relato de Zeliko habla por sí mismo. Zeliko pertenecía al grupo de oración y amaba tiernamente a la Virgen, entre ambos había un pequeño secreto: como él vivía muy cerca de los videntes, se las arreglaba siempre para depositar sobre el mismo lugar de las apariciones un pequeño mensaje para la Virgen antes de su venida. A menudo, sus pequeñas misivas de amor se limitaban a unos pocos renglones escritos a las apuradas por falta de tiempo. A veces, un simpre dibujo de un corazón en un pedacito de papel. 

Un día, Zeliko rompió con esa bella tradición absorbido por el gran número de peregrinos que lo tenía atareado todo el tiempo, y durante ocho días hizo “huelga de cartas de amor”. Por otro lado, una especie de duda lo asaltaba: “¿Y si, mis notitas no sirven para nada? ¡Qué va a hacer la Gospa con mis míseros garabatos! Ella ve mi corazón, y eso es lo esencial...”. De todas formas, el noveno día volvió a colocar unas líneas en su escondite secreto, justo antes de la aparición, sin decirle nada a nadie por supuesto. Apenas terminada la aparición, Maríja se incorporó y comienzó a buscar con la mirada a este hermano con aire intrigado.

- Zeliko, ¡ven aquí!

- ¿Qué pasa?, preguntó Zeliko con voz inquieta.

- ¡La Gospa estaba supercontenta! Me dijo que te  transmitiese este mensaje: “Te agradezco mucho tu carta, me causó gran alegría. Durante estos ocho días, extrañé tanto tus notitas!” Me dijo que te dijera eso.

Zeliko se derretía de felicidad y permaneció absorto por largo tiempo.

Así de sublime es la Madre que nos dio Jesús... ¿Quién puede imaginar aunque sea la centésima parte de la alegría que le causa el más pequeño gesto de amor de parte nuestra? Nuestras cartas conmueven profundamente sul corazón. El 25 de junio próximo, para agradecerle su permanencia con nosotros desde hace tanto tiempo, algunos van a escribirle las 23 principales razones que tienen para agradecerle, dicho de otra forma, recordarán las 23 gracias que han recibido de parte suya a lo largo de su vida, desde su infancia. Es una sugerencia entre otras, ¡una sugerencia positiva! Porque frecuentemente somos más proclives a pedir que a agradecer. Cuando agradecemos, aprendemos a ser felices, y otras gracias son liberadas